Ya me voy, porque es tarde y tengo que ir darle una palmadita en el hombro a mi amiga la cantora, aunque el sacapuntas con el que escribe sus canciones hace rato que está desafilado. Y sí, no voy a ir a decirle que el último vómito de la moda tercermundista se viene regurgitando desde hace años y que sería bueno que, de una vez por todas, se diera una vuelta por otros barrios a ver si por casualidad se cruza con el numen. Para qué, si se trata nomás de reprimir noventa minutos de bostezos para después irse a un sótano a tomar veneno barato y ver si de madrugada se puede recalar en alguna fiesta de aficionados, donde se termine de arruinar la velada con más cirrosis en botella y chicas fumadas hasta el tuétano. Seguro que, cuando la luz empiece a molestar, la cosa no va a dar más que para reflexionar sobre si conviene quitarse la vida ahí mismo o es mejor esperar al domingo a la tarde, que a priori parece más adecuado. Pero más seguro es que toda decisión extrema se postergue indefinidamente y que, de vuelta en la madriguera, cualquier cavilación se esfume de inmediato ante la embestida de Morfeo que, en semejantes circunstancias, no da tiempo siquiera a sacarse los zapatos o a pensar si se está acá o del otro lado. Después de esa efímera muerte súbita siempre se resucita con el sol y la resaca en el cenit; entonces lo único que importa es procurarse rápidamente un combo analgésico-antiácido para eliminar el malestar hasta que empiece la función que toque en suerte el sábado a la noche.
A la fe, esto no nace de falta de habilidad, sino de sobra de pereza y penuria de discurso.
sábado, 12 de diciembre de 2009
domingo, 6 de diciembre de 2009
Muertes Prescindibles
En su ensayo de título Optimum non nasci , i.e. "Lo mejor es no nacer", inspirado en el séptimo Libro de la Historia Natural de Plinio segundo y en las sentencias de Lactancio y Marco Tulio, Erasmo de Rotterdam sostiene que "Lo muy mejor es no nacer, ni venir a parar en estos escollos de la vida, lo muy cerca de ello en bueno es, ya que hubieres nacido, morir lo antes posible y escapar como de un incendio de la violencia de la fortuna". Consonante en ideas, escribe Plauto: "mucho más prefrible es haber vivido que vivir". Pero aunque esto valga en general, algunas vidas, quizás no la que nos ha tocado en suerte, merecen la pena de ser vividas. Pero aún sí así fuera, es innegable que algunas muertes son menos convenientes que otras. A estas muertes poco convenientes, muertes prescindibles, dedicaremos nuestra columna semanal.
Muerte trágica la de los griegos
Es signo de prefección, recurso habitual entre los dramaturgos, y hábito muy bien recibido por el público de la tragedia clásica, que todos los personajes de la obra mueran de modo violento o absurdo. (o en su defecto un buen número). Ejemplos de esto hallamos en Ajax, quien muere humillado por la muerte de unas ovejas que confundiera con Ulises; error similar el del Ciclope que muere humillado y tuerto por confusión inversa (N. de E. "tuerto" y "ciego" son expresiones sinónimas en el dialecto ático temprano de la región de los cíclopes). Antígona muere también, llevandose gran parte de Tebas consigo; su padre, Edipo, como el cíclope aunque más incestuoso.
No es sin embargo la muerte trágica exclusiva del hombre, así, Claudio Eliano nos refiere la siguiente historia que hubiera puesto los pelos de punta al mismísimo Freud:
"Incesto involuntario del camello ...Sabido es que la naturaleza concede a los animales irracionales advertir por el simple contacto la índole de esta unión [el incesto] sin necesidad de señales delatoras ni del criado que expuso a Edipo en el monte. Jamás un camello se ayuntaría con su madre. Ahora bien, el camellero de un rebaño tapó completamente a una camella dejando solamente visibles sus partes genitales y, luego, arrimó el hijo a su madre. El animal en su ignorancia e impulsado por eldeseo de cópula [el camello, no el camellero], hizo su cometido, pero después cayó en la cuenta, y al causante de su ilegítima unión lo mordió y pateó, y, golpeándolo con sus rodillas, le dio una muerte dolorosísima y, después, se arrojó por un precipicio." Sabio el camello que evitó futuras calamidades en nombre de las calamidades pasadas, no como Edipo que por tibio tuvo que seguir viviendo mal.
Otras muertes horribles con animales son la del originario cacique rebelde Tupac Amaru trozado cual pollo por cuatro caballos, la de Faulkner que se cayó de un equino, la de Godzilla a quien ajusticiara King Kong y la de Roger Bacon quien murió a causa de una infección producto del ataque de jirafas con lanzas en los bosques próximos a Dover.
Otras muertes poco deseables
La muerte heroica
En 1884 el general británico Charles George Gordon se encontraba en la Sitiada ciudad de Jartum, con 7000 soldados egipcios dos millones de cartuchos y provisiones para seís meses. El primer ministro británico Gladstone envió muy a su pesar una columna para rescatarlo bajo el mando de Woseley. Irónicamente, la cercanía de la columna de este último alento al Madhi a un ataque frontal con sus 30 000 rebeldes (egipcios, rebelandose ante al domino británico). Gordon , despertado por los disparos, disparó una pieza de artillería emplazada en la azotea de su domicilio personal contra los rebeldes. Cuando "ya no pudo inclinar más la pieza para mantener a raya a la muchedumbre" fue a su dormitorio, se puso su uniforme blanco y fue a situarse en el extremo superior de la escalera con la mano izquierda en su espada y su revolver en la diestra. Luego de vaciar su revolver acometió contra los egipcios espada en mano hatsa que fue abatido. Luego de ser lanceado numerosas veces fue decapitado y su cabeza llevada al Madhi. Su cuerpo, colgado en la plaza del palaciode Jartum fue lanceado cinco veces por cada uno de los rebeldes egipcios. Posteriormente, muerto el Madhi, una expedición a cargo del general Kitchener tomó Jartum. Éste, devolviendo gentilezas (como cuando los primeros mandatarios intercambian regalos con el papa), desenterró el cadaver del Madhi y lo arrojó a un río; naturalmente, no sin antes decapitarlo. Su cabeza fue conservada y utilizada como tintero en el escritorio de Kitchener hasta que la misma Reina Victoria manifestó su disconformidad.
Menos simpáticas pero igualmente a los tiros resultan los finales de Bonny & Clide y la de nuestros ilustres visitante patagónicos Butch Cassidy y sundance Kid, distantes geográficamente e históricamente. Más heroica quizás la de Hector arrastrado a lo largo de la circunvalaciónde troya por el pálido Aquiles.
La muerte banal
Muerte trágica la de los griegos
Es signo de prefección, recurso habitual entre los dramaturgos, y hábito muy bien recibido por el público de la tragedia clásica, que todos los personajes de la obra mueran de modo violento o absurdo. (o en su defecto un buen número). Ejemplos de esto hallamos en Ajax, quien muere humillado por la muerte de unas ovejas que confundiera con Ulises; error similar el del Ciclope que muere humillado y tuerto por confusión inversa (N. de E. "tuerto" y "ciego" son expresiones sinónimas en el dialecto ático temprano de la región de los cíclopes). Antígona muere también, llevandose gran parte de Tebas consigo; su padre, Edipo, como el cíclope aunque más incestuoso.
No es sin embargo la muerte trágica exclusiva del hombre, así, Claudio Eliano nos refiere la siguiente historia que hubiera puesto los pelos de punta al mismísimo Freud:
"Incesto involuntario del camello ...Sabido es que la naturaleza concede a los animales irracionales advertir por el simple contacto la índole de esta unión [el incesto] sin necesidad de señales delatoras ni del criado que expuso a Edipo en el monte. Jamás un camello se ayuntaría con su madre. Ahora bien, el camellero de un rebaño tapó completamente a una camella dejando solamente visibles sus partes genitales y, luego, arrimó el hijo a su madre. El animal en su ignorancia e impulsado por eldeseo de cópula [el camello, no el camellero], hizo su cometido, pero después cayó en la cuenta, y al causante de su ilegítima unión lo mordió y pateó, y, golpeándolo con sus rodillas, le dio una muerte dolorosísima y, después, se arrojó por un precipicio." Sabio el camello que evitó futuras calamidades en nombre de las calamidades pasadas, no como Edipo que por tibio tuvo que seguir viviendo mal.
Otras muertes horribles con animales son la del originario cacique rebelde Tupac Amaru trozado cual pollo por cuatro caballos, la de Faulkner que se cayó de un equino, la de Godzilla a quien ajusticiara King Kong y la de Roger Bacon quien murió a causa de una infección producto del ataque de jirafas con lanzas en los bosques próximos a Dover.
Otras muertes poco deseables
La muerte heroica
En 1884 el general británico Charles George Gordon se encontraba en la Sitiada ciudad de Jartum, con 7000 soldados egipcios dos millones de cartuchos y provisiones para seís meses. El primer ministro británico Gladstone envió muy a su pesar una columna para rescatarlo bajo el mando de Woseley. Irónicamente, la cercanía de la columna de este último alento al Madhi a un ataque frontal con sus 30 000 rebeldes (egipcios, rebelandose ante al domino británico). Gordon , despertado por los disparos, disparó una pieza de artillería emplazada en la azotea de su domicilio personal contra los rebeldes. Cuando "ya no pudo inclinar más la pieza para mantener a raya a la muchedumbre" fue a su dormitorio, se puso su uniforme blanco y fue a situarse en el extremo superior de la escalera con la mano izquierda en su espada y su revolver en la diestra. Luego de vaciar su revolver acometió contra los egipcios espada en mano hatsa que fue abatido. Luego de ser lanceado numerosas veces fue decapitado y su cabeza llevada al Madhi. Su cuerpo, colgado en la plaza del palaciode Jartum fue lanceado cinco veces por cada uno de los rebeldes egipcios. Posteriormente, muerto el Madhi, una expedición a cargo del general Kitchener tomó Jartum. Éste, devolviendo gentilezas (como cuando los primeros mandatarios intercambian regalos con el papa), desenterró el cadaver del Madhi y lo arrojó a un río; naturalmente, no sin antes decapitarlo. Su cabeza fue conservada y utilizada como tintero en el escritorio de Kitchener hasta que la misma Reina Victoria manifestó su disconformidad.
Menos simpáticas pero igualmente a los tiros resultan los finales de Bonny & Clide y la de nuestros ilustres visitante patagónicos Butch Cassidy y sundance Kid, distantes geográficamente e históricamente. Más heroica quizás la de Hector arrastrado a lo largo de la circunvalaciónde troya por el pálido Aquiles.
