martes, 18 de noviembre de 2014

Secuencia 2 - Música y visuales



Viernes 21 de noviembre, 21 horas
Casa (Sic)
JuaquÍn V. González 912 CABA

martes, 28 de octubre de 2014

Viajes (III) - Berlín o la reconstrucción permanente

Foto: Nora Spatola (2013). Berlín-Mitte
Desde un balcón del número 5 de la Haberlandstraße, una pequeña calle del barrio de Schöneberg, pende una tela con la inscripción E=mc². En la vereda, una placa recuerda que ahí estuvo el departamento en el que vivió Einstein antes de que tuviese que abandonar Alemania. Ese es el lugar. El edificio es otro.
En el este, en medio de un enorme parque se levanta el Memorial de Treptow, que recuerda a los soldados soviéticos caídos en la lucha contra el nazismo. Su mármol rojo antes revistió las paredes de la cancillería del Reich, que fue parcialmente destruida durante los bombardeos aliados en la segunda guerra mundial y fue definitivamente demolida durante la ocupación soviética. Donde estuvo la cancillería ahora hay un estacionamiento y una especie de patio debajo del cual se encontraba el Führerbunker, el lugar donde se refugió Hitler antes de suicidarse en 1945 ante la inminente la caída de Berlín.
En pleno centro, frente al imponente Domo, se realizan las obras de lo que será el Castillo de los Reyes de Prusia. Ya no hay monarquía ni Prusia pero alguna vez allí sí hubo reyes y un castillo que también fue destruido durante la guerra. En su lugar, la República Democrática Alemana erigió el Palacio de la República, que fue demolido luego de la reunificación. Ahora se ha decidido reconstruir el antiguo castillo real. O, más precisamente, construir uno similar en el mismo lugar.
En la East Side Gallery, frente al río Spree y junto al Oberbaumbrücke, uno de los puentes más antiguos de la ciudad, se puede ver el fragmento más extenso que queda del muro que durante casi tres décadas no sólo dividió la ciudad a la mitad sino que también rodeó Berlín Occidental. Hoy, cubierto por murales y graffiti es una galería a cielo abierto.
Sin una imagen tan definida y cautivadora como la que pueden ostentar París o Roma, Berlín se ha convertido en una ciudad muy cosmopolita. Sometida constantemente a los avatares de su historia —las guerras imperiales, el nazismo, los bombardeos, la ocupación, la división, la guerra fría y la reunificación—, puede parecer que nunca termina de encontrar su forma; pero tal vez esa sea su forma: la variación, el cambio permanente.

miércoles, 22 de octubre de 2014

Viajes (II) - Roma miente eternidad

Foto: Nora Spatola (2014). Coliseo, Roma
Si hay una ciudad en la tierra que puede mentir eternidad es Roma. Una ciudad que conserva edificios construidos hace unos dos mil años —el Coliseo, el Foro, el Panteón— puede justificar el lugar común de ser llamada eterna. Lo mismo podría decirse del otro lugar común que la define como un museo a cielo abierto, si a todo ello sumamos el Castel Sant'Angelo, la Ciudad del Vaticano y las esculturas de Bernini, por sólo citar unas pocas cosas. Pero un museo es más una colección de lo que sucedió que de lo que sucede. Eso pasa con Roma, tanta historia produce una extraordinaria sensación de vértigo, pero también la sensación de que ahí ya nada nuevo puede ocurrir.
En su eternidad todo convive: fragmentos de acueductos de la antigüedad con iglesias barrocas y edificios fascistas; jóvenes pudientes y arrogantes con mendigos que permanecen arrodillados de cara al piso durante horas; anacrónicos agentes de tránsito de impecables guantes blancos con inmigrantes africanos vendiendo bijouterie. Todo parece superponerse de forma caótica y a la vez muy colorida. De lo más entrañable, el distrito de Trastevere, donde abundan las calles sin salida, invita a sentarse en una trattoria de manteles cuadriculados a comer un plato de pasta regado con vino y rematado por un diminuto y concentradísimo espresso.
En más de un sentido estar en Roma es, para un porteño, un poco como estar en Buenos Aires: tránsito caótico, calles sucias, transporte público ineficiente y gente que habla en voz alta y gesticula copiosamente. Puede decirse que los porteños somos italianos que viven en Buenos Aires y hablan en español.
El río Tíber, que bien podría ser a Roma lo que el Sena es a París, cruza la ciudad, pero es casi como si no estuviera. Poca gente camina por sus muelles. Atravesado por algunos puentes antiguos y hermosos, incluido el llamado Ponte Rotto, que es la ruina del antiquísimo Ponte Emilio, su estado de abandono nos recuerda lejanamente a nuestros dos ríos ignorados, que nos avergüenzan por lo que son, o por lo que podrían ser y no son.
Con mucho más pasado que presente, sin Fellini, sin Marcello, sin Anita en la Fontana, Roma, mintiendo eternidad, sigue siendo una ciudad fascinante.

