martes, 22 de junio de 2010

Segunda metamorfosis

Finalmente y pese a mis temores, volví a encontrarme con ella. Pero cuando se desnudó me costó creer lo que veía: dos literales melones rematados por sendas frutillas contorneaban el pecho, los glúteos eran de auténtica piel de durazno y el pubis estaba cubierto por barba de choclo. Sentí que estaba frente a la personificación de un Arcimboldo.
Pasado el impacto inicial, me fui sin decir una palabra. No me había imaginado que se refería a eso cuando me dijo que la vida natural la había cambiado completamente por dentro y por fuera.

jueves, 17 de junio de 2010

A la altura

Goethe tenía a Eckermann, Samuel Johnson a Boswell, yo no los tengo ni a ellos, ni a nadie semejante. Y no los necesito. Si tener un esbirro que pusiera los ojos en blanco cada vez que uno logra combinar dos palabras, rematar una sentencia de manera contundente, acertar con un punto y coma o concluir un párrafo sin errores de ortografía evitara que uno dejara un reguero de pavadas por ahí vaya y pase. Pero no es el caso. Y todo esto sin mencionar lo desagradables que se ponen las personas que tienen perejiles a su alrededor. Goethe se junta con Eckermann y le dice: has visto qué magnifica traducción de X acabo de publicar, es de lo más logrado; Eckermann, cuyas lineas no son muy distintas que las de los personajes de reparto de las obras de Platón , confirma; bueno vaya nomás que quiero seguir leyendo el diario- concluye Goethe.
Con todo, amén de sus célebres historias de suicidas epistolares y viejos verdes, el divino Goethe tiene las Máximas Capitales, una selección de sus cuadernos llenos de notas sobre ideas, rimas, consejos (del orden de lavarse los dientes) y observaciones para la posteridad, porque él sabía que en algún momento alguien encontraría los cuadernos y los pondría en la imprenta. A mi criterio, esas libretas contienen lo mejor de la obra de JWvG. En el bulto, por momentos, abandona la pose de "ídolo del movimiento romantico" y se permite un poco de humanidad.
Yo también tengo un anotador. Llevo anotadores desde los 18 años. El diseño ha ido cambiando (una vez que probé el anillado lateral no pude volver al confuso sistema de anillado superior) y últimamente sólo compro libretas Meridiano, justo mérito a su calidad, No 40 o 50 (tamaño bolsillo) de tapas plateadas.
Hoy, buscando ideas, abrí la libreta y leí, escrito en letra temblorosa:
28-5 (noche, 29?)
"Lo inevitable, ciertamente, ocurre."

Dos páginas atrás, sin fecha y en medio de una serie de aforismos ilegibles:

"El Toddy es el alimento de los campeones."

Debajo de ello dos líneas tachadas, luego:

"No obtenemos la dignidad arrebatándosela al enemigo. Ni en la victoria, que como hemos dicho antes, es imposible. Tampoco la obtenemos de nosotros mismos porque para ello deberíamos tener lo obtenido desde el comienzo, lo que sería un contrasentido de la acción y supondría una dialéctica insensata. Creamos la dignidad en la acción misma con nuestra lucha."

Tres páginas atrás:

(26-5)

"Qué queda después del amor. Un mundo envejecido.
Eso sería una sinécdoque? Tengo que revisar el manual de Coll y Vehi."

El texto sigue ilegible por casi dos páginas, sólo identifico las palabras "triste" y "museo" , repetidas veces, y parte de una oración: "tan adecuado como decir que un hipopótamo duerme conmigo, que me cojen (cagan?) las palomas..."

Entre las últimas anotaciones encuentro:

"Cosas de filósofos: sin. especulación inútil. Expresión aplicable a cuestiones tomadas fuera de todo contexto relevante, significativo o en el cual pudieran tener una respuesta remotamente interesante. Vg. Y qué esperaba doña Nelly, esas son cosas de filósofos".

Habida cuenta de lo cual, pienso: sí, yo también aporto a la cultura universal. No seré famoso, pero estoy a la altura.