La muerte banal
Qué decir de aquellas muertes sinsentido, perdidas en empresas de ninguna importancia o sin empresa alguna. Un ejemplo encontramos en la muerte de Tales, el primero de los griegos en ser llamado "sabio", quien murió, según Flegonte, "mientras presenciaba un certamen gimnástico, aplastado por la multitud y agobiado por el calor." Otro ejemplo es el que relata Giorgio Vasari en su clásico Vidas de los más excelentes píntores, escultores y arquitectos. Allí se cuenta que Paolo Uccello (el que dejaba a la mujer por las noches al grito de "qué dulce cosa es esta perspectiva") se encerró en su casa , dedicandose al estudiode la perspectiva, lo que lo mantuvo pobre y obscuro hasta la hora de su muerte, igualmente pobre y obscura. Pocas muertes, no obstante, resultan tan embarazosas y poco deseables como la del académico Nicola Steppenchik. El dr. Profesor NS, viajó con un grupode expertos a la región de Kirovskaya Oblast realizando sus estudios de pensamiento abstracto en el pueblo de Akvatyrevo. Su cadaver congelado fue hallado en una cabaña en las afueras de ese pueblo. Sólo unos pocos papeles, lamentablemente no los esenciales, sobrevivieron a la combustión, vano intento de generar calor. En una de sus páginas se encuentra la siguiente entrevista, representativa del tipo de indagación llevada a cabo por el equipo de Steppenchik y de sus poco concluyentes resultados.
"[Evaluación de concepción de proporciones abstractas, juicio hipotético yregla de tres]
Entrevistador- El pueblo más cercano se encuentra a quince kilómetros de aquí. Supongamos que yendo en bicicleta demoramos veinte minutos en llegar. Eso significa que hemos ido a 45 kilómetros por hora.
Sujeto A57- Conforme, aunque sólo en promedio ya que no hemos estado una hora montando en bicicleta. De ser así hubieramos llegado mucho más lejos.
Entrevistador- Ciertamente. Ahora bien supongamos que vamos al doble de velocidad, 90 km por hora. ¿Cuánto demoraremos en llegar al pueblo más cercano?
Sujeto A57- No se puede ir tan rápido en bicicleta."
Incomprendido, solo y seguramente decepcionado, NS murió por no tener en consideración el frío cruel que azota esas regiones de "ignorantes sin capacidad de abstracción" como señaló en su cuaderno de notas.
La muerte por el alcohol
Para concluir, muertes de diversa naturaleza causadas por el alcohol. William Blake, ya enfermo (realmente enfermo, no como la señora quejumbrosa encarnada en el amaneradísimo John Donne), decidió beberse lo que le quedaba de vida en medidas de Scotch. Blake habría bebido 74 intraductibles unidades británicas (asumo que se trata de medidas dobles) de whisky; una dosis mortal si se consume, como fue el caso, menos de siete horas. Sus últimas palabras fueron: "Setenta y cuatro, es un buen número". Menos simpatico fue el fin del Carlos el Malo, sometido en el año 1387 a un tratamiento medicinal propuesto originalmente por Raimundo Lulio en su Conservación de la juventud. Habían los medicos envuelto al mencionado Carlos en una apretada sábana empapada en aguardiente, aqua vitae, que, para resultar más efectiva, se hallaba cosida con puntadas gruesas en todas sus aristas, aprisionando al paciente. Queriendo aflojar uno de los hilos durante la tercera noche del tratamiento, por motivos higienicos probablemente, un criado acercó demasiado un candelero; sábana y enfermo, ardieron. Se presume que el criado perdió su trabajo.
¿Qué conclusión puede extraerse de lo dicho? Ninguna. O, si se quiere, la elemental y muy tanguera: Contra el destino, nadie la talla. Otra buena conclusión es que lo mejor es no morir, o morir con nuestras querencias.
PS: Otra muerte, ciertamente horripilante y estruendosa, que no me he atrevido a reproducir aquí, se encuentra en la obra maestra de Rabelais Gargantua y Pantagruel. Aquellos que deseen aventurarse en ella pueden indagar acerca del "pedo de la muerte".
"[Evaluación de concepción de proporciones abstractas, juicio hipotético yregla de tres]
Entrevistador- El pueblo más cercano se encuentra a quince kilómetros de aquí. Supongamos que yendo en bicicleta demoramos veinte minutos en llegar. Eso significa que hemos ido a 45 kilómetros por hora.
Sujeto A57- Conforme, aunque sólo en promedio ya que no hemos estado una hora montando en bicicleta. De ser así hubieramos llegado mucho más lejos.
Entrevistador- Ciertamente. Ahora bien supongamos que vamos al doble de velocidad, 90 km por hora. ¿Cuánto demoraremos en llegar al pueblo más cercano?
Sujeto A57- No se puede ir tan rápido en bicicleta."
Incomprendido, solo y seguramente decepcionado, NS murió por no tener en consideración el frío cruel que azota esas regiones de "ignorantes sin capacidad de abstracción" como señaló en su cuaderno de notas.
La muerte por el alcohol
Para concluir, muertes de diversa naturaleza causadas por el alcohol. William Blake, ya enfermo (realmente enfermo, no como la señora quejumbrosa encarnada en el amaneradísimo John Donne), decidió beberse lo que le quedaba de vida en medidas de Scotch. Blake habría bebido 74 intraductibles unidades británicas (asumo que se trata de medidas dobles) de whisky; una dosis mortal si se consume, como fue el caso, menos de siete horas. Sus últimas palabras fueron: "Setenta y cuatro, es un buen número". Menos simpatico fue el fin del Carlos el Malo, sometido en el año 1387 a un tratamiento medicinal propuesto originalmente por Raimundo Lulio en su Conservación de la juventud. Habían los medicos envuelto al mencionado Carlos en una apretada sábana empapada en aguardiente, aqua vitae, que, para resultar más efectiva, se hallaba cosida con puntadas gruesas en todas sus aristas, aprisionando al paciente. Queriendo aflojar uno de los hilos durante la tercera noche del tratamiento, por motivos higienicos probablemente, un criado acercó demasiado un candelero; sábana y enfermo, ardieron. Se presume que el criado perdió su trabajo.
¿Qué conclusión puede extraerse de lo dicho? Ninguna. O, si se quiere, la elemental y muy tanguera: Contra el destino, nadie la talla. Otra buena conclusión es que lo mejor es no morir, o morir con nuestras querencias.
PS: Otra muerte, ciertamente horripilante y estruendosa, que no me he atrevido a reproducir aquí, se encuentra en la obra maestra de Rabelais Gargantua y Pantagruel. Aquellos que deseen aventurarse en ella pueden indagar acerca del "pedo de la muerte".
sábado, 21 de noviembre de 2009
Apología del maniqueismo
En una reciente conversación, un hombre cuyo juicio tengo en la mayor estima sostuvo: "me parece que la cuestión compleja y que habría que entrar en consideraciones más sutiles". Esa misma noche, en una audición radial Russell repetía: "El amor es inteligencia, el odio necedad" . De allí esta modesta apología al maniqueismo, doctrina que no admite sino dos principios en pugna: el bien y el mal.
Hegel, Spinoza y, en general, los neoplatónicos cuentan con buena recepción no admitiendo sino un único principio. Los atomistas admiten dos, los átomos y el vacío. Otros, sencillamente, ni siquiera tienen principios; adhieren al nazismo, defienden los derechos de los animales pero abandonan a sus hijos, etcetera.
El punto problemático parece ser la sencillez: no importa si uno tiene dos, tres o tres docenas de principios, sino que estos sean complejos oscuros y, en conecuencia, no permitan sentencias netas. Nada de decir, esto está bien, esto mal. Este tipo es bueno, este no. Esto es amor, esto no vale nada. Es evidente la conveniencia de esta opinión para los intelectuales: se evita actuar, se evita todo deber o lo que es peor, se justifica, a fuerza de no condenar, cualquier atrocidad. Seguir pensando para no hacer, como si fuera mejor no caer en el error que vivir equivocadamente humanos.
Si alguien me dice que vive entre el cien y el quinientos de la calle Maure, es cierto que la cosa es más sutil, pero nada esto cambia la verdad o falsedad de la cuestión. Si algo está mal, está mal y, aunque otras consideraciones puedan ser relevantes, no deberían cambiar ese punto. La sencillez, no supone la reducción a lo sencillo. La sutileza, no tiene por qué serle contraria.
El numero cinco no pierde su carácter ni deja de ser lo que es porque aceptemos que es menor a siete (al igual que el seis, el uno y quién sabe cuántos más).
Se acercan tiempos electorales y buena parte del pais se empeña fingir sutilezas. Dios nos ampare de olvidar lo cierto en pos de la incertidumbre impostada.
Agregado del Lunes 23-11
Reconociendo que la reflexión resulta un tanto más abstracta de lo que hubiera deseado, intentaré redimirme explicitando el motivo contingente de lo anterior. Hace algunas semanas, la presidenta de la Nación firmó el Decreto 1602. El mismo dispone la entrega de una "asignación universal por hijo para la protección social" de 180 pesos mensuales por hijo para aquellas familias cuyos padres se encuentren desempleados, subocupados o empleados informalmente, id est, ilegalmente (en negro). El diario Clarin, que tuvo en el día de la fecha lugar en su portada para al menos cuatro errores graves de redacción, y no porque compongan mozartianamente como uno, casi no ha dado cobertura al asunto sino en lo referente a pormenores: el origen de la partida que ejecutará el Anses, las aparentes dificultades del trámite, etc. Sectores de la oposición y algunos particulares han objetado que el carácter "universal" es meramente nominal ya que no todas las familias lo cobrarían, que es compleja la cuestión de la asistencia social, Ad nauseam. ¿Es que alguien fundandose en razones de buena fe puedeestar en contra de una medida así, aun siendo, lo reconozco, perfectible? Creo que no. Más aún, admitiendo que deba discutirse la cuestión de manera más pormenorizada, mientras tanto, ¿quién puede honradamente oponerse a que los mencionados sectores reciban el beneficio? Espero que nadie. Sin embargo...
Hegel, Spinoza y, en general, los neoplatónicos cuentan con buena recepción no admitiendo sino un único principio. Los atomistas admiten dos, los átomos y el vacío. Otros, sencillamente, ni siquiera tienen principios; adhieren al nazismo, defienden los derechos de los animales pero abandonan a sus hijos, etcetera.
