martes, 14 de diciembre de 2010

La dimensión del oficio

El tipo que inventó el café con leche con medialunas debe haber sido un genio. Con esta frase concluyó Oscar Agustín Alejandro Schulz Solari, más conocido como Xul Solar, su desafortunado experimento culinario. A fines de los años veinte, probablemente inspirado en el Ars Magna de Ramon Lull, Xul se había embarcado en la empresa de generar nuevos platos a partir de combinar elementos de platos existentes. De acuerdo con lo referido a mi por el maestro Lastiri, ir a cenar a la maison Solar era algo que sólo convenía hacer luego de la cena ya que lo que se servía allí era impasable.
Sabia es la conclusión de Xul, aunque no tan evidente su significado: la creatividad está sobrevaluada. Ejemplos de esto se encuentran por doquier: en el arte contemporaneo, en el diseño, en la publicidad, en el cine. Pero esto no es lo peor. Detras de la bandera de la creatividad se oculta el verdadero mal, el desprecio del oficio y de las cosas bien hechas.
El doble mecanismo funciona asociado a un tercer elemento doblemente falso: la idea de que la creatividad es algo innato, que se tiene o no, que no se enseña. Falso porque sí puede enseñarse (en cierto sentido) y porque olvida que sólo es signifcativa cuando tiene que tener un oficio detrás.
Así, la cuestión se presenta sencilla. Hay dos posibilidades, uno va a ser creativo haga lo que haga y entonces lo tiene todo, haga lo que haga; o no, en cuyo caso tampoco vale la pena esforzarse en absoluto ya que algo bien hecho pero no original no tiene valor.
Por mi parte, prefiero las cosas bien hechas. Las mismas cosas que se hacen quizas desde hace cien, mil o tres mil años. Dejo el helado de morroncino con cafelatte y kinotos, los departamentos con techos a un metro treinta de altura y sin ventanas, las latas de sopa de cienmil dolares y todo eso para la gilada. He dicho.

PS. Se agradece toda sugerencia y aceptan temas para polemizar.

domingo, 10 de octubre de 2010

Nobleza obliga

Hace algunos días, una amable lectora del blog me hizo un comentario no del todo injusto acerca de mi última entrada publicada en el blog, Ansia. La cuestión es que la mayor parte de las líneas de aquella no eran mias de primera mano, sino una traducción con cambios menores de una obra de la autora Sarah Kane que lleva el mismo nombre que el relato. De acuerdo.
No he de mencionar a Pierre Menard, aunque es cierto que las mismas palabras significan algo muy distinto en mi relato que en la obra original, ni al hecho de que la obra fue publicada originalmente con pseudónimo, una forma de renuncia a la propia autoria. Tampoco quisera extenderme sobre el realismo, y cómo el hecho de que ese texto sea realmente ajeno profundiza la textura del relato y el efecto producido. Tampoco sobre la presencia de obras dentro de obras, como ocurre con la presentación teatral en la escena XI del acto tercero de Hamlet.
Puedo aseverar motivos técnicos para no haber citado la referencia y haber omitido el entrecomillado. Estos son tan obvios como obvia hubiera sido la lectura del relato, de un estilo deliberadamente a lo Richard Yates, también cabe decirlo, si los hubiera introducido. Creo que el resultado no está mal y que vale la pena.
Pero es cierto, lo mejor del relato es quizas lo menos mio, aunque sea yo quien lo haya pusto ahi. Sepan disculpar aquellos lectores que se sientan engañados o decepcionados. Nobleza obliga.

lunes, 4 de octubre de 2010

Tanger - Concierto eléctrico


Luis Colucci: Bajo
Eduardo Ferreyra: Guitarra eléctrica
Nahuel Briones: Guitarra eléctrica y sintetizador de guitarra
Marcos Saucedo: Batería
Damián Lois: Soplido transoceánico

Invitado:

Marcelo Páez: Video

En

El Emergente
Gallo 333 CABA

Viernes 8 de octubre 22 hs.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Ansia

Un llamado y fue a su encuentro. Ella estaria ahi como había estado ya tantas veces. Él estaría ahi también. Él fue a ese llamado después de mucho andar esperando. La escena estaba montada y luego de los preámbulos inevitables tomo asiento y puso toda su atención en escucharla. Ella habia dicho "no sos vos, soy yo". Otras voces.
Ella dijo: Y quiero jugar a la escondida y darte mi ropa y decirte que me gustan tus zapatos y sentarme en el escalón mientras te bañas y hacerte masajes en el cuello y besarte los pies y tenerte la mano y salir a comer y que no me importe cuando te comes mi comida y encontrarte y hablar del día y tipearte las cartas y llevarte las cajas y reírme de tu paranoia y darte cassettes que no escuchas y ver películas buenísimas y ver películas pésimas y quejarme de la radio y sacarte fotos cuando estás durmiendo y levantarme antes para ir a comprar tu café con medialunas y galletitas de manteca y tomar café a la medianoche y dejar que me robes mis cigarrillos y no poder encontrar nunca un fósforo y contarte del programa que vi la noche anterior en la tele y llevarte al hospital de ojos y no reírme de tus chistes y desearte por la mañana pero dejarte dormir un rato más y besarte la espalda y acariciarte la piel y decirte cuanto amo tu pelo tus ojos tus labios, tu cuello...

Y sentarme en el escalón a fumar hasta que tu vecino llega a casa y sentarme en el escalón a fumar hasta que llegas a casa y preocuparme cuando llegas tarde y sorprenderme cuando llegas temprano y regalarte girasoles e ir a tu fiesta y bailar hasta el agotamiento y sentirme culpable cuando no tengo razón y contenta cuando me perdonas y mirar tus fotos y desear haberte conocido desde siempre y escuchar tu voz al oído y sentir tu piel en mi piel y asustarme cuando te enojas y abrazarte cuando estás angustiado y ser tu sostén cuando te duele y desearte sólo de olerte y ofenderte al tocarte y lloriquear cuando estoy a tu lado y lloriquear cuando no estoy y babosearme en tu pecho y sofocarte de noche y morirme de frio cuando te llevas la frazada y de calor cuando no te la llevas y derretirme cuando sonreís y disolverme cuando te reís y no entender por qué pensas que te estoy rechazando cuando no te estoy rechazando y preguntarme cómo es posible que pienses que alguna vez podría rechazarte y preguntarme quién serás pero aceptarte de todos modos y contarte del niño del bosque encantado del ángel de los árboles que voló a través del océano porque te amaba y escibirte poesías y preguntarme por qué no me crees y tener sentimiento tan hondo que no encuentre palabras para decirlo y querer comprarte un gatito del que ponerme celoso porque se va a ganar más atención que yo y demorarte en la cama cuando te tenes que ir y llorar como un chico cuando al final te vas y matarte las cucarachas y comprarte regalos que no quieres y llevármelos de vuelta y pedirte que te cases conmigo y que me digas que no de nuevo pero seguir pidiéndote porque aunque creas que no lo digo en serio lo digo en serio siempre desde la primera vez que te lo pedí y vagar por la ciudad pensando que está vacía sin vos y querer lo que vos queres y pensar que me estoy perdiendo pero saber que estoy a salvo con vos y decirte lo peor de mí y tratar de darte lo mejor de mí porque no te mereces ni un poquito menos y responder tus preguntas cuando preferiría no hacerlo y decirte la verdad cuando la verdad es que no quiero y tratar de serte honesto porque sé que lo prefieres y pensar que se acabó todo pero igual quedarme diez minutos más antes de que me eches para siempre de tu vida y olvidar quien soy y tratar de estar más cerca de vos porque es hermoso aprender a conocerte y vale bien el esfuerzo y hablarte mal en alemán y en hebreo peor y hacer el amor contigo a las tres de la mañana y del algún modo del algún modo de algún modo comunicar algo del abrumador inmortal irrefrenable incondicional omniabarcador enriquecealma abreconciencia constante inagotable amor que tengo por vos.

No fue sino más tarde cuando entendió que ella no fue sino hasta más tarde cuando sólo entendió solo que ella sólo estaba leyendo.
Los aplausos y las luces lo espabilaron de su perplejidad al tiempo que vio su realidad disolverse en dos planos irreparablemente ajenos.

lunes, 30 de agosto de 2010

"Pescadito, Pescadito"

jueves, 26 de agosto de 2010

Quintacolumnismo

Escribe John Stuart Mill en su diario el 28 de enero de 1854:
Podría empezarse un periódico que estuviera enteramente dedicado a criticar las tonterías que dicen las personas notables. Siempre que una persona de celebridad o importancia pronunciara un discurso que apelase a los bajos sentimientos o animase a cometer errores peligrosos [dicho periódico] debería mostrarlos con detalle; y cuando una persona así escribiese un libro o panfleto [el periódico] debería hacer una minuciosa crítica del mismo. Un periódico de este tipo, bien llevado, basado en principios y sin malicia, pronto podría ejercer una gran influencia en personas cuyos nombres están ante el público, y les haría temer entregarse a servir y alimentar todos los prejuicios vulgares a cuyo servicio están ahora, tentados por el instinto de buscar seguridad.

Tiempo atrás, alrededor de 1668, en el Behemoth, Hobbes había escrito:
Y los escolásticos que les siguieron aprendieron el truco de imponer a sus lectores lo que les venía en gana, y a doblegar la fuerza de la verdadera razón con horcas verbales; quiero decir, mediante distinciones que no significan nada sino que sólo sirven para pasmar a la multitud de los ignorantes. En cuanto a los lectores capaces de entender, eran tan pocos que a esos nuevos doctores sublimes les tenía sin cuidado lo que pensaban.

Yo, que nada sé a ciencia cierta y poco sé en general, me alegro de que la tapa de los diarios contenga titulares políticos. Porque el interés público en la política es la vida de la política, al menos en lo que se refiere su parte mejor.

Pienso en nuestro pobre periodismo. Pienso en las dudosas intenciones de nuestro gobierno y en las igualmente dudosas intenciones de su oposición. Y no sé qué pensar. Por lo pronto, como buen quinta columnista, veo y espero; feliz de tener algo en que pensar aparte de las últimas declaraciones de Ricardo Fort.