miércoles, 9 de junio de 2010

Encuentro

Por su aspecto trágico y un poco melancólico, por su naturaleza no del todo informe, el promontorio que vieron elevarse entre la hojarasca marina daba la impresión de un naufragio chiquito. Como cualquier pila de basura en una playa en un día nublado, complicando los contornos y la textura de un panorama completamente gris: cielo gris, mar y arena grises, viento gris, gris temperatura (grises distintos, claro). Esa "cosa", si es que la palabra cosa puede usarse para nombrar algo así, parecía la última (y quizás peor conservada) ruina de la menos avanzada civilización milenaria extinta o un círculo de carretas dejado al sol por los sioux, apenas cubierto por lo que fueran lonas y cuero. Nada, de no ser por los restos de la aleta dorsal y unas tres o cuatro medias costillas, permitía saber que "eso" que se destacaba entre la resaca del mar hubiera sido alguna vez una ballena.
Guardaba todavía el aire sagrado (aunque no afectado ni solemne) que debieron haber tenido los primeros altares cristianos (cuando eran secretos y estaban prohibidos), antes de que las ceremonias se burocratizaran (cuando no eran más que compartir un poco de pan, en secreto, porque estaba prohibido).
Mariano y su hijo se miraron y se descubrieron al mismo tiempo con un gesto más o menos reflejo (e inexplicablemente natural, o sólo explicable por la costumbre cinematográfica, ya que no usaban sombrero en general y sólo tenían unos gorros para protegerse del sol: uno de pescador, tipo piluso, Mariano; Juan uno con visera). Mariano quiso decir algo, algo importante, pero no supo encontrar las palabras. Dijo: qué bárbaro, eh. una cosa tan monumental terminarndo así - Juan asintió con un gesto de comprensión - ya no queda mucho, un poco del cuero este, que es la piel, los huesos, la estructura - casi irreconocible pensó mientras Juan asentía de nuevo- casi nada, casi y así y todo... La ballena y la playa nadaban ya en sus ojos grises.

viernes, 4 de junio de 2010

TANGER EN CONCIERTO



lunes, 31 de mayo de 2010

Reflexiones

I Si usted cree que la sensación de "yo tendría que estar haciendo otra cosa en este momento" es incómoda, pruebe con "yo tendría que estar haciendo algo".

II Descubrir que uno tiene todavía algo de ese romanticismo adolescente, incansable y aventurero es maravilloso hasta que uno toma conciencia de lo estúpidas que son las acciones inspiradas por tan extraordinario influjo.

III Los franceses poseen una antigua expresión popular equivalente a nuestro "gastar polvora en chimangos": " peigner la girafe" (peinar la jirafa). Sé que no hay jirafas en Francia.

IV En ciertas ocasiones, uno escribe ensayos serios. Otras veces, disimula una confesión entre tonterías y espera pasar la semana discretamente.

Apéndice: Hablando de franceses. Me compre un librito de la colección "Que sais -je?". El volumen está dedicado a "L'espionage et le Contre-espionage". Comienza argumentando en contra de aquellos que sostienen que lo poco que se sabe sobre el tema se debe a su naturaleza secreta...

martes, 25 de mayo de 2010

Qui desiderat Pacem...

Tengo una guerra en marcha con la burocracia de la AFIP. Tengo una guerra en marcha con los jardineros, que quieren podar los árboles hasta el tronco. Tengo una guerra en marcha con el zaptero, que iba a tener mis zapatos listos para el viernes, aun no me los entrega y sospecho que los ha arruinado. Tengo una guerra en marcha con el que vende boletos del ferrocarril a Suarez en la única ventanilla que no tiene la leyenda pago exacto de la Estación Retiro. Tengo varias guerras en marcha con gente de Puan. Incluso tengo ahora una especie de guerra civil contra una parte de mi mismo que desea lo que no puedo tener, ve lo que las cosas podrían ser y no lo que no pueden dejar de ser. Y no sé cuántos más. Pero ustedes ya conocen a Martín, siempre peleando o indignado por algo.

jueves, 20 de mayo de 2010

Glosa

En cierta ocasión escribí un ensayo con epígrafe de Epicuro: “Con una actividad desenfrenada se acumula gran cantidad de riquezas, pero a ellas se les une una vida desgraciada”. Comenzaba de este modo:

" Corre el año 1770, María Antonieta contrae matrimonio con quien luego sería coronado Luis XVI, Rousseau se instala en París y realiza lecturas públicas de las Confessions; en Córcega, Napoleón Bonaparte da sus primeros pasos. El 27 de Agosto de aquel año, el mismo que meses antes había dado a luz a Manuel Belgrano, nace en Stuttgart el filósofo Georg Wilhem Friedrich Hegel. Cincuenta y un años después publicaría sus Principios de la Filosofía del derecho.

La inicial perplejidad que provoca la obra filosófica elaborada por Hegel finalmente deviene en respeto, más aun, fascinación Esta última impresión resiste a la prueba de su poco efectiva prosa que no carece sin embargo de la eventual y feliz gracia de numerosos pasajes. De aquella puede decirse justamente lo que Borges adjudicaba, con alguna ironía, a la creación de Whitehead:

“Nadie puede entender la filosofía de nuestro tiempo sin entender a Whitehead, y casi nadie puede entender a Whitehead. Su doctrina general es tan indistinta que sus más implacables refutadores corren el albur de apoyar y corroborar lo afirmado por él. Naturalmente, sus divulgaciones contribuyen a oscurecerlo... Palabra por palabra, hoja por hoja, y a veces hasta capítulo por capítulo, Whitehead es comprensible: lo difícil es coordinar en un todo armónico esas comprensiones parciales. Ese todo (me aseguran) existe.”