El punto problemático parece ser la sencillez: no importa si uno tiene dos, tres o tres docenas de principios, sino que estos sean complejos oscuros y, en conecuencia, no permitan sentencias netas. Nada de decir, esto está bien, esto mal. Este tipo es bueno, este no. Esto es amor, esto no vale nada. Es evidente la conveniencia de esta opinión para los intelectuales: se evita actuar, se evita todo deber o lo que es peor, se justifica, a fuerza de no condenar, cualquier atrocidad. Seguir pensando para no hacer, como si fuera mejor no caer en el error que vivir equivocadamente humanos.
Si alguien me dice que vive entre el cien y el quinientos de la calle Maure, es cierto que la cosa es más sutil, pero nada esto cambia la verdad o falsedad de la cuestión. Si algo está mal, está mal y, aunque otras consideraciones puedan ser relevantes, no deberían cambiar ese punto. La sencillez, no supone la reducción a lo sencillo. La sutileza, no tiene por qué serle contraria.
El numero cinco no pierde su carácter ni deja de ser lo que es porque aceptemos que es menor a siete (al igual que el seis, el uno y quién sabe cuántos más).
Se acercan tiempos electorales y buena parte del pais se empeña fingir sutilezas. Dios nos ampare de olvidar lo cierto en pos de la incertidumbre impostada.
Agregado del Lunes 23-11
Reconociendo que la reflexión resulta un tanto más abstracta de lo que hubiera deseado, intentaré redimirme explicitando el motivo contingente de lo anterior. Hace algunas semanas, la presidenta de la Nación firmó el Decreto 1602. El mismo dispone la entrega de una "asignación universal por hijo para la protección social" de 180 pesos mensuales por hijo para aquellas familias cuyos padres se encuentren desempleados, subocupados o empleados informalmente, id est, ilegalmente (en negro). El diario Clarin, que tuvo en el día de la fecha lugar en su portada para al menos cuatro errores graves de redacción, y no porque compongan mozartianamente como uno, casi no ha dado cobertura al asunto sino en lo referente a pormenores: el origen de la partida que ejecutará el Anses, las aparentes dificultades del trámite, etc. Sectores de la oposición y algunos particulares han objetado que el carácter "universal" es meramente nominal ya que no todas las familias lo cobrarían, que es compleja la cuestión de la asistencia social, Ad nauseam. ¿Es que alguien fundandose en razones de buena fe puedeestar en contra de una medida así, aun siendo, lo reconozco, perfectible? Creo que no. Más aún, admitiendo que deba discutirse la cuestión de manera más pormenorizada, mientras tanto, ¿quién puede honradamente oponerse a que los mencionados sectores reciban el beneficio? Espero que nadie. Sin embargo...
miércoles, 18 de noviembre de 2009
Ya que nadie publica nada y el clima acompaña...
1964
I
Ya no es mágico el mundo. Te han dejado.
Ya no compartirás la clara luna
Ni los lentos jardines. Ya no hay una
Luna que no sea espejo del pasado,
Cristal de soledad, sol de agonías.
Adiós las mutuas manos y las sienes
Que acercaba el amor. Hoy sólo tienes
La fiel memoria y los desiertos días.
Nadie pierde (repites vanamente)
Sino lo que no tiene y no ha tenido
Nunca, pero no basta ser valiente
Para aprender el arte del olvido.
Un símbolo, una rosa, te desgarra
y te puede matar una guitarra.
II
Ya no seré feliz. Tal vez no importa.
Hay tantas otras cosas en el mundo;
Un instante cualquiera es más profundo
Y diverso que el mar. La vida es corta
Y aunque las horas son tan largas, una
Oscura maravilla nos acecha,
la muerte, ese otro mar, esa otra flecha
Que nos libra del sol y de la luna
Y del amor. La dicha que me diste
Y me quitaste debe ser borrada;
Lo que era todo tiene que ser nada.
Sólo me queda el goce de estar triste,
Esa vana costumbre que me inclina
Al sur, a cierta puerta, a cierta esquina.
J.L.B. (de El otro, el mismo).
jueves, 29 de octubre de 2009
El ruido II (No se culpe a nadie)
La cosa fue más o menos así: después de soportar un rato la hostilidad del vagón Reggaetón, decidí cambiarme al de atrás, que resultó ser, ni más ni menos, el vagón Cumbiavillera, en el que la hostilidad era no menor. Abriéndome paso entre la muchedumbre, llegué al Meganoventayochopuntotres, donde recibí el embate de un grupo de intoxicados, cosa que me llevó a acelerar el paso, ya directamente empujando a los que me obstruían el camino, para llegar al último, que inmediatamente noté que era el Poplatino, porque me sorprendió una emboscada de Shakira, Chayanne y Ricky Martin. Atrapado, desesperado, aturdido, busqué la única salida posible y salté por la ventanilla. Menos mal que el tren justo paró en una estación porque, si no, no estaría acá para contarlo.
viernes, 11 de septiembre de 2009
Tratado de la Pintura: Ensayos de Arte y Filosofía
Estimados Lectores, en esta oportunidad tengo la alegría de comunicar a ustedes la apertura de la inscripción al curso "Tratado de la Pintura: Ensayos de Arte y Filosofía" que dictarán dos de nuestros integrantes, Mariano Lastiri y Martin Narvaja.
Tratado de la Pintura
Ensayos de Arte y Filosofía
Programa del curso
Ensayos de Arte y Filosofía
Toda actividad humana se sustenta en presupuestos, explícitos o implícitos. Éstos no sólo hacen a la práctica posible sino que es en su contexto que ella adquiere significado. Necesariamente, la relación entre prácticas y presupuestos es variable. Varía de cultura en cultura, de época en época, de escuela a escuela, de persona a persona. La explicitación y sistematización de los presupuestos que subyacen a una práctica, o su resultado, es lo que comúnmente se denomina teoría. Dos rasgos caracterizan la situación del arte contemporáneo: por un lado, la proliferación de formas artísticas y de concepciones teóricas; por otro, la necesidad, y a veces la falta, de una interacción constructiva entre ambas: de diálogo.
La intención de este curso es proveer una introducción a distintas formas de articulación entre teoría y práctica poniendo énfasis en la posibilidad de incorporar concientemente aspectos teóricos y analíticos a la práctica concreta del artista. No adoctrinar sobre una herramienta teórica particular ni convertir al artista en teórico; favorecer la apropiación conciente de las ideas que, de algún modo, ya estaban.
Los encuentros se plantean en forma de diálogo y discusión entre arte y filosofía, reflexiones alrededor de un tópico central ilustradas y articuladas a través de textos e imágenes de: Bacon, Bourdieu, Dalí, Danto, Ernst, Foucault, Feyerabend, Gombrich, Goodman, Kandinsky, Klee, Leonardo, LeWitt, Picasso, Richter y Wittgenstein entre otros.
La intención de este curso es proveer una introducción a distintas formas de articulación entre teoría y práctica poniendo énfasis en la posibilidad de incorporar concientemente aspectos teóricos y analíticos a la práctica concreta del artista. No adoctrinar sobre una herramienta teórica particular ni convertir al artista en teórico; favorecer la apropiación conciente de las ideas que, de algún modo, ya estaban.
Los encuentros se plantean en forma de diálogo y discusión entre arte y filosofía, reflexiones alrededor de un tópico central ilustradas y articuladas a través de textos e imágenes de: Bacon, Bourdieu, Dalí, Danto, Ernst, Foucault, Feyerabend, Gombrich, Goodman, Kandinsky, Klee, Leonardo, LeWitt, Picasso, Richter y Wittgenstein entre otros.
Programa del curso
Primer encuentro
Introducción:
El estado de la filosofía, crítica y teoría del arte contemporáneos.
¿Para qué una teoría o filosofía del Arte?
La teoría del arte como herramienta de fundamentación conceptual y análisis de la obra.
Una filosofía del arte para artistas.
Segunda Reunión
Análisis de obra:
El significado de la obra.
La cuestión de la representación.
Lenguajes, versiones y mundos.
Perspectiva holista y análisis estructural: interpretación de la obra y sus vínculos.
Tercera Reunión
La composición artística:
El dominio técnico.
Fundamentación conceptual.
La adquisición de un marco teórico como incorporación de una técnica.
Elaboración y reelaboración.
Reunión final
Arte, ciencia y otros artificios:
La obra artística en un contexto más amplio.
Otras formas de creación.
Introducción:
El estado de la filosofía, crítica y teoría del arte contemporáneos.
¿Para qué una teoría o filosofía del Arte?
La teoría del arte como herramienta de fundamentación conceptual y análisis de la obra.
Una filosofía del arte para artistas.
Segunda Reunión
Análisis de obra:
El significado de la obra.
La cuestión de la representación.
Lenguajes, versiones y mundos.
Perspectiva holista y análisis estructural: interpretación de la obra y sus vínculos.
Tercera Reunión
La composición artística:
El dominio técnico.
Fundamentación conceptual.
La adquisición de un marco teórico como incorporación de una técnica.
Elaboración y reelaboración.
Reunión final
Arte, ciencia y otros artificios:
La obra artística en un contexto más amplio.
Otras formas de creación.
Datos del Curso
A cargo de: Mariano Lastiri & Martín Narvaja
Unidad Académica: Área transdepartamental de Formación docente del Instituto Universitario nacional del Arte
Inicio: Lunes 5 de octubre de 2009
Duración: Cuatro reuniones
Horarios: Lunes de Octubre de 18 30 a 20 30
Cierre de la inscripción: 30 de septiembre de 2009
Arancel: $ 100 (público general); $ 70 (IUNA)
A cargo de: Mariano Lastiri & Martín Narvaja
Unidad Académica: Área transdepartamental de Formación docente del Instituto Universitario nacional del Arte
Inicio: Lunes 5 de octubre de 2009
Duración: Cuatro reuniones
Horarios: Lunes de Octubre de 18 30 a 20 30
Cierre de la inscripción: 30 de septiembre de 2009
Arancel: $ 100 (público general); $ 70 (IUNA)
lunes, 6 de julio de 2009
Sobre la peste que nos aqueja.
Ante la abrumadora cantidad de consultas sobre la peste, su verdadero origen y significado, hemos considerado prudente hacer públicos algunos datos estadísticos de la OMS sobre la gripe y otros factores de riesgo. Dado que aquí no se veneran innovaciones de la moda, como la supuesta medicina contemporánea, nos limitaremos a yuxtaponer algunas observaciones hipocráticas a los datos estadísticos y luego efectuar una dudosa hermeneútica pestibus y puesta en contexto (no menos dudosa) .