Apéndice [27-8]

Sr. sra.: Siendo usted una persona versada en el analisis de sutiles contradichos de las vedettes (Carmen Barbieri, Zulma Lobato, la Francin, etc.), la invito a que analice las siguientes "verdades parciales":
1- Declaración escrita de Lidia Papaleo del día 6 del corriente:

http://tiempo.elargentino.com/notas/lidia-papaleo-denuncio-escrito-como-fue-amenazada-y-torturada

2- Trascendido del día de la fecha sobre la nueva declaración de la sra. Papaleo ante el fiscal; publicado en Clarin el día de hoy:

http://www.clarin.com/politica/gobierno/Papaleo-declaro-vendio-Papel-Prensa_0_324567572.html

3- Mismo trascendido, mucho mejor redactado, publicado hoy también, en el diario La nación:

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1298576

Preste atención a la noción de "estar en libertad" utilizada en los dos últimos y verá cómo las tres versiones resultan coherentes.

sábado, 7 de agosto de 2010

Oh pauvre Arouet!

Luego de la conferencia del doctor Jaques Hypocrite en la Academie de Fauxidees VIII sobre la naturaleza de las otras culturas, el carácter sagrado e ineludible del otro y de cómo adaptar sus márgenes desde el punto de vista cartesiano a límites más amplios según conviniese a la vestimenta, el deseo de ensuciarse las manos o dar la espalda a terceros, un estudiante de las Antillas, que se hallaba allí en condición de becario, objetó el alcance de las tesis del Dr. Hypocrite. La respuesta incial del Dr H. sorprendido por la dudosa vestimenta del estudiante, fue:

Dr H (Académico Francés)
- Usted no comprende en absoluto mi punto: la naturaleza insuperablemente otra del otro.

Un otro (estudiante antillano)
- Creo que entiendo perfectamente. No por nada estoy realizando mi doctorado en la doctrina de Nicolás de Cusa. Lo que creo es que es una doctrina un tanto servil y un-petit-peu-post imperialista: habiendo intervenido, invadido y empobrecido a las culturas y naciones circundantes, una vez que estas se encuentran ineludiblemente atadas comercialmente a la suya, se retira y rehusa toda intervención. Su cambio de filosofía desde el siglo XVIII hasta ahora resulta sospechosamente apropiada. Una filosofía para intervenir en su momento, una filosofía para no hacerse cargo de los efectos de aquella intervención. La constante de su filosofía parece ser el sentido casi deportivo de la oportunidad.

Dr H (Académico Francés)
- No podemos hacernos cargo de las doctrinas equivocadas y totalitarias de nuestros antecesores. Lo que sí podemos hacer abandonar ese error. Si ahora hemos finalmente comprendido la otredad, en la inconclusa medida se que ella se presta a ser asida por nuestros conceptos, deberíamos celebrarlo. Y si con ello podemos olvidar Argelia, tanto mejor. Los otros son distintos y mal favor les hacemos ayudándolos con nuestros criterios unilaterales sobre los derechos individuales, la libertad, la dieta y otras ideas que nunca tuvieron realidad más allá de los sueños de los ilustrados o fuera de nuestras fronteras.

El otro tipo
(estudiante antillano)
- Pero no hay tal otredad radical, fuera de la del individuo. Digo todos son otros de uno en un punto, eso no los hace diferentes en lo esencial, en su carácter humano. Y ésto es algo que deberían saber. ¿No fue un dramaturgo inglés después de todo quien hizo decir a uno de sus personajes: I´m a jew. Hath not a jew eyes? Hath not a jew hands, organs, dimensions, senses, affections, passions? Fed with the same food, hurt by the same weapons, subject to the same diseases, healed by the same means, warmed and cooled by the same winter and summer as a Christian is? If you prick us, do we not bleed? If you tickle us, do we not laugh? If you poison us, do we not die? And if you wrong us, shall we not revenge? (Soy un judío. ¿Un judío no tiene ojos? ¿Un judío no tiene manos, organos, dimensiones, sentidos, afecciones, pasiones? No es alimentado con la misma comida, herido por las mismas armas, vícitma de las mismas enfermedades, curado por los mismos medios, calentado y enfríado por el mismo verano y el mismo invierno que un cristiano? ¿No sangramos si nos hieren? ¿No reímos si nos hacen cosquillas? ¿Si nos envenenan, no morimos? ¿Si nos maltratan, no vamos a vengarnos?).

Academico francés (un Dr. Hypocrite)
- Vamos por partes. En primer lugar, eso es y siempre fue parte de una ficción, es probable que usted no comprenda la idea de suspensión de la realidad que tiene el teatro, que le es ajena. En segundo lugar, es una idea muy antigua y que, aunque evidentemente bien intencionada, lleva al totalitarismo. En tercer lugar la historia nos muestra que ya en el siglo XX no se creia en ello.

El otro
(becario antillano)
- Le parece entonces que somos esencialmente distintos.

Académico francés
-Precisamente. Más allá de las cuestiones biológicas, que son muy generales, somos esencialmente distintos. Es una cuestión cultural.

El otro
- ¿Y considera que no hay oprimidos y marginales en otras culturas; que los parias en la India, los disidentes en China, las mujeres en el Islam, los no allegados a los caciques en las comunidades aborígenes que denomina "pueblos originarios" viven como lo hacen como parte de su cultura?
Academico francés
- Viven como viven en el contexto de su cultura. Son parte suya. Se encuentran inmersos en un marco de significado, un entramado complejo que constituye su identidad.

El otro (el mismo antillano de antes)
- Lo mismo ocurre entonces con los marginales y pobres menos favorecidos en su propia sociedad y cultura, si no entiendo mal.

Academico francés
- En nuestro caso es más complejo, ya que hay subculturas dentro de nuesta propia cultura. En un punto es cierto que los pobres constituyen su identidad en el contexto de su miseria...

El otro

- Una identidad sagrada, evidentemente.

Academico francés
- Es un punto muy difícil el de la articulación de la cultura popular y las subculturas en nuestro contexto. Difícilmente usted pueda entenderlo.

El otro
- Creo que lo entiendo. Después de todo soy un inmigrante aquí.

Academico francés
- Dudo que pueda hacerlo desde su punto de vista.

El otro
- Y en cuanto a la intervención. ¿Qué opina?

Academico francés
- No creo que los estados tengan derecho a intervenir en estados con una cultura diversa.

El otro

- De acuerdo. Pero no me refiero a los estados, hablo de la intervención individual.

Academico francés
- No sé si comprendo a qué se refiere.

El otro
- Pongamos un ejemplo. Suponga que se encuentra ante un grupo de personas, una mujer, o un hombre, no importa, está huyendo de un grupo numeroso que le tira piedras. Entiende usted que quieren matarlo por tal medio y que él, o ella, no ha hecho nada que usted considere un crimen desde su punto de vista. Usted está en posición de ocultar al que huye o impedir que el grupo lleve a cabo su propósito. ¿Qué hace?

Academico francés
- Depende, por supuesto. ¿Dónde estamos, a qué cultura pertenece el grupo y el hombre o la mujer perseguidos? Realmente hay que estar muy seguros para actuar e intervenir en una situación así.

El otro
- Más seguro que para no intervenir en absoluto.


Academico francés

- No sé a dónde quiere llegar con esto. Yo soy un investigador, no estoy hablando como un agente moral o como un individuo.

El otro (también conocido como Sauvage)
- De eso me doy cuenta. Desglosar esas dos cosas habla bastante de su teoría, y también de usted. Creo que después de todo he comprendido -lo que el francés tiene de florido vive de los que tiene sepultados-. Usted cree que algunos son realmente distintos, al punto de que no tiene obligaciones morales con ellos. Si no son gente como usted...

Academico francés
- Es que no son como yo.

El otro
- Es probable. Quizás sea una suerte. Adios.

lunes, 26 de julio de 2010

Debatir la pólvora.

No sé ustedes, pero últimamente yo soy un tipo feliz. No es que no me duela la cintura por la mañana o después de pasar un par de horas en el escritorio. Ni que no esto o no aquello. Quizás sea sólo que me dedico a una variedad de cosas que me dan placer y para las cuales no me creo del todo incompetente (la cocina, la bebida, los libros, la pluma, etc.). En cualquier caso, mi bienestar no anula mi inagotable virtus indignativa y el otro día al abrir el diario no pude evitar la sensación de que un farsante estaba tratando de tomarme el pelo.
Sábado 24 de Julio, diario Clarín, página 67: "La poesía argentina debate sobre el verso libre" . Tema candente, verdad? Á la page, tanto así que el autor se siente en la obligación de aclarar: "se trata de la forma más utilizada en la poética argentina contemporánea" y en la bajada, "Un libro titulado el verso libre aunó diversas reflexiones sobre esta polémica forma poética" ¡¡¡Polémica forma poética!!! Ay Octavio Paz, Pizarnik te tenga en la gloria...
El texto comienza: "Un siglo y medio después de que el poeta estadounidense Walt Withman liberara los versos de la poesía occidental de rimas y acentos medidos, un debate inesperado viene ahora a recorrer el campo de la poesía local: el debate por el uso del verso libre".
Dejemos de lado el hecho de que la frase no es una maravilla estilística. Dejemos de lado también la cuestión de que el autor escribe con un ojo en la Wikipedia (después de todo qué sería de la erudición de Borges sin la Enciclopedia Británica o del vocabulario de Lugones sin el diccionario Larousse). El tipo encima copia mal: el "poeta estadounidense" es Walt Whitman, no Withman. Y es suficientemente famoso como para tener que andar aclarando su nacionalidad y profesión.
Pero vayamos a lo esencial, "el debate por el uso del verso libre", "la polémica, que ya se venía incubando..." Esto es una tomadura de pelo, quién puede cuestionar hoy a Gelman, al mencionado Borges, a Perlonger, a Ungaretti y a otro centenar de buenos poetas ya ancianos o muertos. Sólo un grupo de farsantes semianalfabetos que creen que Apollinaire inventó los milenarios caligramas "rompiendo la lógica sintáctica de los poemas".
La nota completa puede hallarse aun en internet. El profundo y actual debate... Por favor.
Sus partícipes no merecen ser nombrados, por piedad. Ellos y sus argumentos copiados de la revista Martín Fierro (en el mejor de los casos) no sólo pretenden haber descubierto la pólvora. Como si eso fuera poco, la debaten.
Que dios los perdone.
In nomine Prevert, et Rilke et D H Lawrence. Amen.