Mal haría yo, no obstante, procurando una reseña de los Principios de Filosofía del derecho, peor todavía de la obra de Hegel o de su lugar dentro del Idealismo Alemán. El objeto de este ensayo es, en cambio, comentar, analizar y, finalmente, esbozar algunas observaciones acerca de los Problemas de la Sociedad Civil planteados por Hegel y la naturaleza de su solución.

I Dilthey señala que aunque la Enciclopedia de las ciencias Filosóficas no fue publicada sino hasta 1817, el Sistema hegeliano se hallaba ya completo una década antes. Por ese entonces Hegel ya había concluido dos obras capitales: la Fenomenología del espíritu, publicada en 1807 a partir de los trabajos realizados en Jena, donde se encontraba ejerciendo la docencia desde 1801, y la Lógica, publicada en Nuremberg entre 1812 y 1816.

En el otoño europeo de 1818, Hegel es nombrado profesor de Filosofía en la Universidad de Berlín. Los Fundamentos de la filosofía del Derecho, obra que aquí nos ocupa, es de este período y cumple un papel específico dentro del sistema: la exposición sistemática del entramado de deberes, normas, costumbres y estructuras políticas y económicas que vinculan a los hombres como miembros de una comunidad y sujetos morales.
.."

Y concluía así:

" Ahora bien ¿qué es lo que puede desprenderse de lo dicho? Algunas observaciones. La sociedad civil, por medio del desenvolvimiento del sistema de las necesidades, logra una emancipación de la limitación natural (externa) de las necesidades humanas. Una consecuencia adversa de este desenvolvimiento es lo que, en nuestros términos, puede denominarse marginalidad (la existencia de un conjunto de individuos que no tiene lugar en la sociedad).

Puede que la administración de justicia y el poder de policía basten para impedir las aberraciones de la pobreza. Creo que el punto no es que la sociedad civil no pueda regularse, sino que el tipo de regulación que exige es una mera reacción a la desestabilización hacia la que por sí misma tiende. Es decir, consiste en una regulación momentánea, externa y contingente. Por otra parte, aun concediendo que la solución a los problemas de la sociedad civil implique necesariamente la consideración del plano ético político estatal, no parece que la pobreza y la miseria puedan superarse si no es por el intermedio de la actividad económica. Esta cuestión no es menor, intento decir que pareciera ser que ante el problema de la pobreza hay dos alternativas: o bien tiene solución dentro de la sociedad civil o bien no la tendría en el Estado.

La observación que quisiera hacer respecto de esto último es doble. Por un lado, en el planteo hegeliano, la clave fenoménica que indica la insuficiencia de un momento es la contingencia de su estabilidad interna, su Inestabilidad intrínseca. Tal inestabilidad es el correlato necesario de su deficiencia ontológica y, en este sentido, lo dicho acerca de los problemas de la sociedad civil evidencia que esta necesita de una instancia superadora. Por otro lado, que el problema de la marginalidad no es económico, más bien, el problema económico de la pobreza es sólo un aspecto del problema general de la miseria.

La causa de este último es el deseo desenfrenado y sin guía. La eliminación de esta causa estaría en manos de las corporaciones y el Estado. El estado hegeliano da totalidad a las posibles elecciones de planes de vida y ofrece estándares eliminando la exterioridad de las opciones acerca de las cuales el arbitrio opta. Hace que todo lo que el individuo pueda hacer objeto de su voluntad particular sea algo puesto, no exterior.

La consecuencia de la actividad de las corporaciones es que el control de las pretensiones de enriquecimiento excesivo constituye un contrapeso interno para las motivaciones que llevan al exceso de producción que provoca las crisis económicas que tienen como consecuencia eventual a la miseria (pobreza y marginalidad).

Ante el problema de la miseria, que en el sentido que he dado a esta palabra abarca tanto a la pobreza material como a la marginalidad, no suelen plantearse más que dos opciones: la indiferencia total del laissez Faire y la coerción estatal sobre la caridad. Guardo la esperanza de que haya otras alternativas. Hegel colabora con mi fe."

Hoy, lo que más me trae de Hegel es una inexplicable cercanía con Aristóteles y una cierta idea oscura sobre la decadencia de la cosas, el hecho de que no se puede volver (por motivos ontológicos) ya sean heraclíteos o Hegelianos y , con ello, la memoria de Ulises y todos los heroes que cargaron su remo al hombro y caminaron hasta encontrar un lugar en el que nadie supiera qué era un bote...