Lo primero a considerar según el padre griego de la occidental doctrina médica es el carácter fútil de todo tratamiento. Así, en el aforismo primero que consta en el volumen I de los Tratados encontramos: "La vida es breve; la ciencia, extensa; la ocasión, fugaz; la experiencia, insegura; el juicio, difícil." (Hip. Af. Secc. I.1). Lo segundo, de acuerdo a nuestra opinión, es no angustiarse con esta verdad. Porque dice Epicuro: "La muerte no es nada para nosotros. Cuando ella está, nosotros ya no estamos; mientras permanecemos ella no está". Aunque también es cierto que afirma que "Ninguno es más sabio que otro" (DL, X, 117-21). Lo que , Sed contra , pone en tela de juicio lo anterior.
Pasemos ahora a la consideración de algunos datos oportunamente difundidos:
Algunos datos
- De todos los infectos con el virus de la gripe porcina a nivel mundial sólo un 0, 000000002 % comió o creyó haber comido mollejas a la parrilla.
- Supervivencia del virus en el aire: 23.000 años. Esto es: el doble del tiempo que demora una pila en biodegradarse.
- Formas de contagio: toda interacción humana placentera que no fuera ya vedada por las prevenciones destinadas a evitar el HIV.
- Interacciones que pueden llevan a contraer el virus: chancho-chancho // hombre-chancho // chancho- hombre // hombre-hombre// mujer- hombre // hombre- mujer// mujer- chancho // mujer- mujer // mejicano-hombre// mejicano-chancho// chancho- chancho (otra vez) // mejicano- mujer // elefante- chancho- hombre (sólo en los casos de coincidencia de los tres; aparentemente el elefante sería sólo un agente de transmisión neutrófilo). Otras interacciones también pueden ser contagiosas.
- Ante el contagio las opciones son:
a- vivir
b- morir (Se recomienda evitar lo segundo).
Los mencionados hasta aquí son datos ya por todos conocidos, pero Hipócrates, atención señores, destaca además otros factores convergentes a tener en cuenta. Factores multidimensionales que nuestra cerrada medicina occidental actual no considera renegando de su sabiduría dos veces milenaria. Así, debemos tener presente que:
Otros datos
- "De las condiciones del año, en general, los tiempos secos son más sanos que los lluviosos, y, también, menos mortales. (Op. cit. Secc. iii. 15.)
- "Como enfermedades, en tiempo lluvioso, se producen generalmente: fiebres largas, flujos de vientre, putrefacciones, epilepsias, apoplejías y anginas." (Op. cit. Secc. iii. 16.)
- "Si orina sangre, pus y escamas, y el olor es fuerte, mal síntoma. (Op. cit. Secc. Vi. 81.)
- "Los tartamudos padecen mucho de diarreas largas." (Op. cit. Secc. Vi. 32.)
- "Escalofríos con sudor no son buena señal" (Op. cit. Secc. Vii. 4.).
Las causas del mal
Muchos apuntan a los laboratorios, empresas multinacionales y a la indolencia latinoamericana como causas de la peste. Esto no podria ser más falso, Claudio Eliano nos revela el verdadero origen de este tipo de mal: el odio entre los animales. De este modo: "La tortuga y la perdiz se profesan mutua antipatía. Lo mismo les ocurre a la cigüeña y al guíon de codornices con respecto a la gaviota. La pardela y la garza bueyera odian a la gaviota cana. La tórtola está en desacuerdo con el piralis [animal no identificado, N de E.]. También el milano y el cuervo son enemigos. El hortelano y la cirse, la cirse y el halcón está comprobado que mantienen enemistad no sólo por razones sexuales, sino también por su naturaleza distinta. La perca es el pez más lujurioso." (Hist. An. Lib. IV, 5).
Así, sabemos hoy, esta es la causa: Los cerdos, que en macedonia son mudos, profesan una antipatía para con los humanos. Lo que era de esperarse por dos motivos. Por una parte, "Si un hombre bebe cicuta, muere de inmediato; mientras que un cerdo [no uno en particular, uno cualquiera, N de E.] se atiborra de cicuta y goza de buena salud." (Hist. An. Lib. IV, 23). Por otra, "Los perros, los bueyes y los cerdos, las cabras, las serpientes y otros animales presienten la llegada del hambre y son los primeros en barruntar la amenaza de la peste y el terremoto." (Hist. An. Lib. VI, 16).
Es este el caso. Esta la evidencia. Señores y damas, jueces de nuestra imprudencia, decidan y juzguen sobre la base de lo dicho.
Prontamente, más información de última hora sobre la verdadera naturaleza del mal que nos aqueja: la maldad del cerdo. El mismo, en ventajosa posición estratégica, consecuencia del retroceso que ha significado el avance del vegetarianismo y las campañas contra la gastroenteritis que han puesto de moda el color violeta, está finalmente en condiciones de tomar el mundo. No quieran los dioses suframos y paguemos por nuestra desmesura y lujo como las tropas de Alejandro tras la conquista de Persia.
Sobrevivan. Seguiremos aquí mientras podamos.
Lo primero a considerar según el padre griego de la occidental doctrina médica es el carácter fútil de todo tratamiento. Así, en el aforismo primero que consta en el volumen I de los Tratados encontramos: "La vida es breve; la ciencia, extensa; la ocasión, fugaz; la experiencia, insegura; el juicio, difícil." (Hip. Af. Secc. I.1). Lo segundo, de acuerdo a nuestra opinión, es no angustiarse con esta verdad. Porque dice Epicuro: "La muerte no es nada para nosotros. Cuando ella está, nosotros ya no estamos; mientras permanecemos ella no está". Aunque también es cierto que afirma que "Ninguno es más sabio que otro" (DL, X, 117-21). Lo que , Sed contra , pone en tela de juicio lo anterior.
Pasemos ahora a la consideración de algunos datos oportunamente difundidos:
Algunos datos
- De todos los infectos con el virus de la gripe porcina a nivel mundial sólo un 0, 000000002 % comió o creyó haber comido mollejas a la parrilla.
- Supervivencia del virus en el aire: 23.000 años. Esto es: el doble del tiempo que demora una pila en biodegradarse.
- Formas de contagio: toda interacción humana placentera que no fuera ya vedada por las prevenciones destinadas a evitar el HIV.
- Interacciones que pueden llevan a contraer el virus: chancho-chancho // hombre-chancho // chancho- hombre // hombre-hombre// mujer- hombre // hombre- mujer// mujer- chancho // mujer- mujer // mejicano-hombre// mejicano-chancho// chancho- chancho (otra vez) // mejicano- mujer // elefante- chancho- hombre (sólo en los casos de coincidencia de los tres; aparentemente el elefante sería sólo un agente de transmisión neutrófilo). Otras interacciones también pueden ser contagiosas.
- Ante el contagio las opciones son:
a- vivir
b- morir (Se recomienda evitar lo segundo).
Los mencionados hasta aquí son datos ya por todos conocidos, pero Hipócrates, atención señores, destaca además otros factores convergentes a tener en cuenta. Factores multidimensionales que nuestra cerrada medicina occidental actual no considera renegando de su sabiduría dos veces milenaria. Así, debemos tener presente que:
Otros datos
- "De las condiciones del año, en general, los tiempos secos son más sanos que los lluviosos, y, también, menos mortales. (Op. cit. Secc. iii. 15.)
- "Como enfermedades, en tiempo lluvioso, se producen generalmente: fiebres largas, flujos de vientre, putrefacciones, epilepsias, apoplejías y anginas." (Op. cit. Secc. iii. 16.)
- "Si orina sangre, pus y escamas, y el olor es fuerte, mal síntoma. (Op. cit. Secc. Vi. 81.)
- "Los tartamudos padecen mucho de diarreas largas." (Op. cit. Secc. Vi. 32.)
- "Escalofríos con sudor no son buena señal" (Op. cit. Secc. Vii. 4.).
Las causas del mal
Muchos apuntan a los laboratorios, empresas multinacionales y a la indolencia latinoamericana como causas de la peste. Esto no podria ser más falso, Claudio Eliano nos revela el verdadero origen de este tipo de mal: el odio entre los animales. De este modo: "La tortuga y la perdiz se profesan mutua antipatía. Lo mismo les ocurre a la cigüeña y al guíon de codornices con respecto a la gaviota. La pardela y la garza bueyera odian a la gaviota cana. La tórtola está en desacuerdo con el piralis [animal no identificado, N de E.]. También el milano y el cuervo son enemigos. El hortelano y la cirse, la cirse y el halcón está comprobado que mantienen enemistad no sólo por razones sexuales, sino también por su naturaleza distinta. La perca es el pez más lujurioso." (Hist. An. Lib. IV, 5).
Así, sabemos hoy, esta es la causa: Los cerdos, que en macedonia son mudos, profesan una antipatía para con los humanos. Lo que era de esperarse por dos motivos. Por una parte, "Si un hombre bebe cicuta, muere de inmediato; mientras que un cerdo [no uno en particular, uno cualquiera, N de E.] se atiborra de cicuta y goza de buena salud." (Hist. An. Lib. IV, 23). Por otra, "Los perros, los bueyes y los cerdos, las cabras, las serpientes y otros animales presienten la llegada del hambre y son los primeros en barruntar la amenaza de la peste y el terremoto." (Hist. An. Lib. VI, 16).
Es este el caso. Esta la evidencia. Señores y damas, jueces de nuestra imprudencia, decidan y juzguen sobre la base de lo dicho.
Prontamente, más información de última hora sobre la verdadera naturaleza del mal que nos aqueja: la maldad del cerdo. El mismo, en ventajosa posición estratégica, consecuencia del retroceso que ha significado el avance del vegetarianismo y las campañas contra la gastroenteritis que han puesto de moda el color violeta, está finalmente en condiciones de tomar el mundo. No quieran los dioses suframos y paguemos por nuestra desmesura y lujo como las tropas de Alejandro tras la conquista de Persia.
Sobrevivan. Seguiremos aquí mientras podamos.
jueves, 25 de junio de 2009
El ruido
A veces pasan cosas raras.
Un sábado por la tarde tomás el tren del Oeste y descubrís que, en contra de tus previsiones, el vagón está casi vacío. Caminás entre los asientos buscando la ubicación que creés más conveniente, te sentás junto a la ventanilla y te dejás llenar por el sol y el aire primaveral que entran a través de ella.
El libro, que pensaste inútil pero que igual te acompaña, porque en el fondo guardabas la tenue esperanza de que pudieras leerlo en el viaje, ahora te resulta indiferente. Te resulta mucho más grato entregarte a viajar, a mirar y a jugar a descubrir las sutiles diferencias que guardan entre sí los monótonos andenes, que embarcarte en la lectura.
Al aproximarse la primera estación, el temor. ¿Subirá la horda? ¿Se ocuparán todos los asientos? ¿En qué momento subirá la madre con el bebé llorón, la anciana a la que habrá que cederle el asiento o el grupo de adolescentes gritones?