lunes, 5 de julio de 2010

El Esteban

Grande fue la sorpresa cuando, en un descuido, lo vieron conversando en perfecto coreano. Días más tarde, en el mercado norte, discutía fervorosamente la fecha de expiración de media docena de huevos rojos en lo que parecía ser chino cantonés.
Cuando con total naturalidad pidió la adición en el restaurante armenio del que era habitué en árabe y con el acento preciso y seco de un habitante del nordeste del Líbano, ya casi nadie le prestaba atención. Fue entonces cuando sus amigos e íntimos notaron lo poco que lo conocían.
La última vez que lo vieron, departía con tres ornitorrincos haciendo unos gestos muy graciosos con la boca, frunciendo los labios, simulando un piquito y poniéndose bizco.
Algunos dicen que se elevó a un grado superior de sabiduría. Otros, que se hizo apostador y gano fortunas con el prode. No faltaron quienes dijeron que era cornudo.
Le gustaban los días de lluvia y tenía un perro con una mancha negra alrededor de un ojo , su nombre era guitarrita. Cuando leía filosofía utilizaba postales de santos alusivos como marcapáginas (se halló una de Sta Rita en un libro de Meinong y una de Judas Tadeo en la Enquiry de Hume). Ésto es todo lo que se sabe de él.
En ciertas culturas precolombinas lo hubieran identificado como Huitchlihuascatlipochtl. En el pueblo Laguna, conocido también como Bragado, de donde era oriundo, lo llamaban "el Esteban".

martes, 22 de junio de 2010

Segunda metamorfosis

Finalmente y pese a mis temores, volví a encontrarme con ella. Pero cuando se desnudó me costó creer lo que veía: dos literales melones rematados por sendas frutillas contorneaban el pecho, los glúteos eran de auténtica piel de durazno y el pubis estaba cubierto por barba de choclo. Sentí que estaba frente a la personificación de un Arcimboldo.
Pasado el impacto inicial, me fui sin decir una palabra. No me había imaginado que se refería a eso cuando me dijo que la vida natural la había cambiado completamente por dentro y por fuera.

jueves, 17 de junio de 2010

A la altura

Goethe tenía a Eckermann, Samuel Johnson a Boswell, yo no los tengo ni a ellos, ni a nadie semejante. Y no los necesito. Si tener un esbirro que pusiera los ojos en blanco cada vez que uno logra combinar dos palabras, rematar una sentencia de manera contundente, acertar con un punto y coma o concluir un párrafo sin errores de ortografía evitara que uno dejara un reguero de pavadas por ahí vaya y pase. Pero no es el caso. Y todo esto sin mencionar lo desagradables que se ponen las personas que tienen perejiles a su alrededor. Goethe se junta con Eckermann y le dice: has visto qué magnifica traducción de X acabo de publicar, es de lo más logrado; Eckermann, cuyas lineas no son muy distintas que las de los personajes de reparto de las obras de Platón , confirma; bueno vaya nomás que quiero seguir leyendo el diario- concluye Goethe.
Con todo, amén de sus célebres historias de suicidas epistolares y viejos verdes, el divino Goethe tiene las Máximas Capitales, una selección de sus cuadernos llenos de notas sobre ideas, rimas, consejos (del orden de lavarse los dientes) y observaciones para la posteridad, porque él sabía que en algún momento alguien encontraría los cuadernos y los pondría en la imprenta. A mi criterio, esas libretas contienen lo mejor de la obra de JWvG. En el bulto, por momentos, abandona la pose de "ídolo del movimiento romantico" y se permite un poco de humanidad.
Yo también tengo un anotador. Llevo anotadores desde los 18 años. El diseño ha ido cambiando (una vez que probé el anillado lateral no pude volver al confuso sistema de anillado superior) y últimamente sólo compro libretas Meridiano, justo mérito a su calidad, No 40 o 50 (tamaño bolsillo) de tapas plateadas.
Hoy, buscando ideas, abrí la libreta y leí, escrito en letra temblorosa:
28-5 (noche, 29?)
"Lo inevitable, ciertamente, ocurre."

Dos páginas atrás, sin fecha y en medio de una serie de aforismos ilegibles:

"El Toddy es el alimento de los campeones."

Debajo de ello dos líneas tachadas, luego:

"No obtenemos la dignidad arrebatándosela al enemigo. Ni en la victoria, que como hemos dicho antes, es imposible. Tampoco la obtenemos de nosotros mismos porque para ello deberíamos tener lo obtenido desde el comienzo, lo que sería un contrasentido de la acción y supondría una dialéctica insensata. Creamos la dignidad en la acción misma con nuestra lucha."

Tres páginas atrás:

(26-5)

"Qué queda después del amor. Un mundo envejecido.
Eso sería una sinécdoque? Tengo que revisar el manual de Coll y Vehi."

El texto sigue ilegible por casi dos páginas, sólo identifico las palabras "triste" y "museo" , repetidas veces, y parte de una oración: "tan adecuado como decir que un hipopótamo duerme conmigo, que me cojen (cagan?) las palomas..."

Entre las últimas anotaciones encuentro:

"Cosas de filósofos: sin. especulación inútil. Expresión aplicable a cuestiones tomadas fuera de todo contexto relevante, significativo o en el cual pudieran tener una respuesta remotamente interesante. Vg. Y qué esperaba doña Nelly, esas son cosas de filósofos".

Habida cuenta de lo cual, pienso: sí, yo también aporto a la cultura universal. No seré famoso, pero estoy a la altura.

miércoles, 9 de junio de 2010

Encuentro

Por su aspecto trágico y un poco melancólico, por su naturaleza no del todo informe, el promontorio que vieron elevarse entre la hojarasca marina daba la impresión de un naufragio chiquito. Como cualquier pila de basura en una playa en un día nublado, complicando los contornos y la textura de un panorama completamente gris: cielo gris, mar y arena grises, viento gris, gris temperatura (grises distintos, claro). Esa "cosa", si es que la palabra cosa puede usarse para nombrar algo así, parecía la última (y quizás peor conservada) ruina de la menos avanzada civilización milenaria extinta o un círculo de carretas dejado al sol por los sioux, apenas cubierto por lo que fueran lonas y cuero. Nada, de no ser por los restos de la aleta dorsal y unas tres o cuatro medias costillas, permitía saber que "eso" que se destacaba entre la resaca del mar hubiera sido alguna vez una ballena.
Guardaba todavía el aire sagrado (aunque no afectado ni solemne) que debieron haber tenido los primeros altares cristianos (cuando eran secretos y estaban prohibidos), antes de que las ceremonias se burocratizaran (cuando no eran más que compartir un poco de pan, en secreto, porque estaba prohibido).
Mariano y su hijo se miraron y se descubrieron al mismo tiempo con un gesto más o menos reflejo (e inexplicablemente natural, o sólo explicable por la costumbre cinematográfica, ya que no usaban sombrero en general y sólo tenían unos gorros para protegerse del sol: uno de pescador, tipo piluso, Mariano; Juan uno con visera). Mariano quiso decir algo, algo importante, pero no supo encontrar las palabras. Dijo: qué bárbaro, eh. una cosa tan monumental terminarndo así - Juan asintió con un gesto de comprensión - ya no queda mucho, un poco del cuero este, que es la piel, los huesos, la estructura - casi irreconocible pensó mientras Juan asentía de nuevo- casi nada, casi y así y todo... La ballena y la playa nadaban ya en sus ojos grises.

viernes, 4 de junio de 2010

TANGER EN CONCIERTO



lunes, 31 de mayo de 2010

Reflexiones

I Si usted cree que la sensación de "yo tendría que estar haciendo otra cosa en este momento" es incómoda, pruebe con "yo tendría que estar haciendo algo".

II Descubrir que uno tiene todavía algo de ese romanticismo adolescente, incansable y aventurero es maravilloso hasta que uno toma conciencia de lo estúpidas que son las acciones inspiradas por tan extraordinario influjo.

III Los franceses poseen una antigua expresión popular equivalente a nuestro "gastar polvora en chimangos": " peigner la girafe" (peinar la jirafa). Sé que no hay jirafas en Francia.

IV En ciertas ocasiones, uno escribe ensayos serios. Otras veces, disimula una confesión entre tonterías y espera pasar la semana discretamente.

Apéndice: Hablando de franceses. Me compre un librito de la colección "Que sais -je?". El volumen está dedicado a "L'espionage et le Contre-espionage". Comienza argumentando en contra de aquellos que sostienen que lo poco que se sabe sobre el tema se debe a su naturaleza secreta...

martes, 25 de mayo de 2010

Qui desiderat Pacem...

Tengo una guerra en marcha con la burocracia de la AFIP. Tengo una guerra en marcha con los jardineros, que quieren podar los árboles hasta el tronco. Tengo una guerra en marcha con el zaptero, que iba a tener mis zapatos listos para el viernes, aun no me los entrega y sospecho que los ha arruinado. Tengo una guerra en marcha con el que vende boletos del ferrocarril a Suarez en la única ventanilla que no tiene la leyenda pago exacto de la Estación Retiro. Tengo varias guerras en marcha con gente de Puan. Incluso tengo ahora una especie de guerra civil contra una parte de mi mismo que desea lo que no puedo tener, ve lo que las cosas podrían ser y no lo que no pueden dejar de ser. Y no sé cuántos más. Pero ustedes ya conocen a Martín, siempre peleando o indignado por algo.

jueves, 20 de mayo de 2010

Glosa

En cierta ocasión escribí un ensayo con epígrafe de Epicuro: “Con una actividad desenfrenada se acumula gran cantidad de riquezas, pero a ellas se les une una vida desgraciada”. Comenzaba de este modo:

" Corre el año 1770, María Antonieta contrae matrimonio con quien luego sería coronado Luis XVI, Rousseau se instala en París y realiza lecturas públicas de las Confessions; en Córcega, Napoleón Bonaparte da sus primeros pasos. El 27 de Agosto de aquel año, el mismo que meses antes había dado a luz a Manuel Belgrano, nace en Stuttgart el filósofo Georg Wilhem Friedrich Hegel. Cincuenta y un años después publicaría sus Principios de la Filosofía del derecho.

