viernes, 15 de mayo de 2015

Viajes (IV) - Venecia resiste

Foto: Nora Spatola (2015). Venecia
Según creo, supe de la existencia de Venecia siendo muy chico a través de un dibujo animado. No puedo decir con exactitud cuál era (ni siquiera puedo saber con precisión si fue así, aunque así lo recuerdo o así me parece recordarlo) pero es posible que haya sido El Inspector. Lo cierto es que Venecia siempre me resultó un lugar más perteneciente al mundo de la fantasía que al de la realidad. Las primeras fotos aéreas que pude ver (en tiempos en que algo como Goggle Maps no podía siquiera sospecharse) confirmaron esa idea. ¿Cómo podía existir una ciudad que estuviera construida prácticamente sobre el agua y que en vez de calles tuviera canales? Esas peculiaridades, su antigüedad y su belleza, sumadas a la distancia reforzaron esa idea: Venecia no podía ser real.
Pero es real. Bueno, en cierto modo lo es. Ahí están, en efecto, su Gran Canal, su Piazza San Marco, su Ponte Rialto, sus canales y sus puentes más pequeños y toda su extraordinaria arquitectura. No es necesario buscar arte en Venecia porque toda ella lo es. Lo que resulta irreal es que no parece tener vida fuera del turismo, como si se tratara de un parque de diversiones sofisticado.
No quiero ser injusto, unos pocos días no bastan para conocer su otra vida, la oculta, donde quizá uno pueda dar con un buen restaurante de precios módicos y porciones generosas (cómo no imaginar en Italia a un mozo de frondosos bigotes sirviendo suculentas y abundantes pastas preparadas por una señora gorda) en vez de pizzerías con estética fast food de dueños orientales que casi no hablan italiano, o descarados restaurantes para turistas atendidos por inmigrantes norteafricanos, seguramente muy mal pagos, que sirven platos escasos a precios exorbitantes.
Las góndolas, de aspecto lujoso y funerario, forman parte de una especie de monopolio del transporte recreativo y caro. No me fue muy difícil imaginar un futuro de góndolas mecánicas en la ciudad convertida en una especie de Disneyworld barroco-renacentista.
Dicen que Venecia se hunde poco a poco. Sería una verdadera pena, porque es una ciudad única en el más pleno sentido de la palabra, aunque tampoco puedo evitar imaginarla totalmente sumergida, convertida en la obsesión de los turistas aventureros que, por unos cuantos Euros, podrían bucear entre las torres y los campanarios.
Pero Venecia sigue ahí, hermosa e irresistible, llena de historia, canales, palacios, puentes y turistas. Y, sin duda, vale la pena conocerla antes de que, si los pronósticos catastrofistas son acertados, desaparezca.

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