Nada. Suben unos pocos pasajeros tranquilos que se acomodan prudentemente lejos de vos.
Se suceden algunas estaciones. Calma. A veces pasan cosas raras.
El tren se detiene en una estación y, de pronto, percibís que un elemento perturbador se aproxima. Es un ruido débil, un zumbido tal vez, que proviene del andén, que crece cuando el tren abre sus puertas y luego deviene en una música atroz que emana de un teléfono celular adosado a un sujeto que porta una gorra con una inscripción ilegible y un par de zapatillas de astronauta.
Pensás que es ridículo que un factor tan mínimo, tan insignificante pueda cambiar radicalmente la placidez del viaje. Habrá que adaptarse a la nueva situación. Tal vez el libro ahora sirva para eludir la realidad que hasta hace un rato era blanda y amable y que en este momento tiene la dureza y la rudeza de ese estrépito ensordecedor.
Es inútil. No se puede leer así. Buscás amparo en la ventanilla y en las imágenes que se suceden vertiginosamente, pero de nada sirve. El paisaje se afea, se desfigura con esa cacofonía que ahora lo infecta.
Buscás una posición más cómoda en el asiento y tratás de abstraerte de ese sonido. Es imposible.
Empezás a mirar a tus lados, adelante y atrás para escrutar las expresiones en las caras de los demás pasajeros. Parecen no escuchar. Se pierde tu esperanza de que alguno increpe al sujeto y le diga que apague esa porquería o que, al menos, le pida que baje el volumen.
Un tipo que está cerca te mira repentinamente y buscás su complicidad. Hacés una mueca, torciendo ligeramente la boca hacia un lado y mirando de reojo en dirección al ruido, pero el tipo súbitamente retira la mirada. Estás solo.
Tu malestar se vuelve físico hasta que comenzás a sentirte un poco fuera de tu cuerpo. De pronto te ves, sorprendido de vos mismo, pero seguro y decidido, levantándote del asiento, abalanzándote sobre el sujeto de la gorra, arrebatándole el aparato de la mano y arrojándoselo por la ventanilla.
Absorto y replegado sobre sí mismo, el sujeto balbucea:
- Pero...¿Qué hacés?
Y vos, magnánimo:
- Nada. Pensé que las normas de convivencia habían caído en desuso.
Todo esto sucede ante la aprobación unánime del resto de los pasajeros, quienes asienten con la cabeza y luego ven cómo el infeliz, avergonzado, desciende del tren en la estación más próxima, mientras vos volvés triunfante a tu asiento.
A veces pasan cosas raras. Pero, como los milagros no existen, permanecés en tu lugar soportando al energúmeno y su ruido infernal hasta el final del viaje.
Un sábado por la tarde tomás el tren del Oeste y descubrís que, en contra de tus previsiones, el vagón está casi vacío. Caminás entre los asientos buscando la ubicación que creés más conveniente, te sentás junto a la ventanilla y te dejás llenar por el sol y el aire primaveral que entran a través de ella.
El libro, que pensaste inútil pero que igual te acompaña, porque en el fondo guardabas la tenue esperanza de que pudieras leerlo en el viaje, ahora te resulta indiferente. Te resulta mucho más grato entregarte a viajar, a mirar y a jugar a descubrir las sutiles diferencias que guardan entre sí los monótonos andenes, que embarcarte en la lectura.
Al aproximarse la primera estación, el temor. ¿Subirá la horda? ¿Se ocuparán todos los asientos? ¿En qué momento subirá la madre con el bebé llorón, la anciana a la que habrá que cederle el asiento o el grupo de adolescentes gritones?
Nada. Suben unos pocos pasajeros tranquilos que se acomodan prudentemente lejos de vos.
Se suceden algunas estaciones. Calma. A veces pasan cosas raras.
El tren se detiene en una estación y, de pronto, percibís que un elemento perturbador se aproxima. Es un ruido débil, un zumbido tal vez, que proviene del andén, que crece cuando el tren abre sus puertas y luego deviene en una música atroz que emana de un teléfono celular adosado a un sujeto que porta una gorra con una inscripción ilegible y un par de zapatillas de astronauta.
Pensás que es ridículo que un factor tan mínimo, tan insignificante pueda cambiar radicalmente la placidez del viaje. Habrá que adaptarse a la nueva situación. Tal vez el libro ahora sirva para eludir la realidad que hasta hace un rato era blanda y amable y que en este momento tiene la dureza y la rudeza de ese estrépito ensordecedor.
Es inútil. No se puede leer así. Buscás amparo en la ventanilla y en las imágenes que se suceden vertiginosamente, pero de nada sirve. El paisaje se afea, se desfigura con esa cacofonía que ahora lo infecta.
Buscás una posición más cómoda en el asiento y tratás de abstraerte de ese sonido. Es imposible.
Empezás a mirar a tus lados, adelante y atrás para escrutar las expresiones en las caras de los demás pasajeros. Parecen no escuchar. Se pierde tu esperanza de que alguno increpe al sujeto y le diga que apague esa porquería o que, al menos, le pida que baje el volumen.
Un tipo que está cerca te mira repentinamente y buscás su complicidad. Hacés una mueca, torciendo ligeramente la boca hacia un lado y mirando de reojo en dirección al ruido, pero el tipo súbitamente retira la mirada. Estás solo.
Tu malestar se vuelve físico hasta que comenzás a sentirte un poco fuera de tu cuerpo. De pronto te ves, sorprendido de vos mismo, pero seguro y decidido, levantándote del asiento, abalanzándote sobre el sujeto de la gorra, arrebatándole el aparato de la mano y arrojándoselo por la ventanilla.
Absorto y replegado sobre sí mismo, el sujeto balbucea:
- Pero...¿Qué hacés?
Y vos, magnánimo:
- Nada. Pensé que las normas de convivencia habían caído en desuso.
Todo esto sucede ante la aprobación unánime del resto de los pasajeros, quienes asienten con la cabeza y luego ven cómo el infeliz, avergonzado, desciende del tren en la estación más próxima, mientras vos volvés triunfante a tu asiento.
A veces pasan cosas raras. Pero, como los milagros no existen, permanecés en tu lugar soportando al energúmeno y su ruido infernal hasta el final del viaje.
domingo, 21 de junio de 2009
Podas tangueras
El ya célebre género po.da no requiere introducción alguna. Ya hemos mencionado su breve manifiesto, sus criterios estéticos y a su contra vanguardia, la anti.po.da. El lector ávidode detalles puede remitirse a algunas de nuestras antiguas entradas.
En esta oportunidad, toca el turno de presentar un hallazgo, verdadera joya del género, en el cual la corriente parece haber cambiado su eje, avecinandose al grupo de Boedo (N. de E. no es esto una errata por beodos) y componiendo o recomponiendo sobre algunos célebres tangos.
Lamentablemente carecemos de los medios para reproducir aquí las grabaciones realizadas en frágiles discos de pasta de 78 rpm.
Podemos, sin embargo y como es usual, presentar las podas de las letras. Los originales son conocidos.
Tenemos una elocuente versión de "Soledad", de la dupla Gardel Le pera:
En esta oportunidad, toca el turno de presentar un hallazgo, verdadera joya del género, en el cual la corriente parece haber cambiado su eje, avecinandose al grupo de Boedo (N. de E. no es esto una errata por beodos) y componiendo o recomponiendo sobre algunos célebres tangos.
Lamentablemente carecemos de los medios para reproducir aquí las grabaciones realizadas en frágiles discos de pasta de 78 rpm.
Podemos, sin embargo y como es usual, presentar las podas de las letras. Los originales son conocidos.
Tenemos una elocuente versión de "Soledad", de la dupla Gardel Le pera:
Yo quiero una mentira:
Tu boca
era mia.
Tu boca
era mia.
De "Las cuarenta", de Grela y Gorrindo sólo sobrevive un paradójico fragmento inconexo que algunos antropólogos culturales acusan no es un fragmento de una poda sino del disco original:
El resto del abundante pero caótico material se encuentra actualmente en edición.
Todo es falso.
El resto del abundante pero caótico material se encuentra actualmente en edición.
sábado, 30 de mayo de 2009
Sobre la Humanidad que existe y es universal.
Recientemente, en el contexto de una conversación con un viejo y buen amigo, sostuve la unidad del hombre. No es que él se estuviera deshaciendo ni nada por el estilo, argumentaba yo en favor de una cierta idea de Humanidad; de que en el fondo, más allá de las diferencias culturales, geográficas y cronológicas somos todos bastante parecidos; que hay bastante de humano en casi todos, con independencia de las formas accesorias que imponga el derrotero zigzagueante del Espíritu. En los párrafos subsiguientes procuraré defender esta tesis a través de algunos ejemplos traidos de India y la Grecia antiguas.
El equilibrio Indio y la unidad con el cosmos
La historia de Buda es conocida por casi todos los vegetarianos, lectores de Herman Hesse y personas aficionadas a la cultura. Es también un mito usual que Buda era un gordo bueno, que profesaba la tolerancia, el amor de todos, la terapia de pilates y cosas por el estilo.
La filosofía budista fue bastante bien recibida en parte porque servía a fines sociales precisos: combinaba el conformismo y la obediencia al orden de castas vigente por ese entonces en la península con una especie de esperanza de purificación y ascenso social a través de la reencarnación. Pero eso no es todo. Buda, que era un bacan profundo, condenó un conjunto de tesis filosóficas y declaró pernicioso el pensamiento de otras corrientes contemporáneas mucho más revolucionarias y que poseían numerosos seguidores. Entre ellas se cuentan el escepticismo de Belatthapputta, el atomismo y el materialismo de Kachchâyana y Kesakambala, el amoralismo de Kassapa y el determinismo de Makkhali Gosâla. Sus doctrinas promovían o bien la inacción lisa y llana (una especie de huelguismo general del campesinado) o bien la libertad (desobediencia civil) o bien la negación del karman (cielo Kantiano encarnado en la historia del cosmos).