La inicial perplejidad que provoca la obra filosófica elaborada por Hegel finalmente deviene en respeto, más aun, fascinación Esta última impresión resiste a la prueba de su poco efectiva prosa que no carece sin embargo de la eventual y feliz gracia de numerosos pasajes. De aquella puede decirse justamente lo que Borges adjudicaba, con alguna ironía, a la creación de Whitehead:

“Nadie puede entender la filosofía de nuestro tiempo sin entender a Whitehead, y casi nadie puede entender a Whitehead. Su doctrina general es tan indistinta que sus más implacables refutadores corren el albur de apoyar y corroborar lo afirmado por él. Naturalmente, sus divulgaciones contribuyen a oscurecerlo... Palabra por palabra, hoja por hoja, y a veces hasta capítulo por capítulo, Whitehead es comprensible: lo difícil es coordinar en un todo armónico esas comprensiones parciales. Ese todo (me aseguran) existe.”

Mal haría yo, no obstante, procurando una reseña de los Principios de Filosofía del derecho, peor todavía de la obra de Hegel o de su lugar dentro del Idealismo Alemán. El objeto de este ensayo es, en cambio, comentar, analizar y, finalmente, esbozar algunas observaciones acerca de los Problemas de la Sociedad Civil planteados por Hegel y la naturaleza de su solución.

I Dilthey señala que aunque la Enciclopedia de las ciencias Filosóficas no fue publicada sino hasta 1817, el Sistema hegeliano se hallaba ya completo una década antes. Por ese entonces Hegel ya había concluido dos obras capitales: la Fenomenología del espíritu, publicada en 1807 a partir de los trabajos realizados en Jena, donde se encontraba ejerciendo la docencia desde 1801, y la Lógica, publicada en Nuremberg entre 1812 y 1816.

En el otoño europeo de 1818, Hegel es nombrado profesor de Filosofía en la Universidad de Berlín. Los Fundamentos de la filosofía del Derecho, obra que aquí nos ocupa, es de este período y cumple un papel específico dentro del sistema: la exposición sistemática del entramado de deberes, normas, costumbres y estructuras políticas y económicas que vinculan a los hombres como miembros de una comunidad y sujetos morales.
.."

Y concluía así:

" Ahora bien ¿qué es lo que puede desprenderse de lo dicho? Algunas observaciones. La sociedad civil, por medio del desenvolvimiento del sistema de las necesidades, logra una emancipación de la limitación natural (externa) de las necesidades humanas. Una consecuencia adversa de este desenvolvimiento es lo que, en nuestros términos, puede denominarse marginalidad (la existencia de un conjunto de individuos que no tiene lugar en la sociedad).

Puede que la administración de justicia y el poder de policía basten para impedir las aberraciones de la pobreza. Creo que el punto no es que la sociedad civil no pueda regularse, sino que el tipo de regulación que exige es una mera reacción a la desestabilización hacia la que por sí misma tiende. Es decir, consiste en una regulación momentánea, externa y contingente. Por otra parte, aun concediendo que la solución a los problemas de la sociedad civil implique necesariamente la consideración del plano ético político estatal, no parece que la pobreza y la miseria puedan superarse si no es por el intermedio de la actividad económica. Esta cuestión no es menor, intento decir que pareciera ser que ante el problema de la pobreza hay dos alternativas: o bien tiene solución dentro de la sociedad civil o bien no la tendría en el Estado.

La observación que quisiera hacer respecto de esto último es doble. Por un lado, en el planteo hegeliano, la clave fenoménica que indica la insuficiencia de un momento es la contingencia de su estabilidad interna, su Inestabilidad intrínseca. Tal inestabilidad es el correlato necesario de su deficiencia ontológica y, en este sentido, lo dicho acerca de los problemas de la sociedad civil evidencia que esta necesita de una instancia superadora. Por otro lado, que el problema de la marginalidad no es económico, más bien, el problema económico de la pobreza es sólo un aspecto del problema general de la miseria.

La causa de este último es el deseo desenfrenado y sin guía. La eliminación de esta causa estaría en manos de las corporaciones y el Estado. El estado hegeliano da totalidad a las posibles elecciones de planes de vida y ofrece estándares eliminando la exterioridad de las opciones acerca de las cuales el arbitrio opta. Hace que todo lo que el individuo pueda hacer objeto de su voluntad particular sea algo puesto, no exterior.

La consecuencia de la actividad de las corporaciones es que el control de las pretensiones de enriquecimiento excesivo constituye un contrapeso interno para las motivaciones que llevan al exceso de producción que provoca las crisis económicas que tienen como consecuencia eventual a la miseria (pobreza y marginalidad).

Ante el problema de la miseria, que en el sentido que he dado a esta palabra abarca tanto a la pobreza material como a la marginalidad, no suelen plantearse más que dos opciones: la indiferencia total del laissez Faire y la coerción estatal sobre la caridad. Guardo la esperanza de que haya otras alternativas. Hegel colabora con mi fe."

Hoy, lo que más me trae de Hegel es una inexplicable cercanía con Aristóteles y una cierta idea oscura sobre la decadencia de la cosas, el hecho de que no se puede volver (por motivos ontológicos) ya sean heraclíteos o Hegelianos y , con ello, la memoria de Ulises y todos los heroes que cargaron su remo al hombro y caminaron hasta encontrar un lugar en el que nadie supiera qué era un bote...

lunes, 10 de mayo de 2010

Síntesis



Tapas de la revista Barcelona en sus ediciones 185 y 186 de abril y mayo de 2010 respectivamente.

martes, 4 de mayo de 2010

No los quiero

Anoche antes de ir a dormir, anticipando ya la mañana gris de otoño, el café con leche a las ocho y pensando cómo podría pasar en limpio y fundir los dos borradores de "Atilio, el hegeliano" en no más de dos páginas, me encontré con un párrafo y cambié de planes. Tanto así, que me desperté sin sueño a las 7:20, diez minutos antes de que sonara el despertador y sin sueño. Esto pasa rara vez y, cuando pasa (lo que no ocurre siempre insisto) uno sabe que tiene algo que decir (o al menos cuando a mi me pasa, creo que tengo "algo")
No sé exactamente qué voy a decir, no sé cómo resultará. Trato de no intelectualizar demasiado la redacción, por lo menos en un primer borrador. El párrafo en cuestión está al comienzo de "Los orígenes del totalitarismo", de Hannah Arendt, de quien sólo había leído "Eichman en Jerusalem" que me pareció un ensayo excelente (dos veces).
"Ya no podemos permitirnos recoger del pasado lo que era bueno y denominarlo sencillamente nuestra herencia, despreciar lo malo y considerarlo simplemente como un peso muerto que el tiempo por sí mismo enterrará en el olvido. La corriente subterránea de la Historia occidental ha llegado finalmente la superficie y ha usurpado la dignidad de nuestra tradición. Esta es la realidad en la que vivimos. Y por ello son vanos todos los esfuerzos por escapar al horror del presente penetrando en la nostalgia de un pasado todavía intacto o en el olvido de un futuro mejor."
No sólo se trata de un párrafo de una fuerza increíble y de una densidad argumental atroz, es de una maestría y eficacia enormes "... escapar al horror del presente penetrando en la nostalgia de un pasado todavía intacto o en el olvido de un futuro mejor". No creo que se pudiera decir mejor. Ojalá yo pudiera escribir así.