Resulta particularmente polémica la posición del mencionado Gosâla quien, negando el karman y defendiendo el determinismo, aceptaba sin embargo la existencia de un camino de puificación del espíritu, un único camino. Éste sostuvo (la traducción del sanscrito es de Carmen Dragonetti):
"Existen, oh gran rey, 1.406.600 nacimientos principales; 509 actos y medio; 62 caminos; 62 sub-períodos cósmicos; 6 categorías; 8 etapas humanas; 4.900 ocupaciones; 4.900 monjes errantes; 4.900 regiones de serpientes; 2000 facultades; 3.000 infiernos; 36 elementos de impureza; 7 matrices animadas; 7 matrices inanimadas; 7 matrices nudo; 7 dioses; 7 hombres; 7 lagos; 707 pavutas (?); 707 precipicios; 707 sueños; 8.400.000 grandes períodos cósmicos; circulando y transmigrando a través de los cuales, el sabio y el ignorante pondrán fin al sufrimiento. Aquí no cabe: con esta disciplina moral o con este deber o con este ascetismo o con esta vida religiosa, poco a poco, yo haré madurar el acto no plenamente maduro o yo pondré fin al acto maduro. Así no es..."
Resultan claras las implicancias políticas de una tal doctrina. Resuta notable la fuerte presencia democrácita, individual, univeral y determinista de la Filosofía de Gosâla. Ideas todas presuntamente occidentales y plenamente presentes allí y entonces.
Los griegos, esos pensadores profundos
Suele exaltarse, con indignación creciente, la decadencia de nuestra cultura actual, el éxito de bailando por un sueño y la decrepitud del pensamiento contemporáneo.
Dejemos de lado esta última y triste verdad: la vulgaridad general del pensamiento (si así cabe llamarle) posmoderno al que nos referiremos en otra opounidad. Se dice que los griegos en cambio no eran así, no el profundo Platón, no el moralista Esquilo, no. Ellos estaban entregados a los pentámetros y la sodomía entre gente bien en un ambito deportivo y argumental, se dice.
Pero tal como hubo un Olmedo y un Porcel en nuestros setentas y ochentas hubo griegos como nosotros: gente que se rie con Franchela haciendo "uuuuuuhhhhhhhh".
Así, algunos grafitos pompeyanos contienen mensajes como "Por esta puerta me vuelvo loco [no se refiere a una puerta]" (CIL. IV 4519) . Y si se dice que los pompeyanos eran medio romanos podemos acudir a los priapeos (fragmentos priapicos): "De qué te reís muchacha estúpida. no me hizo Praxiteles, ni Escopas, ni me pulió la mano de Fidias [escultores célebres] sino que un campesino me dijo se Priapo. Sin embargo tu me miras y te ríes. Sin duda te parece salada esta columna que se yergue rígida entre mis ingles"(Frg. Pr. 10) o los versos "No digas que no te lo dije de antemano:/ si vienes a robarme, saldrás atravesado" (Frg. Pr. 59).
Sin palabras. Tinelli es quizás un lector y un ejecutor de la Grecia clásica más aplicado que muchos presuntos eruditos...
Viva Voltaire, que se burlaba de los frailes. Viva Hume, que rechazó un viaje a Francia porque estaba muy rico y muy gordo. Viva Leibniz, que mandó a un gil a buscar dos hojas idénticas en el jardín de Herrenhausen y se fue con Mme. la electora a los ligustros. Y, por encima de todo ,viva la Humanidad en la que nada nos es demasiado ajeno ni todo necesariamete propio. Salud.
El equilibrio Indio y la unidad con el cosmos
La historia de Buda es conocida por casi todos los vegetarianos, lectores de Herman Hesse y personas aficionadas a la cultura. Es también un mito usual que Buda era un gordo bueno, que profesaba la tolerancia, el amor de todos, la terapia de pilates y cosas por el estilo.
La filosofía budista fue bastante bien recibida en parte porque servía a fines sociales precisos: combinaba el conformismo y la obediencia al orden de castas vigente por ese entonces en la península con una especie de esperanza de purificación y ascenso social a través de la reencarnación. Pero eso no es todo. Buda, que era un bacan profundo, condenó un conjunto de tesis filosóficas y declaró pernicioso el pensamiento de otras corrientes contemporáneas mucho más revolucionarias y que poseían numerosos seguidores. Entre ellas se cuentan el escepticismo de Belatthapputta, el atomismo y el materialismo de Kachchâyana y Kesakambala, el amoralismo de Kassapa y el determinismo de Makkhali Gosâla. Sus doctrinas promovían o bien la inacción lisa y llana (una especie de huelguismo general del campesinado) o bien la libertad (desobediencia civil) o bien la negación del karman (cielo Kantiano encarnado en la historia del cosmos).
Resulta particularmente polémica la posición del mencionado Gosâla quien, negando el karman y defendiendo el determinismo, aceptaba sin embargo la existencia de un camino de puificación del espíritu, un único camino. Éste sostuvo (la traducción del sanscrito es de Carmen Dragonetti):
"Existen, oh gran rey, 1.406.600 nacimientos principales; 509 actos y medio; 62 caminos; 62 sub-períodos cósmicos; 6 categorías; 8 etapas humanas; 4.900 ocupaciones; 4.900 monjes errantes; 4.900 regiones de serpientes; 2000 facultades; 3.000 infiernos; 36 elementos de impureza; 7 matrices animadas; 7 matrices inanimadas; 7 matrices nudo; 7 dioses; 7 hombres; 7 lagos; 707 pavutas (?); 707 precipicios; 707 sueños; 8.400.000 grandes períodos cósmicos; circulando y transmigrando a través de los cuales, el sabio y el ignorante pondrán fin al sufrimiento. Aquí no cabe: con esta disciplina moral o con este deber o con este ascetismo o con esta vida religiosa, poco a poco, yo haré madurar el acto no plenamente maduro o yo pondré fin al acto maduro. Así no es..."
Resultan claras las implicancias políticas de una tal doctrina. Resuta notable la fuerte presencia democrácita, individual, univeral y determinista de la Filosofía de Gosâla. Ideas todas presuntamente occidentales y plenamente presentes allí y entonces.
Los griegos, esos pensadores profundos
Suele exaltarse, con indignación creciente, la decadencia de nuestra cultura actual, el éxito de bailando por un sueño y la decrepitud del pensamiento contemporáneo.
Dejemos de lado esta última y triste verdad: la vulgaridad general del pensamiento (si así cabe llamarle) posmoderno al que nos referiremos en otra opounidad. Se dice que los griegos en cambio no eran así, no el profundo Platón, no el moralista Esquilo, no. Ellos estaban entregados a los pentámetros y la sodomía entre gente bien en un ambito deportivo y argumental, se dice.
Pero tal como hubo un Olmedo y un Porcel en nuestros setentas y ochentas hubo griegos como nosotros: gente que se rie con Franchela haciendo "uuuuuuhhhhhhhh".
Así, algunos grafitos pompeyanos contienen mensajes como "Por esta puerta me vuelvo loco [no se refiere a una puerta]" (CIL. IV 4519) . Y si se dice que los pompeyanos eran medio romanos podemos acudir a los priapeos (fragmentos priapicos): "De qué te reís muchacha estúpida. no me hizo Praxiteles, ni Escopas, ni me pulió la mano de Fidias [escultores célebres] sino que un campesino me dijo se Priapo. Sin embargo tu me miras y te ríes. Sin duda te parece salada esta columna que se yergue rígida entre mis ingles"(Frg. Pr. 10) o los versos "No digas que no te lo dije de antemano:/ si vienes a robarme, saldrás atravesado" (Frg. Pr. 59).
Sin palabras. Tinelli es quizás un lector y un ejecutor de la Grecia clásica más aplicado que muchos presuntos eruditos...
Viva Voltaire, que se burlaba de los frailes. Viva Hume, que rechazó un viaje a Francia porque estaba muy rico y muy gordo. Viva Leibniz, que mandó a un gil a buscar dos hojas idénticas en el jardín de Herrenhausen y se fue con Mme. la electora a los ligustros. Y, por encima de todo ,viva la Humanidad en la que nada nos es demasiado ajeno ni todo necesariamete propio. Salud.
miércoles, 20 de mayo de 2009
viernes, 3 de abril de 2009
TIGRES Y HALCONES
Comprendo que a quienes la ven por primera vez nuestra ciudad les parezca extraña pero, a pesar de los muchos cambios que sucedieron en los últimos años, creo que es como cualquier otra. Por supuesto que tiene sus peculiaridades, ¿o es que acaso alguna ciudad no las tiene?
La vida en las grandes urbes suele ser densa y rutinaria: largas jornadas de trabajo, transportes públicos atestados e interminables colas en los bancos. Las únicas incertidumbres cotidianas se reducen a temores tan prosaicos como el de sufrir un robo o una estafa; para los comerciantes, tener un día de poca venta; para los asalariados, perder el empleo; para los desocupados, no conseguirlo. En pocas palabras, la supervivencia en su modo más pobre, la rutina de las miserias cotidianas.
Nuestra ciudad no era ajena a ello; precisamente ese estado de cosas fue lo que llevó, hace varios años, a que nuestros ciudadanos se plantearan la necesidad de cambiar el estilo de vida. Muchos de ellos se dedicaron a la ardua tarea de buscar alguna salida para una ciudad agobiada por la rutina. Dicen que quien dio el primer paso para el cambio fue un ornitólogo que, cansado de ver sólo palomas grises anidando en las cornisas de la catedral, rescatando migas de la plaza principal o posándose en los balcones de los departamentos, decidió, sin autorización oficial, traer algunas especies de aves exóticas y liberarlas para que se reprodujeran. El hecho puede parecer insignificante, pero fue el comienzo de una serie de acontecimientos que llevaron a que la ciudad llegara a ser lo que es hoy.
En un primer momento las autoridades, enteradas del hecho, intimaron al especialista a que suspendiera esa actividad y rescatara a los ejemplares para evitar el desequilibrio ecológico, pero la noticia trascendió y se desató un debate público. La mayoría opinó que, ante el novedoso espectáculo, valía la pena correr un mínimo riesgo; a lo sumo algunas aves desaparecerían, otras se adaptarían y se reproducirían, pero lo cierto es que el hecho habría de sacar a todos, al menos momentánea y modestamente, del aburrimiento diario. Finalmente, la radicación no sólo fue aprobada oficialmente, sino que el gobierno organizó un programa de estímulo para la introducción progresiva de nuevas aves.
En un principio la vida cambió de un modo sutil: además de las previsibles palomas, comenzaron a verse tucanes y guacamayos que dieron a la ciudad un aspecto renovado. La introducción de nuevos árboles y plantas fue un proceso lógico y necesario para favorecer la adaptación de las especies que, en su mayoría, no sufrieron el cambio. Las nuevas aves, con sus múltiples colores, enriquecieron el habitual paisaje gris, hasta que pasaron a formar parte de él.
Un nuevo cambio sucedió entonces: se introdujeron algunos ejemplares de aves rapaces. Ya no se trataba simplemente de especies vistosas, sino de animales cuya magnificencia y agresividad generaban inquietud. Las palomas, por supuesto, desaparecieron; la gente, intrigada y algo atemorizada, solía esperar ansiosamente que algún halcón se acercara a sus ventanas.