Hace algún tiempo, aquí mismo, enumeré una serie de muertes horripilantes con el título de "Muertes prescindibles" (algún día tendré nietos y podré encargarles que pongan esos links con azul que he visto por ahí y que lo llevan a uno a la entrada en cuestión con un "click"). Lo cierto es que se trataba de una serie de muertes más o menos accidentadas y más o menos accidentales. Hay toda un industria de la muerte. Y este es un lugar común y por todos conocido. Hay métodos masivos y otros más personales. Métodos que caen en el terreno de lo artesanal y otros industriales (como para la fabricación de pastas). Algunos que tienen fines "humanitarios", como el invento célebre del Dr. Guillotín, otros no. Algunos están mejor organizados, como los festejos del centenario, o no tanto, como los del segundo centenario. Etcetera, etcetera, etc.
Pero lo que es más importante, o por lo menos lo que quisiera destacar, es que algunos son mucho más cómodos que otros. El pasado 24 de Abril, se conmemoró por primera vez en Turquía el llamado "genocidio armenio", un millón y medio personas, con nombres propios, con caras, con preferencias sobre el color de los zapatos, de cómo tomar la leche y preparar el café, con proyectos y problemas, en fin, gente como nosotros. Y, al igual que nosotros, con algunos rasgos comunes. Sabemos también que el gobierno turco nunca ha reconocido ese millón y medio de asesinatos. Decir "no ocurrió" es una forma indirecta, un avance en el confort, de decir "yo no fui el que hizo eso". Más lo es ni siquiera decirlo.
Y hay muchas cosas que no se dicen, muchas de ellas no tan grandilocuentes (numericamente hablando); aunque me niego a pensar que es hay una gran diferencia entre un millon y cinco muertes, no porque sea menos grave la cosa cuando entran los grandes números, sino porque es mucho más abstracta. Una de ellas (de las cosas acerca de las cuales no se habla) es de la situación de los presos, procesados o condenados (mostrarlos como animales de feria en tv no es hablar de ellos). Nadie puede creer que las cárceles cumplan un fin de rehabilitación tal y como están dadas las cosas. Funcionan como campos de concentración, mucho más leves que las fábricas de la muerte, naturalmente.
Seamos sinceros, ni usted ni yo queremos a asesinos, violadores, asaltantes y otros criminales andando por las calles. Y eso muy razonable. Más aun, tampoco queremos marginales y violentos, pero a menos que cometan actos criminales, o que podamos presumir razonablemente que los han cometido debemos tolerarlos. Especialmente, porque la marginalidad en la que viven no es una cuestión de elección personal, sino más bien un crimen del que son víctimas. Y esta es una diferencia fundamental. Los actos cometidos por los criminales, atenuados o no por su situación, sí son electivos y por ellos son responsables.
Pero la cuestión es qué hacer con los criminales. Y es un verdadero problema. Al decidir violar la ley se han puesto inequívocamente en una situación en la cual parece necesaria una intervención. Pero esto no supone, o no debería suponer, dar carta blanca a las autoridades para someterlos a cualquier tipo de atrocidad (en caso de que se los atrape, lo que no siempre pasa). Limitarlos más allá de lo que impone la ley a los ciudadanos en general parece justificado. Parece justificado limitar su libertad de acción sobre todo. Pero hasta qué punto esta limitación está justificada. Yo quisiera creer que en la cuota mínima que les impidiera cometer más crímenes. Es evidente que de hecho las limitaciones (cuando son efectivas, si es que lo son) exceden con mucho esta cuota. Para la mayor parte de la gente, sospecho, la idea es encerrarlos en un cuarto bajo llave y, de ser posible perder la llave. Tirarlos en un pozo del que no puedan salir y que se arreglen adentro. Veinticinco años, apenas casi lo que llevo vivido, encterrados sufriendo todo tipo de abusos, tratados tan inhumanamente que no me cuesta pensar que los animales domésticos reciben mejor trato. Llegado este punto, digo, no veo tanta diferencia entre esa tortura y su ejecución. Y no porque esté a favor de ninguna de ellas.
Es que es mucho más cómodo y menos controversial encerrarlos, asilarlos y dejarlos olvidados (mientras no molesten) que matarlos de manera sincera. Es mucho más confortable que decir que no hay lugar para ellos, que decidimos sacrificarlos; que dios , la humanidad y la historia nos juzguen. Y es también mucho más sucio. Porque eso no sería, claro, menos criminal, pero sería más honrado. Aunque tampoco sé si la honradez hace demasiada diferencia cuando uno ejerce el mal. Y parte de lo terrible de la situación es que si las cárceles estuvieran, no bien, sino un poco mejor, ello probablemente haría que buena parte de los marginales quisiera estar en ellas (incluso a costa de tener que cometer un delito o recortar sus libertades). Así están de mal las cosas.
Y esto es general, es más cómodo dejar morir de hambre y sufrimiento a un montón de chicos en el chaco que dormirlos para que no despierten. Claro que la tortura por inacción suena mejor que ensuciarse las manos. ¿Pero nos hace menos asesinos tener las manos limpias? ¿Seremos perdonados por eso si hay alguna justicia? No lo creo. Y yo tampoco soy inocente en esto.
Pero con la culpa, como con tantas cosas, hay grados. Y hace no demasiado, me encontré en la La Nación, con una columna presuntamente informativa pero que era de opinión. Trataba presuntamente sobre un error de planificación, pero era en realidad sobre la marginalidad y qué se puede y debe hacer con ella. El título, muy ilustrativo era: "No hay lugar para 580.000 chicos en las escuelas públicas", escrito por Laura Casanovas. Debido a la asignación universal, además de aumentar enormemente el control sanitario en menores, más de medio millon de niños y adolescentes se han reincorporado al sistema educativo (condiciones para cobrar la módica suma conferida por la ley en cuestión a las familias con menores en edad escolar y situación precaria: pobres). La nota no era "Más de medio millon de jóvenes se reincorporan al sistema educativo; surgen problemas edilicios". El mensaje era claro: no hay lugar para ellos, mejor olvidarlos, ("Los olvidados" era la película de Buñuel?) mejor ignorarlos hasta que cometan un desliz y podamos con toda justificación (no con justicia, se entiende) encerrarlos de a cinco en un cuarto de dos por dos con una letrina y tirar la llave.
Una de las sorpresas más interesantes sobre la moralidad es que la cuestión no es tan compleja. Russell lo expresó en una entrevista con una simplicidad magistral (que evocaba en gran parte a Budha y a lo mejor del cristianismo): la violencia y el odio son estúpidos, el amor es la inteligencia. Yo, que no soy tan magistral y que dudo un poco más que Russell y Swedenborg sobre la primacía del intelecto en cuestiones morales lo digo de otra manera: hay gente mala. Y no los quiero.

sábado, 24 de abril de 2010

Hawthorniano

Últimos días de Abril; primeros días de frío. Subterraneo línea A, lleno. Interior, dos tipos conversan, uno bastante alto y ya mayor, el otro de unos cuarenta años y metro sesenta de estatura:
El menor: No lo soporto más. Es inaguantable, me sigue todo el día. Me pregunta cosas: ¿Y esto cómo se archiva? ¿Aquello quién lo firma? ¿Y las primas cuáles son; dónde está el balance 2006?
El Mayor: Y bueno, quiere aprender, es nuevo. Dale unos meses más, que se acostumbre y seguro se calma.
El m : Vos no entendés, ahora se cortó el pelo igual que yo, se compró un saco igual al mio, como en la película de la mina esa...
M : ¿Mujer sola se busca?
m : Puede ser, la de la inquilina loca que quiere tomar el lugar de la locadora.
M : Con el costo de los alquileres, no es una locura... (sonríe)
m : No es gracioso, el tipo tiene un problema.
M : Río de Janeiro, la próxima es la mia. No te preocupes, no creo que logre reemplazarte sin que lo notemos. Es mucho más alto que vos.
[el mayor abre la puerta, se baja y camina rápido hasta perderse en la multitud de personas que caminan rápido]
m (entre dientes) : qué pelotudo, no entiende.

Noto entonces en el fondo del vagón a un hombre muy parecido a m, aunque notablemente más alto, vestido de manera semejante, que lo mira y toma notas. Bajan ambos en Primera Junta. Me pregunto si será ese el socías mencionado. Me pregunto si el petiso correrá peligro. Días despues, nuevamente en el subterraneo, escribo:

D de Doppelgänger

1- A se hace pasar por B profesionalmente, esto es, dedica su tiempo a ello sistemáticamente. Lo imita en sus gestos, en sus gustos. Se comporta como un doble. Luego de años de una vida insoportablemente artificial , agotado, A se suicida.
-B se siente vacío. Muere al poco tiempo. Quizás se suicida.
[lo primero le habría pasado a S. Kubrick]
-
B acababa de suicidarse, A lo ha imitado involuntariamente.
[su última acción, aquella que pretendía redimirlo de la dependencia resulta ser, en todo sentido, el tiro de gracia de su condena autoimpuesta]
-
B está mucho más tranquilo, se muda al centro, come en pizzerías y sale casi todas las noches. [este me gusta porque es inesperado, y podría ser una metáfora o una alegoría. Por ejemplo de que comer en pizzerías y salir llevan a la felicidad, o de que una vez que ya no respondemos a aquello que era nuestra imagen somos realmente libres].
- Un día, ya harto de la duplicidad, B envenena a A. B muere mientras que A sólo experimenta un conjunto de síntomas inexplicables.
- En algun momento se introduce algún elemento onírico, todo resulta ser un sueño. Pero luego, en algún momento de vigilia se presenta un elemento inquietante (por ejemplo, aparece A, que es igual a B pero mucho más exitoso).
[Vulgar y muy usado, sí, pero si se lo hace suficientemente largo, aburrido, incomprensible y pretencioso, puede venderse como guión para una película nacional]
- Una tarde de otoño, caminando por Parque Chas, B y A se trenzan en una pelea y terminan inconscientes. al despertar no saben quién debe imitar a quien. Luego de un rato de mutismo Zeus interviene y los convierte en piedra.
[un final clásico]

Llegué a la estación Puán. Subí las escaleras. Nadie me seguía. Subí las otras escaleras. Solo con mi pensamiento; aliviado. Y nada más pasó hasta que espanté involuntariamente al mendigo.

jueves, 1 de abril de 2010

J. S. Mill, previsor.

Anota John Stuart Mill en su diario con fecha 9 de marzo de 1854:

"Lo característico de Alemania es la ciencia sin pensamiento; de Francia, pensamiento sin ciencia; de Inglaterra ninguna de las dos cosas.
Los alemanes, ciertamente, intentan producir pensamiento; pero su pensamiento es peor que ninguno. Los ingleses, salvo raras excepciones, nunca lo intentan. Los franceses están tan acostubrados a él, que aquellos que no pueden pensar en absoluto vierten los resultados de su no-pensamiento en las formas del pensamiento"

Bien podría haberlo escrito en 1954, 1984 o ayer. Y si alguien que opina distinto, que se arremangue y me espere afuera que, como buen argentino, tengo los puños llenos de razones.

martes, 23 de marzo de 2010

23-3-2010

Día Meteorológico mundial

Se suspende por lluvia

sábado, 20 de marzo de 2010

Curioso marketing

... recordé el día en que cerró la "Academia Fracassi de música" y me hice de unas partituras y un atril. Pero eso fue hace ya tiempo y esto ocurrió hace apenas unas semanas. Allí estaba, uno como tantos pero destinado a mi, uno como muchos, incluso uno no muy distinto de otros miles: un ejemplar de Cirenaica, una novela de Ermanno Cavazzoni. En la solapa constaba la siguiente sentencia:
"Este no es un libro para quinceañeros llenos de bellas esperanzas ni para señores maduros, pensantes y equilibrados. Este es un libro para todos aquellos que son unos fracasados y lo sospechan, independiente -mente de la edad y el censo, e intuyen que si tuviesen que vivir otra vez, volverían a fracasar".

Definitivamente es un libro para gente come il faut, pensé. No sólo porque haya algo bastante digno en fracasar, que supone que uno ha intentado, ni porque su carácter cíclico ejemplifica nuestra inagotable fe. Siempre me han resultado más convincentes este tipo de estrategias, en las que uno sólo necesita sentir cierta empatía con el destinatario ideal de la cosa promovida, que aquellas en las que se supone que uno se identifica con él. Pongamos un ejemplo. Hay una serie de libros que se llaman X para Ys: Filosofía para principiantes, Marketing para administradores de consorcios, Teoría política para gente inteligente (debo confesar que esa serie de "para gente inteligente" me tienta; sus volúmenes traen dibujos, esquemas y son muy coloridos). Son todos ellos menos detestables que los de la series tóxica (Gente tóxica, relaciones tóxicas, amores tóxicos, tóxicos tóxicos, etc.), pero apuestan al siguiente razonamiento del lector cliente: Soy inteligente, soy administrador de consorcios, soy marketing, soy el camino y la puerta, estos libros son para mi. Mucho mejor es vender libros para fracasados. Nadie dirá, soy un fracasado, esto es lo mio y lo comprará esperando sosiego para su incompetencia. Quizás nadie lo compre, después de todo así debe haber llegado a la mesa de saldos en que lo encontré, pero esa es otra cuestión.

El autor además ha publicado Los escritores inútiles un verdadero manual para todo literato que empieza así:
"Quien quiera ser un escritor inutil no tiene más que ejercitarse. Se recomienda el ejerciciode los pecados, que son siete; hay que insistir en cada uno de ellos hasta que pronto se obtiene una nueva visión y uno se queda allí, mudo, blando e incapaz de todo... hay escuelas para esto."

Curioso marketing y curiosas intenciones didacticas las de Cavazzoni. Innecesario es decir que me compré el libro. Y así, por asociaciones libres, siguiendo el camino que imponían los pensamientos...

jueves, 4 de marzo de 2010

Primera metamorfosis (La metamorfosis de la tía Chola)

- Éste es el nuevo milagro de la alternativa naturista- dijo la tía Chola, se tragó un globulito e inmediatamente se convirtió en una veinteañera. Fue hasta la cocina y volvió con dos tazas de infusión y unas galletitas que parecían pequeñas láminas de aglomerado. Acerqué la nariz a una de las tazas y manó de ella un aroma que olía a calle arbolada mezclada con manzanilla.
- ¿Café no tenés?- dije, mirándola de reojo porque todavía no me había acostumbrado a su nueva imagen.
- No, el café hace mal. Probá este té que es riquísimo y además es cien por ciento natural.
Le di un mordisco desganado a una galletita y se me quedó pegada en el paladar. Mientras apuraba un sorbo del potaje para bajar el bolo de aserrín, un aroma familiar llegó en mi auxilio desde la cocina y me hizo sentir una especie de nostalgia prematura.
- Estás cocinando un bizcochuelo...- dije con la esperanza de que reemplazara los cuadraditos prensados por una porción esponjosa con sabor a cacao.
- Es para vender mañana en la feria de Plaza Francia- me interrumpió.- Con eso me voy a pagar las sesiones de vibración védica.
Omitiendo cualquier comentario al respecto, le agregué un poco de azúcar sin refinar al brebaje para hacerlo un poco más potable y lo terminé de un trago. Giré la cabeza hacia los lados sin saber qué decir y, por hacer algo, miré la hora en el reloj.
- ¿Estás apurado?
- Más o menos. En un rato me encuentro con una chica que conocí hace unos días. ¿Vos tenés algo que hacer?
- A las seis tengo el curso de aromaterapia y a la noche me pasan a buscar mis amigas para ir a un concierto tributo a los Rolling Stones.
- ¿A los Rolling Stones? ¿Pero a vos no te gustaba Pugliese?
- Está bueno, pero las clases de tango son los viernes a las ocho- dijo y rápidamente agregó:
- ¿De qué signo es?
- ¿Qué?
- La chica. ¿De qué signo es?
A esa altura ya nada podía sorprenderme, pero ni siquiera me había preguntado el nombre.
- No tengo la menor idea.
Sin café ni bizcochuelo, imposibilitado (pese a haber sido testigo de la metamorfosis) de identificar a esa joven de curvas perfectas como la tía Chola y considerando la prohibición del incesto, decidí irme de inmediato.
Gané la calle, me metí en el bar más cercano y pedí un café con leche con medialunas. Como todavía era temprano consideré seriamente cancelar la cita. No quería ni ver lo que podía haber pasado con esa chica que unos días atrás me había resultado tan atractiva.

martes, 16 de febrero de 2010

Perder el tiempo

Hace algunos años, con la pretendida excusa de profundizar mis conocimientos de la lengua y cultura francesas, me encontraba recorriendo la autopista que conecta las principales ciudades que median entre Paris y Aix en Provence. Es innecesario decir que no era yo quien conducía (mi natural y universal impericia limitan mis posibilidades como conductor a la bicicleta, con la que no puedo ocasionar mayores daños). Llegando a pocos kilómetros de la ciudad de Lyon (puede ser otra ciudad, da igual) la autopista se interna en unas profundidades dantescas que se extienden hasta que uno se encuentra nuevamente a pocos kilómetros de la ciudad de Lyon, yéndose. Si no recuerdo mal, mientras atravesábamos iluminado tunel de cemento (lo que demoró unos veinte minutos) quien conducía comentó que gracias a esa maravilla de la ingeniería estábamos ganando casi media hora de nuestro tiempo. No tuve sin embargo la impresión rejuvenecedora de ganar media hora de mi vida. Lo cierto más bien es que perdí veinte minutos recorriendo un túnel como si fuera un topo y la oportunidad de ver algo de Lyon ( que puede haber sido otra ciudad, da igual, especialmente si uno va por un túnel).
Esto vino a mi memoria en una reciente conversación sobre la educación pública y la forma en que se imparte actualmente. Sin contar con el menosprecio que sufre la labor docente por mérito propio y el escaso nivel profesional de muchos de los profesores, no de todos afortunadamente, se encuentra el menosprecio teórico y sistemático de su labor. Ambos están relacionados y pueden resumirse en dos o tres ideas igualmente nefastas: que las clases y la instrucción formal son sólo un aspecto y en absoluto uno de los más importantes en la educación de las personas; que la educación y su calidad deben ser juzgadas, no por los expertos y docentes sino por los propios alumnos, inspectores, caciques, padres, dirigentes políticos y otros metomentodo; que los planes de estudio y sus contenidos deben estar muy en contacto con la realidad social exterior a las instituciones educativas y, lo más grave, que los contenidos impartidos deben ser sola o principalmente, útiles. No sea que los niños pierdan el tiempo.
Pero es esto último quizás el peor crimen. La educación formal tiene valor justamente por no estar sometida al parecer de otras fuerzas sociales y ser ajena- sólo en parte, es cierto que la cuestión es más complicada- a la situación social de los educandos y al juicio de los inexpertos e impertinentes. Es precisamente porque mucho de lo que se enseña y aprende no tiene contacto con la realidad, porque es inútil, por lo que tiene valor verdadero. La realidad puede ser cruel y carecer de oportunidades o ejemplos nobleza –así estamos- pero una buena e inútil educación enseñará literatura y gramática con ejemplos de héroes que se sacrifican por su deber, como Hector por troya, o que vencen enormes fuerzas con su ingenio, como Ulises y los suyos contra el cíclope. Y lo mismo con la gramática que con la geografía. o la matemática Más útil es mandar a los niños directamente a juntar cartón, si son pobres, o a trabajar a jornada completa en una mina o una fábrica, si no son tan pobres. Es decir, la educación útil y socialmente arraigada que se fomenta en lo abstracto es totalmente prescindible e inútil y no enseña nada que no se fuera enseñar por sí mismo.
Otro triste ejemplo de esta actualidad cultural se me presentó visitando el museo de ciencias naturales de La Plata hace tres años o cuatro años con mis por ese entonces infantes hermanos menores (ahora tienen ya quince y trece años y poco queda de esos niños salvo su efervescente negativa abañarse a diario). Fuera de una sala, “conservada casi con vergüenza y con motivos arqueológicos, para que los visitantes pudieran ver cómo eran los aburridos museos de antaño” el resto había sido modernizado. El resultado era el siguiente, en lugar de ver cientos o miles de animales embalsamados, sus esqueletos y poder leer alguna información más o menos escueta, las salas estaban pobladas de televisores desde los cuales podían verse documentales en 23 pulgadas. Al parecer los museos resultan aburridos para aquellos que no hacen más que ver televisión, con lo cual hay que reducir el museo a una oportunidad limitada de ver el cable restringida a los canales educativos, “para llevar el museo a aquellas personas a las que no les gustan los museos”. Llegado este punto, tampoco se ve para qué ir al museo, lo que los televidentes conjeturaron por sí mismos, ya que el museo no estaba siendo visitado más que por individuos decepcionados y vetustos que prefieren ir a los museos a mirar televisión. No necesito decir que la “sala histórica” era la única que merecía la pena: una estampida de los animales más grandes del mundo, sus huesos montados en posición de correr, debajo de un esqueleto de ballena íntegro colgado del techo con sus buenos veinte metros de extensión.
Todas estas cuestiones me llevan a pensar en un proceso que tiene mucho que ver con la “cultura del microondas”: el mecanismo general de hacer algo más fácil a costa de arruinarlo por completo. Para hacer la gramática más fácil, se quitan los ejemplos literarios, poco vinculados a la comunidad local (que habla mal y escribe, por cierto, como puede comprobarse en la redacción de cualquier periódico), se la deja completamente carente de sentido (qué es la gramática y qué son los recursos literarios alejados de la literatura y el buen uso del lenguaje) y, lo que es peor vaciada del valor moral y cultural que se encontraba en esos ejemplos. Para hacer la educación popular, se la hace inútil al pueblo. Lo mismo con los museos, los caminos y tantas otras cosas. Para comer velozmente se hace de la comida un producto propio de los astronautas: pre congelado, pre cocido y, me temo, pre digerido; en otras palabras, se gana el tiempo de comer a costo de sacrificar la comida. Un buen ejemplo, un ideal al que nos estamos dirigiendo y que deberíamos tener en vista para poder aproximarnos de manera más conducente son los animales, que no pierden su tiempo sino para descansar y reponer fuerzas para lo verdaderamente útil (o mejor incluso las plantas que ni siquiera pierden tiempo con el sueño).
No sé qué pensarán ustedes, por mi parte me voy a amasar unos fideos caseros (un puñado de harina, un huevo, nada más), beber una copa de vino y demorarme en el almuerzo. Luego a leer y, en todo caso, en cualquier caso, a perder el tiempo, que es el uso más humano que podemos darle.

viernes, 5 de febrero de 2010

26 DE DICIEMBRE DE 2019

Buenos Aires, 26 de diciembre de 2019

Espectáculos

Sentido homenaje a un artista revolucionario
Se estrenó la esperada película sobre la vida de Sandro