La adaptación de aves de semejante envergadura fue un poco complicada; solían atacar a los animales domésticos más pequeños, cosa que no preocupaba demasiado a los habitantes que comenzaban a ignorarlos; pero lo cierto es que la movilidad de los rapaces estaba un poco limitada por la estrechez de las calles, la altura de los rascacielos y las marañas de cables de alta tensión y de televisión para abonados en las que solían enredarse. No fueron raros los casos de ejemplares destrozados por las hélices de los helicópteros policiales que, por entonces, sobrevolaban permanentemente la ciudad. Las posteriores generaciones fueron mejor adaptadas a los peligros urbanos, cambiaron sus hábitos y la población fue en aumento.
Poco tiempo pasó hasta que aparecieron nuevas especies traídas por los zoólogos, estimulados por el organismo estatal creado para tal fin. En este caso la medida no se limitó exclusivamente a las aves; los gatos, que normalmente deambulaban por los techos y las veredas, fueron reemplazados por felinos salvajes de gran tamaño, cuyas espléndidas estampas cautivaron a los habitantes. Pero el entusiasmo no se restringía al mero hecho estético; el peligro que suponía una pantera acechando a la vuelta de la esquina convirtió a las salidas nocturnas en verdaderas aventuras. Esto produjo una gran excitación a la mayoría de los ciudadanos, quienes exigieron al gobierno la radicación de nuevas especies.
Demás está decir que la caza tuvo que ser severamente penada; sólo justificaba la muerte de un animal el hecho de que una vida humana corriera serio peligro. El uso de armas se volvió corriente pero, desde entonces, las patrullas controlaron incansablemente el comportamiento de los habitantes. De todos modos, no existía en la población la más mínima intención de matar a los animales sin razón. Sabían que su presencia los enriquecía, estrechaba más firmemente sus lazos de solidaridad y, de alguna manera, daba sentido a sus vidas.
Inicialmente los accidentes fueron comunes, tanto para los animales como para los humanos: lobos desprevenidos aplastados por micros y ferrocarriles; adolescentes convertidos en jirones de piel a arañazos por haber estirado imprudentemente la cola de algún tigre.
Una carnicería céntrica fue asaltada por un león. Los clientes, en un primer momento horrorizados, luego contemplaron absortos cómo el animal los ignoraba y se llevaba media res y una ristra de chorizos, ante la desolación del carnicero.
En una cancha de fútbol de los arrabales, un arquero fue devorado durante una ofensiva de su equipo que, en su vano afán de empatar el partido, tuvo a su favor varios corners seguidos. El hecho recién fue notado al producirse el contraataque del equipo rival, que culminó en un gol que nadie pudo evitar y cuya validez aún hoy es discutida; debajo de los tres palos encontraron una pila de huesos sanguinolentos.
En los areneros de las plazas, los escorpiones fueron victimarios y víctimas; es verdad que envenenaron a varios niños, pero lo cierto es que en cuanto éstos les tomaron la mano, aquéllos se convirtieron en objeto de sus puntapiés, de encierros en pequeños frascos sin aire suficiente y de todo tipo de experimentos y torturas.
Los espacios verdes fueron densamente forestados y convertidos en pequeños bosques y selvas. Las salidas de fin de semana se volvieron apasionantes: había que evitar las mordeduras de serpientes y las picaduras de mosquitos anofeles y moscas tse-tse.
Por momentos la comunión entre personas y animales llegó a ser curiosa y hasta conmovedora. Algunas señoras maduras salían al anochecer con platos con restos de carne para alimentar a las hienas. Cuentan que una anciana daba vino a un cuervo que a diario se acercaba a su ventana, con el objeto de estimularlo a que hablara y aprendiera a decir algunos insultos que ella misma le enseñaba.
La población fue aprendiendo poco a poco las destrezas necesarias para sobrevivir a tantos peligros. Hoy los métodos son difundidos a través de la publicidad oficial y de la formación en las escuelas, además de los no siempre confiables consejos de las revistas semanales y los programas televisivos de la tarde.
Lo que otrora fuera una novedad y un desafío excitante se ha convertido poco a poco en rutina, en una serie de molestias cotidianas. La apatía comienza a ganar a los habitantes que, habituados ya a ver animales salvajes por doquier, empiezan a molestarse por los desechos que dejan en las veredas.
Varios especialistas de la ciencia y la cultura están pensando en la forma de cambiar este estilo de vida que se ha vuelto previsible y monótono, como lo puede ser esperar el ómnibus, pedir turno en el hospital o hacer cola en la caja del supermercado.
La vida en las grandes urbes suele ser densa y rutinaria: largas jornadas de trabajo, transportes públicos atestados e interminables colas en los bancos. Las únicas incertidumbres cotidianas se reducen a temores tan prosaicos como el de sufrir un robo o una estafa; para los comerciantes, tener un día de poca venta; para los asalariados, perder el empleo; para los desocupados, no conseguirlo. En pocas palabras, la supervivencia en su modo más pobre, la rutina de las miserias cotidianas.
Nuestra ciudad no era ajena a ello; precisamente ese estado de cosas fue lo que llevó, hace varios años, a que nuestros ciudadanos se plantearan la necesidad de cambiar el estilo de vida. Muchos de ellos se dedicaron a la ardua tarea de buscar alguna salida para una ciudad agobiada por la rutina. Dicen que quien dio el primer paso para el cambio fue un ornitólogo que, cansado de ver sólo palomas grises anidando en las cornisas de la catedral, rescatando migas de la plaza principal o posándose en los balcones de los departamentos, decidió, sin autorización oficial, traer algunas especies de aves exóticas y liberarlas para que se reprodujeran. El hecho puede parecer insignificante, pero fue el comienzo de una serie de acontecimientos que llevaron a que la ciudad llegara a ser lo que es hoy.
En un primer momento las autoridades, enteradas del hecho, intimaron al especialista a que suspendiera esa actividad y rescatara a los ejemplares para evitar el desequilibrio ecológico, pero la noticia trascendió y se desató un debate público. La mayoría opinó que, ante el novedoso espectáculo, valía la pena correr un mínimo riesgo; a lo sumo algunas aves desaparecerían, otras se adaptarían y se reproducirían, pero lo cierto es que el hecho habría de sacar a todos, al menos momentánea y modestamente, del aburrimiento diario. Finalmente, la radicación no sólo fue aprobada oficialmente, sino que el gobierno organizó un programa de estímulo para la introducción progresiva de nuevas aves.
En un principio la vida cambió de un modo sutil: además de las previsibles palomas, comenzaron a verse tucanes y guacamayos que dieron a la ciudad un aspecto renovado. La introducción de nuevos árboles y plantas fue un proceso lógico y necesario para favorecer la adaptación de las especies que, en su mayoría, no sufrieron el cambio. Las nuevas aves, con sus múltiples colores, enriquecieron el habitual paisaje gris, hasta que pasaron a formar parte de él.
Un nuevo cambio sucedió entonces: se introdujeron algunos ejemplares de aves rapaces. Ya no se trataba simplemente de especies vistosas, sino de animales cuya magnificencia y agresividad generaban inquietud. Las palomas, por supuesto, desaparecieron; la gente, intrigada y algo atemorizada, solía esperar ansiosamente que algún halcón se acercara a sus ventanas.
La adaptación de aves de semejante envergadura fue un poco complicada; solían atacar a los animales domésticos más pequeños, cosa que no preocupaba demasiado a los habitantes que comenzaban a ignorarlos; pero lo cierto es que la movilidad de los rapaces estaba un poco limitada por la estrechez de las calles, la altura de los rascacielos y las marañas de cables de alta tensión y de televisión para abonados en las que solían enredarse. No fueron raros los casos de ejemplares destrozados por las hélices de los helicópteros policiales que, por entonces, sobrevolaban permanentemente la ciudad. Las posteriores generaciones fueron mejor adaptadas a los peligros urbanos, cambiaron sus hábitos y la población fue en aumento.
Poco tiempo pasó hasta que aparecieron nuevas especies traídas por los zoólogos, estimulados por el organismo estatal creado para tal fin. En este caso la medida no se limitó exclusivamente a las aves; los gatos, que normalmente deambulaban por los techos y las veredas, fueron reemplazados por felinos salvajes de gran tamaño, cuyas espléndidas estampas cautivaron a los habitantes. Pero el entusiasmo no se restringía al mero hecho estético; el peligro que suponía una pantera acechando a la vuelta de la esquina convirtió a las salidas nocturnas en verdaderas aventuras. Esto produjo una gran excitación a la mayoría de los ciudadanos, quienes exigieron al gobierno la radicación de nuevas especies.
Demás está decir que la caza tuvo que ser severamente penada; sólo justificaba la muerte de un animal el hecho de que una vida humana corriera serio peligro. El uso de armas se volvió corriente pero, desde entonces, las patrullas controlaron incansablemente el comportamiento de los habitantes. De todos modos, no existía en la población la más mínima intención de matar a los animales sin razón. Sabían que su presencia los enriquecía, estrechaba más firmemente sus lazos de solidaridad y, de alguna manera, daba sentido a sus vidas.
Inicialmente los accidentes fueron comunes, tanto para los animales como para los humanos: lobos desprevenidos aplastados por micros y ferrocarriles; adolescentes convertidos en jirones de piel a arañazos por haber estirado imprudentemente la cola de algún tigre.
Una carnicería céntrica fue asaltada por un león. Los clientes, en un primer momento horrorizados, luego contemplaron absortos cómo el animal los ignoraba y se llevaba media res y una ristra de chorizos, ante la desolación del carnicero.
En una cancha de fútbol de los arrabales, un arquero fue devorado durante una ofensiva de su equipo que, en su vano afán de empatar el partido, tuvo a su favor varios corners seguidos. El hecho recién fue notado al producirse el contraataque del equipo rival, que culminó en un gol que nadie pudo evitar y cuya validez aún hoy es discutida; debajo de los tres palos encontraron una pila de huesos sanguinolentos.
En los areneros de las plazas, los escorpiones fueron victimarios y víctimas; es verdad que envenenaron a varios niños, pero lo cierto es que en cuanto éstos les tomaron la mano, aquéllos se convirtieron en objeto de sus puntapiés, de encierros en pequeños frascos sin aire suficiente y de todo tipo de experimentos y torturas.
Los espacios verdes fueron densamente forestados y convertidos en pequeños bosques y selvas. Las salidas de fin de semana se volvieron apasionantes: había que evitar las mordeduras de serpientes y las picaduras de mosquitos anofeles y moscas tse-tse.