A casi diez años de su muerte, se estrenó en Buenos Aires “Gitano, genio y figura”, la esperada película sobre la vida de Sandro. Se trata de un merecido homenaje a este innovador de la música popular argentina.
Después de años de que los medios y el ambiente artístico relegaran al ídolo a un plano de artista de puro entretenimiento, este film viene a poner las cosas en su lugar. La historia narra los vaivenes de la carrera de Roberto Sánchez desde sus inicios, mostrando los duros comienzos en los turbulentos años sesenta, poniendo de relieve su compromiso con la música y destacando la influencia que ejerció sobre innumerables artistas de su generación y de generaciones posteriores a nivel nacional e internacional. Vaya como ejemplo su influencia sobre Jim Morrison, quien habría comprado el álbum “Alma y fuego”, editado en Estados Unidos en 1966.
Hay en el film escenas memorables, como aquella en la que sus compañeros de banda (Los de Fuego) quieren firmar un contrato con una discográfica internacional ante la indignación del cantante que se retira exclamando: “¡Mi arte no es una mercancía!”.
Resultan también reveladores los bien documentados datos que se aportan para demostrar que Sandro era, aunque muchos lo ignorasen, un artista comprometido políticamente. “Rosa, Rosa” estaría inspirada en Rosa Luxemburgo y sería también un claro homenaje a la trayectoria y militancia del inolvidable Osvaldo Pugliese. Es que la eficacia de sus metáforas para eludir la censura que ejercieron las reiteradas dictaduras militares en la Argentina produjo una de las obras poéticas más sutiles de la canción popular. Asimismo, la equivocada interpretación que se ha hecho sobre algunas de las películas protagonizadas por el astro (denostadas por la crítica, consideradas como cine-basura por los intelectualoides), ha sido acertadamente rectificada en los últimos años por el filósofo José Pedro Freimann que ha descubierto en ellas el contenido oculto que muchos habían ignorado: la reivindicación del joven idealista comprometido que lucha contra el conservadurismo burgués y decadente de los padres de su novia.
Otro punto novedoso y polémico son las alusiones a la despenalización de las drogas que se esconden detrás de su maravillosa lírica. Es verdad que, varios años atrás, Diego Capusotto descubrió el mensaje oculto en la letra de la canción “Dame fuego”, pero cierto es que la película ratifica esta teoría al revelar el origen de aquella otra letra que dice: “Tengo un mundo de sensaciones que te quiero regalar”, que aludiría a un porro que el artista habría regalado a una chica durante su juventud.
El director tampoco elude el compromiso al filmar los terribles momentos en que la salud del genio se deteriora y realiza estas escenas con particular destreza y sensibilidad. La tristemente célebre adicción de Sandro al cigarrillo lleva a que sus amigos intenten convencerlo infructuosamente de que deje el vicio. “¡Salí, careta!”, le grita a uno mientras lo empuja y sale corriendo hacia el kiosco a comprar un cartón de diez paquetes.
En resumen, se trata de un film valiente que no sólo es una fiesta de música y emoción para los fanáticos de la estrella, sino también una profunda reflexión para todo el público sobre el genio artístico, el mundo del espectáculo, el éxito y sus miserias. Imperdible.

Norma Plafón

viernes, 29 de enero de 2010

La construcción virtual del imaginario social: prolegómenos a una crítica de la ficción popular en la era multimedial.

El mundo editorial y literario celebra la póstuma edición de la obra magna de Pierre Duchant La construcción virtual del imaginario social: prolegómenos a una crítica de la ficción popular en la era multimedial. El autor, nacido en 1981 y autor también de Otros libros, compiló y estudió durante ocho años las nuevas formas de literatura a que dio lugar la difusión de la red de redes. Considerado el enfant terrible de la vida universitaria del nuevo milenio, sus clases y conferencias lo convirtieron en un referente en el área y su selección crítica de los mejores exponentes de esta literatura era esperado con ansiedad por el mundo académico desde hacía varios años. Infortunadamente, su temprana muerte producto de una infección por Sacarovictus Coccus no le permitió ver finalizada su obra, pero las numerosas notas y escritos encontrados por su familia permitieron a los eruditos dar forma final a la que es, sin duda, su obra cumbre. Aquí reproducimos el prólogo escrito por Duchant a modo de homenaje.

La aceleración de la accesibilidad al espacio dual de la fisicidad moderna, que como en las más apocalípticas pesadillas borgeanas se cierne amenazante –imparable fagocitosis metafísica- sobre su contracara ontológica: la mente, el mundo la historia (ruinas melancólicas y raídas de la mitología fundacional de nuestra post- existencia hipercapitalista), en el que los no- sujetos imaginantes prolongan su presencialidad global, desgarran su unicidad identitaria, resultando en múltiples escisiones de lo uno o fusión unitaria de lo múltiple –condenando así al ridículum a toda pretensión de clasificación cosificante, sustancializante-, y su situabilidad cartesianizante se esfuma en la no- localidad del cuanto, arrojan cada vez más a la infinita virtualidad los embriones de una neo- literatura viralmente creciente, que avanza en directa proporción a la regramatización y reortografización de las lenguas, en la que cristalizan los nuevos mitos fundacionales de una culturalidad global. Cabe, empero, rescatar lo trans- epocal manifiesto en su apelación a los motivos de la finitud, la fragilidad del cuerpo, la plutomanía y la devoción a lo trascendental. La literatura hoax, aunque el concepto de literatura sólo tenga sentido a la luz de un paradigma definidor al que el hoax es ajeno, por lo que se ha sugerido el más adecuado neo- literatura o post- literatura –terminología ésta que depende de la interpretación de las condiciones de posibilidad de su existencia, sobre la que los académicos aún no hemos llegado a acordar-, funda, decíamos, una nueva manifestabilidad simbólica de la sentimentalidad, del terror, de la caducidad que, como todo espacio de significantes, instaura su propio correlato en el plano del ser. Constitutiva de su esencialidad es su no- originariedad, su no- autoricidad –tan inconmensurable con lo anónimo donde la ignorancia es indeterminación de un referente existente en tanto que aquí se trata de una condición fundamental de no existencia- que es síntoma de su virtualidad. Los ejemplos se multiplican y sus consecuencias para la mencionada constitución de una onticidad de no- sujetos deslocalizados fluida y global son incalculables. Su radical alejamiento de –oposición a- la sólida concretidad del ente moderno se ve en la clausura de su efectividad dentro del espacio de lo virtual. Así, la plutomanía compulsiva se retroalimenta infinitamente sin salir de la virtualidad en la circulación de textos como “Bill Gates está compartiendo su fortuna. Si usted ignora esto se arrepentirá después. [...] Si usted remite este e-mail a sus amigos, Microsoft puede rastrearlo y lo hará (si usted es usuario de Microsoft Windows) en un periodo de tiempo de una semana [...]. En dos semanas, Microsoft se pondrá en contacto con usted para pedirle su dirección y entonces le enviará un cheque”. Así también, el hoax ha generado una nueva interpretación de la mortalidad y su transemanticidad con la microbiología, la química y la botánica en una de las piezas de mayor sentimentalidad existencial y complejidad estructural: “El día 08/01/06 mi hermano infelizmente falleció y como los médicos aún no nos habían dado el diagnóstico, llamé a mi abogado que entró en contacto con el Hospital. Tuvimos una reunión directamente con el director del hospital. Para nuestra sorpresa el caso era el siguiente: los sitios nocturnos sirven cervezas LONG NECK, y muchas personas piden que sea colocado una RODAJA DE LIMÓN para darle un “toque especial” (y por qué no decir mortal). [...] El Acido Cítrico del limón “viejo” en acción con los conservantes estabilizantes excesivos presentes en la cerveza son un paraíso para microorganismos ya existentes naturalmente en las cervezas (Sacarovictus Coccus Cevabacillus ativus) tipo draft. El resultado es la producción de una toxina altamente nociva a nuestro organismo”. La evidente interculturalidad del texto –la iconogafía foucaultiana del hospital, la apropiación de la terminología de Linneo, así como las alusiones a la cultura popular y de la noche- fueron motivo de agudas indagaciones académicas de las que nuestra lista de fuentes bibliográficas puede mencionar solamente aquellas que más repercusión han tenido o que puedan servir de orientación para ulteriores indagaciones. Por lo demás, la corrosiva constitutividad así como la relingüisticalidad de los textos seleccionados es patente, por lo que dejamos paso a la receptividad hermenéutica del leyente.

jueves, 21 de enero de 2010

EL RUIDO III (El discreto encanto de la discreción)

“Señor, vea que se le moja el paraguas”
Macedonio Fernández
Del bobo de Buenos Aires

El ruido me persigue por toda Buenos Aires; y como he decidido que la ciudad me es casi tan desagradable como grata (pero menos desagradable que grata), querría hacer un mínimo aporte para mejorar, aunque más no sea de modo infinitesimal, la vida en la urbe, considerando que yo mismo me he condenado a ella.
Cansado ya de soportar las impertinencias sonoras en los transportes públicos de pasajeros, y en vista de que me es imposible obligar a las empresas a que renueven su parque automotor, para con ello atenuar el ensordecedor ronroneo de sus diesel, el irritante chirrido de sus frenos y el penetrante resoplo de aire comprimido de sus puertas automáticas, me limitaré a intentar modificar sutilmente los hábitos de los pasajeros.
A fuerza de cambiar infructuosamente de vagón en trenes y subtes, de omitir mi queja al pasajero fuera de juego por temor a que éste lo tome a mal, o por miedo a perder yo mismo los estribos (con el consiguiente riesgo de ser arrojado del vehículo en movimiento por un tipo de pocas pulgas), he decidido probar una nueva estrategia.
Sabido es que el pedir que una persona baje el volumen de su música puede ser erróneamente considerado como un atropello a su libertad (¡oh, palabra bastardeada!) en pro del bienestar de uno (que al aludido le es francamente indiferente). El método consiste, entonces, en hacer creer al sujeto que uno desea hacerle un favor. Por ejemplo, ante un joven que insiste en aturdir a todo el pasaje con su música, se puede decir cortésmente:
-Disculpe usted, caballero, pero ¿no considera que está haciendo un deshonor a esa música (acá valen las mentiras piadosas, ya que la causa es noble), reproduciéndola en un aparato que tiene muy mala fidelidad? ¿Acaso su disfrute no es interrumpido constantemente por un contrapunto de motores, frenadas y bocinazos? Pienso que sería mucho mejor para usted gozar de la alta fidelidad, sin interrupciones, apoltronado en el sillón de su casa.
La cuestión de los celulares requiere estrategias similares. El primer caso se refiere los ringtones que reproducen, con un sonido espantoso, fragmentos de piezas célebres, como por ejemplo la badinerie de la suite número dos o la fuga en re menor de Bach.
-¿No cree, señor, que, a fuerza de recibir continuos llamados ingratos e inoportunos, terminará usted detestando esa pieza maravillosa?
El otro caso se refiere a aquellos que sostienen largas conversaciones (a menudo discusiones) a través de la red de telefonía móvil. Habitualmente lo hacen vociferando, de modo tal que uno no puede sostener una conversación a media voz con un compañero de viaje ni sumergirse en los propios pensamientos. En tal caso se puede utilizar el siguiente recurso:
-Disculpe, señorita, pero me parece que varios pasajeros están muy interesados en eso de que su novio le mete los cuernos. Hay una señora que está empezando a mirarla a usted de reojo y a sonreírle socarronamente a la chica que viaja a su lado. ¿No cree que, por resguardo a su intimidad, debería continuar la discusión en otro momento y en privado?
Ahora que lo pienso bien, no sé si el método será muy efectivo. Quizá lo mejor sea viajar siempre en taxi, pero la verdad es que no me da el presupuesto; y para colmo también existe el riesgo de tener que pedirle al taxista que baje el volumen porque, al menos a mí, Radio 10 me exaspera.

domingo, 3 de enero de 2010

Kafka: basado en hechos ficticios.