Por momentos la comunión entre personas y animales llegó a ser curiosa y hasta conmovedora. Algunas señoras maduras salían al anochecer con platos con restos de carne para alimentar a las hienas. Cuentan que una anciana daba vino a un cuervo que a diario se acercaba a su ventana, con el objeto de estimularlo a que hablara y aprendiera a decir algunos insultos que ella misma le enseñaba.
La población fue aprendiendo poco a poco las destrezas necesarias para sobrevivir a tantos peligros. Hoy los métodos son difundidos a través de la publicidad oficial y de la formación en las escuelas, además de los no siempre confiables consejos de las revistas semanales y los programas televisivos de la tarde.
Lo que otrora fuera una novedad y un desafío excitante se ha convertido poco a poco en rutina, en una serie de molestias cotidianas. La apatía comienza a ganar a los habitantes que, habituados ya a ver animales salvajes por doquier, empiezan a molestarse por los desechos que dejan en las veredas.
Varios especialistas de la ciencia y la cultura están pensando en la forma de cambiar este estilo de vida que se ha vuelto previsible y monótono, como lo puede ser esperar el ómnibus, pedir turno en el hospital o hacer cola en la caja del supermercado.
martes, 10 de marzo de 2009
PASSACAGLIA
Mariano Lastiri y Luis Colucci invitan a:
PASSACAGLIA
Encuentro de música y pinturas, donde se expondrán obras de Mariano Lastiri y Tanger hará música en vivo en formato acústico.
Se llevará a cabo en La Causa, Centro Psicoanalítico y Espacio Cultural, J.B.Alberdil 2652, el día sábado 14 de marzo a las 19:30 hs.
La entrada es libre y gratuita.
Para conocer más sobre la obra de Mariano Lastiri y de Tanger pueden visitar:
www.marianolastiri.blogspot.com
www.myspace.com/tangerspace
PASSACAGLIA
Encuentro de música y pinturas, donde se expondrán obras de Mariano Lastiri y Tanger hará música en vivo en formato acústico.
Se llevará a cabo en La Causa, Centro Psicoanalítico y Espacio Cultural, J.B.Alberdil 2652, el día sábado 14 de marzo a las 19:30 hs.
La entrada es libre y gratuita.
Para conocer más sobre la obra de Mariano Lastiri y de Tanger pueden visitar:
www.marianolastiri.blogspot.com
www.myspace.com/tangerspace
viernes, 27 de febrero de 2009
El Silencio*
Cuando hoy a la mañana salí de mi edificio
para ir a trabajar, en la puerta de entrada me topé con mi vecino del quinto
piso. No me sorprendí cuando no me saludó, por el contrario, habría sido
sorprendente que lo hiciera, ya que jamás decía siquiera “hola”. Yo tampoco lo
saludé; tiempo atrás, al no verme correspondido, yo también había omitido esa
norma de cortesía hacia él. “Es un troglodita”, pensé, y salí a la calle.
Caminé hasta la parada y estuve ahí en el
preciso momento en que llegaba el colectivo. Cuando subí, el chofer marcó el
importe del pasaje sin que yo se lo hubiese solicitado. El hecho podía deberse
a dos motivos: el primero, rápidamente descartado por mí, suponía la
posibilidad de que el veterano conductor me recordara y conociese mi habitual
destino, ya que viajo en esa línea desde hace años, a la misma hora y con una
frecuencia casi diaria. El segundo y, a mi juicio, el más probable, era que
marcara el importe de acuerdo a una precaria estadística que indicaría que los
pasajeros, en su mayoría, suelen solicitar pasajes de esa tarifa. Acerqué la
tarjeta a la máquina y pagué.
El vehículo estaba repleto y se hacía difícil
avanzar entre el gentío; el piso ostentaba una humedad resbaladiza y perdí el
equilibrio, empujando a un hombre de bigotes y pelo entrecano. Le hice un
elocuente gesto de disculpa con la
cabeza, enfatizado por un movimiento de mi mano derecha y obtuve por respuesta
una mirada inquisidora.
Una señora mayor muy bien vestida subió y,
avanzando a manotazos entre la multitud, accedió a un asiento que le cedieron y
por el que no dio las gracias. En la corrida, apoyó bruscamente su pie derecho
sobre algo blanduzco, que resultó ser ni más ni menos que mi pie izquierdo. Ni
un gesto hubo en su cara, ni una palabra salió de su boca.
El viaje a mi trabajo suele ser largo, pero
esta mañana pareció serlo aun más; el clima estaba muy pesado, especialmente
dentro del colectivo, donde la temperatura parecía ser varios grados superior a
la del mundo exterior. Los pasajeros soportaban el viaje con estoicismo,
mientras miraban a través de las turbias ventanillas y se esforzaban por
aferrarse a los pasamanos.
Luego bajaron algunos y la atmósfera se
volvió apenas un poco más respirable. Frente a mí se desocupó un asiento y me
senté en él. A mi lado, junto a la ventanilla, una chica escuchaba música, los
auriculares conectados por un extremo a sus oídos y por el otro a un
smartphone, mientras dejaba errar la mirada en dirección a la calle. Al rato se
levantó, pero antes hizo algunos gestos como para darme a entender que tenía
que bajarse y que yo debía hacerme a un lado para dejarla pasar: cambió su
posición en el asiento, se acomodó ligeramente el pelo, guardó algo en su
cartera, miró con atención la altura de la calle y luego dirigió su mirada a
mí, pero no dijo nada. Me levanté y pasó en silencio.
Unas pocas cuadras después, por fin, llegué a
mi destino y bajé del colectivo. La situación se me había vuelto intolerable.
¿Acaso todos habían perdido el habla? Pienso que a esa altura hasta a mí me
habría costado romper el silencio y que, aunque lo hubiese intentado, no habría
salido una palabra de mi boca. Caminé unos pasos por la vereda, que estaba tan
llena de gente que parecía una prolongación del colectivo. Entonces, no lo pude
resistir: un tipo pasó a mi lado y, sin previo aviso, le pegué una terrible
trompada en la mandíbula. Quedó aturdido, porque no le di tiempo a reaccionar;
pero cuando se repuso del shock me gritó:
- ¡La puta que te parió!
Y yo salí corriendo sin poder disimular la
sonrisa.
*Seleccionado y publicado en el libro Relatos Cotidianos, compilado por Elizabeth Toribio. Editorial Dunken 2018.
lunes, 16 de febrero de 2009
Plagio: ejercicio de la memoria de los escritores universales.
Con un título de dudoso ingenio como único escudo, procedo a citar lisa y largamente unos pasajes de Machado; no estrictamete de Antonio Machado sino de Abel Martín; no estrictamentede Abel Martín sino de Juan de Mairena. Personajes los segundos de la invención de los otros.
¿Comprende usted señor Martinez?
-Creo que sí.
-Salga usted a la pizarra y escriba:
(ejercicios poéticos sobre temas barrocos)
"Lo clásico- habla Mairena a sus alumnos- es el empleo del sustantivo acompañado de un adjetivo definidor. Así, Homero llama hueca a la nave; con lo cual se acerca más a una definición que a una descripción de la nave. En la nave de Homero se navega todavía y se navegará mietras rija el principio de Arquímedes. Lo barroco no añade nada a lo clásico, pero perturba su equilibrio, exaltando la importancia del adjetivo definidor hasta hacerle asumir la propia función del sustantivo. Si el oro se define por la marillez, y laplata por su blancor, no hay menor inconveniente en que al oro le llamemos plata, con tal que esta plata sea rubia, y plata al oro, siempre que este oro sea cano.¿Comprende usted señor Martinez?
-Creo que sí.
-Salga usted a la pizarra y escriba:
Oro cano te doy, no plata rubia.
¿Qué quiere decir eso?
-Que no me da usted oro, sino plata.
-Conformes. ¿Y qué opina usted de ese verso?
-Que es un endecasílabo correcto.
-¿Y nada más?
-...la gracia de llamar plata al oro y oro a la plata.
-Escriba usted ahora:
-Que no me da usted oro, sino plata.
-Conformes. ¿Y qué opina usted de ese verso?
-Que es un endecasílabo correcto.
-¿Y nada más?
-...la gracia de llamar plata al oro y oro a la plata.
-Escriba usted ahora:
¡Oh, anhelada plata rubia,
tú humillas al oro cano!
tú humillas al oro cano!
¿Qué le parecen esos versos?
-Que eso de "oh, anhelada plata" me suena mal, y lo de "tu humillas", peor.
-De acuerdo, pero repare usted en la riqueza conceptual de esos versos y en la gimnasia intelectual a que su comprensión nos obliga. "La plata- dice el poeta-, tan deseada, cuando es rubia, humilla al oro mismo cuando éste es cano, porque la plata cuando es oro vale mucho más que el oro cuando es plata, puesto que hemos convenido en que el oro vale más que la plata. Y todo eso en dos versos octosilábicos! Ahora en cuatro versos -ni uno más- continúe usted complicando, a la manera barroca, el tema que nos ocupa.
Martinez, después de meditar, escribe:
-Que eso de "oh, anhelada plata" me suena mal, y lo de "tu humillas", peor.
-De acuerdo, pero repare usted en la riqueza conceptual de esos versos y en la gimnasia intelectual a que su comprensión nos obliga. "La plata- dice el poeta-, tan deseada, cuando es rubia, humilla al oro mismo cuando éste es cano, porque la plata cuando es oro vale mucho más que el oro cuando es plata, puesto que hemos convenido en que el oro vale más que la plata. Y todo eso en dos versos octosilábicos! Ahora en cuatro versos -ni uno más- continúe usted complicando, a la manera barroca, el tema que nos ocupa.
Martinez, después de meditar, escribe:
Plata rubia, en leve lluvia,
es temporal de oro cano;
cuanto más la plata es rubia
menos lluvia hace verano.
es temporal de oro cano;
cuanto más la plata es rubia
menos lluvia hace verano.
-Verano está aquí por cosecha, caudal, abundancia...
-Comprendido, señor Martinez, Vaya usted bendito de Dios."
No sólo es grande Machado por sus versos y por su humor. Secretamente, ha descifrado el artificio de todo el empirismo que, como buen fruto de los siglos XV y XVI, no es otra cosa que un barroquismo tomado muy al pie de la letra.
-Comprendido, señor Martinez, Vaya usted bendito de Dios."
No sólo es grande Machado por sus versos y por su humor. Secretamente, ha descifrado el artificio de todo el empirismo que, como buen fruto de los siglos XV y XVI, no es otra cosa que un barroquismo tomado muy al pie de la letra.
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