La vida literaria y la vida misma, que a veces es también literatura, que siempre, cuando buena, es una parábola de la vida, no recorren en general caminos parejos. Pocos pueden, como pudo Dickens, sostener una vida larga de producción y éxito más o menos constante. Y aunque son bastantes los que como Schiller, Wilde o Verlaine, alcanzan notoriedad a edad temprana, los más, como tantas bataclanas, tienen una vida breve en las literarias alturas (“todo cae” pienso que piensan tantas bataclanas). Descontando a los que caen en el lugar común (equivalente literario del saco azul-pantalón gris) y optan por quedarse ciegos (Homero, Flaubert, Joyce) hay otra clase de escritores. Estos últimos publican de más en más, alcanzan fama creciente y dedican sus años de madurez a la edición y publicación de sus aparentemente inacabables borradores. Kafka, es de prever, hubiera podido ser de esos últimos; sabemos hoy, no pudo.
Nacido en Praga en 1883, conoció la literatura, el amor y la pobreza. Ejerció las tres apasionadamente. Contrajo matrimonio y tuberculosis. Murió en Austria, en 1924. Debemos nuestro conocimiento de su obra a la tuberculosis, a la desobediencia de Max Brod y a diversos editores. [N de E.qué detestables, en general, los editores de crítica, con sus estudios preliminares duplicando la extensión de los libros, evitando que uno pueda disfrutar del doble de obras del autor que importa, y llenando con notas vulgares las partes más bajas de muchos buenos relatos.]
La observación borgeana de que Kafka, como todo escritor clásico, ha creado a sus precursores se ha convertido, justamente, creo, en un locus classicus: “El hecho es que cada escritor crea a sus precursores. Su labor modifica nuestra concepción del pasado…”. Sorprendentemente, Borges no menciona a Chejov entre los precursores de Kafka. Cuentos como “Vania se examina en griego”, “El actor trágico” o “ El suboficial Prishibieiev”, fechados entre 1883 (año de nacimiento de K) y 1885, lo prefiguran en no menor medida que Browning o Kierkegaard.
Igualmente universal, aunque menos explícita, es la idea de que Kafka a su vez puede inscribirse en la línea de Becket, Heidegger y, pongamos, Derrida. Más aun, esta es la lectura usual: K sería el típico sujeto arrojado en un universo irracional. Pero las cosas son de otro modo. Yo no creo que Kafka participara de la amarga jactancia y del orgullo infeliz de los “contemporáneos”. Yo no quiero creer eso. Kafka no está retratando un ideal, ni un universal. Su obra es política en el más alto sentido, es una obra moral. Él está denunciando el peor de los crímenes en masa que se estaban por cometer: la defensa del desencanto y la envidia.
No sé cómo pudo universalizarse una prédica de la infelicidad y el odio. De cómo el siglo XX pudo finalmente establecer como punto de partida poco menos que evidente que todas las virtudes, felicidades y realizaciones humanas deben ser despreciadas por falsas. No sé cómo es posible que se acepte que la única forma de existir es finita angustiosa y vacía. Ni siquiera podría entenderlo si esa falsedad fuera cierta (y no lo es). Sus acólitos, no ven una refutación de sus esperpentos teóricos inhumanistas en un hombre feliz que juega con sus hijos o pasea con su familia; sólo ven en él un hombre engañado. Así hacen su camino de miopes que negando el caracter definidode las formas (que sólo ven borrosas en el mejorde los casos) queriendo convencer a todos de que se pongan sus lentes de desenfocar; mezclando lo claro y lo oscuro , lo distinto y lo dudoso en un gris apatíco de mierda. ¿Quién ha visto ciegos burlarndose de los videntes y de su ilusión del color?
Volviendo a nuestro asunto, lo que quiero defender es que Kafka no pertenece a las filas de los propulsores del descontento universal; a esa clase de hombres y mujeres que no pudiendo sentir verdadero amor por otros hombres o mujeres, no pudiendo sentirse hermanos, en lo esencial, del cazador de jirafas de Namibia o de los decoradores de cuevas de la cuenca del Indo, se aplican a profesar la imposibilidad del primero y la inexistencia del último. Pensar eso es como creer que los Grimm defienden el carácter terrible del mundo por el costado terrible de sus historias, o que el párroco Dogson defiende sa naturaleza ilógica del mundo sobre la base de su juego de espejos.
La obra de Kafka juega casi invariablemente (al menos en las novelas y en muchos cuentos) con la presencia de un elemento irracional en una trama ordenada. Un ser topo mítico en un pueblo normal, un hombre que cree que quiere llegar a un castillo, una obra desproporcionada entregada a ejecutores más o menos anónimos, etc. El juego de kafka está en explotar ese contraste, como en toda literatura del absurdo.
Mi tesis es que en muchos relatos ese elemento irracional es el protagonista de la historia, como ocurre en el relato “Ante la ley” y en su parábola, “El proceso”.
El hombre que cree que ha caído en una trama irracional y que ha quedado presa de un mal casi personal, no es un condenado, es alguien que no cree ser un condenado y no tiene el coraje de asumirse como tal, ni como inocente. Lo terrible de estos relatos no es el orden imperante, su falta de sentido, ni el papel que nos toca desempeñar. Lo terrible es vivir excluidos de ese orden. Pero esa exclusión es meramente un acto de conciencia, reflexivo, un acto de escisión del mundo. Pensar que podemos quedar fuera de ese orden que rige todas las cosas, de ese cosmos, es lo absurdo mismo. Pensar que el cosmos puede dejarnos afuera una mañana de abril (por no decir otro mes y elegir uno universalmente templado) es como pensar que podemos despertarnos esa misma mañana en la piel de un rinoceronte, siendo un unicornio o una marsopa (sea lo que sea la marsopa).
Pensemos en el relato “Ante la ley”. Allí están el guardián y el sujeto que “quiere entrar” jugando a Hamlet (o que juega a Hamlet queriendo entrar). Por qué hay allí un solo torturado, un solo sufriente. Hay dos hombres atados a una puerta, cuál es la diferencia entre ambos. Que uno acepta su lugar, cualquiera este sea y el otro no hace más que pensar en cuál será su lugar. Separado de la acción y de la vida, el necio desperdicia su tiempo todo en cavilaciones e infelicidad. Imaginemos este relato:
“G, ha estudiado en la escuela legal de guardias de Niemansburg. Sus calificaciones y cualidades no son destacadas, pero tampoco es el último de su clase. Tras la graduación es asignado a la puerta número 237 de La ley. Se lo instruye en su misión. G hubiera esperado algo más pero entiende que eso es lo que hay para él, toma sus cosas, se parapeta frente a la puerta y espera. La labor transcurre sin sobresaltos dentro de los márgenes previstos. Sólo se le ha ordenado vigilar la puerta, que está abierta, y se le ha dado alguna información un tanto inconclusa sobre las labores que se realizan detrás. Un día un hombre lo interroga sobre la posibilidad de pasar. Los días transcurren, el hombre envejece, jamás intenta pasar. G no tiene órdenes precisas sobre qué hacer si aquel forzase la entrada, o sí, pero en cualquier caso sabe que es un buen guardián y duerme el sueño de los justos. Francamente no entiende la existencia de un sujeto tan pusilánime y le parece que todas sus angustias son producto de alguna clase de locura, quizás debida a su carácter de extranjero. Acepta eso también como hubiera aceptado la presencia de fantasmas, si los hubiera tenido frente a los ojos. Completa su misión, se retira.”
La vida de G no es angustiosa, ha aceptado ser humano. El protagonista de la perspectiva kafkiana del relato es el otro hombre, o lo que es lo mismo, el topo. Un elemento no resignado a pertenecer al mundo, ni a ser un dios o como un dios. Como una mancha orgullosa en un mantel jactándose del poco relieve del hilo blanco.
Si así fuera, y basado la firme evidencia de hechos ficticios no veo por qué no podría serlo, Kafka también tiene por precursores a los filósofos de desaliento, el hombre arrojado y la angustia. Precursores póstumos, que no alcanzaron a ver ambos lados de la moneda. Hombres que no pudieron contentarse con ejecutar su incomparable destreza en un solo trapecio.
Los personajes de Kafka, muchos, los protagonistas, no son héroes. Sólo los policiales negros tienen héroes (como Casablanca o la Iliada). Los protagonistas de Kafka no son seres racionales arrojados a un mundo irracional, son el elemento irracional del mundo. Son, cuando humanos, cobardes. El heroísmo está en aceptar nuestro papel secundario, nuestras dos o tres líneas cuando mucho en la historia y actuarlas como es debido; por instinto, en general, o por aceptación; con una media sonrisa. Hector, Rick, y el personaje de de Will Ferrell en Stranger than fiction apuntan en esa dirección. Gloria a ellos, cuyos nombres, como los nuestros, no figuran en ninguna calle.