lunes, 20 de octubre de 2014

Viajes (I) - Volver a París

Foto: Nora Spatola (2014). Rue Berton, París
Borges decía que releer es más importante que leer, sólo que para releer primero hay que leer. Extrapolando esa frase podría decirse que mejor que ir a París es volver a París.
Sucede que, la primera vez, París deslumbra por el peso de la historia, del Louvre, de Notre Dame y de la Tour Eiffel; pero tanto peso puede abrumar y convertirla en algo un poco distante y ajeno, si bien es cierto que, según las circunstancias y la duración del viaje, uno puede llegar a escapar del (de acuerdo a los consejos de los viajeros exprés y las agencias de turismo) circuito obligado y descubrir uno de los tantos rincones, como la Rue Berton, el Village Saint-Paul o el Passage Véro-Dodat, que constituyen su otra cara, la cara más íntima.
Aún así, es probable que toda esa experiencia recién comience a tomar una real dimensión al ser evocada tiempo después, cuando reaparecerán, de a poco, las imágenes de esos lugares que, a lo mejor, descubrimos por casualidad y que llegamos a sentir como propios, como si nadie los hubiese visto nunca. Entonces comenzará a crecer insistentemente el deseo de volver, de sumergirse nuevamente, ahora con más detenimiento, en la ciudad, que la segunda vez resultará menos ajena. 
Si llega esa segunda vez, seguramente uno volverá a buscar esos rincones y esperará sorprenderse con otros de los tantos similares, sin miedo a perderse o, más precisamente, con el deseo de perderse y de sentarse a tomar un lento café en esos bares de mesitas redondas que, deliberadamente, miran a la calle; de bajar a uno de los muelles del Sena y descorchar un buen tinto para saborearlo mientras espera a que baje el sol y comience la diaria metamorfosis parisina, porque París, de noche, es otra ciudad; de deambular por el laberinto del Quartier Latin y llegar hasta el Cour du Commerce Saint-André o la Rue Mouffetard, pedir una pinta y sentirse un poco parisino. Eso sí, entonces ya no habrá camino de vuelta; o, mejor dicho, sólo quedará buscar cuál será el camino de vuelta, cómo habrá que hacer para, una vez terminado ese viaje, volver a París

viernes, 25 de julio de 2014

SECUENCIA - Un trabajo sonoro-visual


SECUENCIA

Permanencia y cambio

Un trabajo sonoro-visual

Luis Colucci: Música

Constanza Humeres: Visuales

Juan Cruz Digrazia: Animación digital

Viernes 1 de agosto 21 hs.
El Emergente - Gallo 333 CABA

Entrada gratuita

Diseño de flyer: Alexis Gurman




martes, 27 de mayo de 2014

CICLO DE CHARLAS 2014

CHARLA CON

CLAUDIO GÓMEZ CORNET

LUIS ESPINOSA

GABRIEL POLESE


LUNES 2 DE JUNIO, 19 30 HS.

ENTRADA GRATUITA

Microcine del Instituto de Profesorado del Consudec

ESMERALDA 759

sábado, 10 de mayo de 2014

CHARLA CON MARÍA LIGHTOWLER


Video de la sexta charla de nuestro Ciclo de Conferencias del Departamento de Artes Visuales del Instituto de Profesorado del Consudec.
Gracias a María Lightowler por aceptar la invitación.
Todo el trabajo de producción, filmación y edición fue posible gracias a la colaboración de María Victoria Lastiri que se ocupó de la filmación, edición y del equipamiento necesario para tales tareas, de Cecilia Mariel Kranevitter que colaboró con las filmaciones, de todos los profesores que cedieron tiempo de sus clases para poder llevar adelante el proyecto, de los alumnos y de las personas que se acercaron hasta el Consudec que participaron de cada una de las discusiones.
Agradezco la colaboración de Luis Colucci que aportó la música de su autoría y a la gente de Tanger, intérpretes de la obra.
Especialmente, gracias a María Ana Baldani y las autoridades del Consudec que dieron el apoyo institucional y material para que esto pudiera realizarse.

Para conocer más sobre María Lightowler, pueden visitar su página:

martes, 8 de abril de 2014

Postal 8. Orient Express

Es el Expreso de Oriente. Si un tren decadente y poco verosimil hay, es ese. 

La estación está cerrada y se accede a los andenes por una entrada lateral de los años setenta. Están filmando una película en el bar y el lobby.  Hay humo artificial, falsos pasajeros vestidos con trajes elegantes y apócrifos empleados ferroviarios con uniformes impecables de 1920. No conviene profundizar en mis verdaderos compañeros de camarote, la travesti brasileña y el mecánico polaco, ni en los uniformes de los empleados reales [todos ellos merecen instantáneas aparte].  


El tren atraviesa una oscura entre Turquía y Bulgaria cuando, en ese idioma de la gente que no tiene idiomas comunes, el turco a cargo de nuestro compartimiento, el mismo que antes nos solicitó los boletos en un alemán correctísimo e inútil, nos observa atacando las provisiones para el viaje: una petaca con brandy, queso y pan (yo), una botella de vodka, salchichas envasadas al vacío y algo enlatado (el polaco).

Lukasz dice:
-Salchicha? [gesto indescriptible, cómico, de invitación a la salchicha] 
-No, no. Ich bin musulmán. Danke. No como cerdo, no juegos por dinero.
-Perdón, claro. No le ofrecemos entonces bebida. El Corán condena a los que beben alcohol.
-Bueno, son interpretaciones y tampoco hay que ser dogmáticos e ingratos oder?  Ya vuelvo.

Una hora después, somos siete en el compartimiento, fumando y bebiendo [todo el personal salvo uno de los maquinistas]. A la mañana siguiente, el tren se ha perdido [no sé cómo puede perderse un tren, pero tuvimos que seguir a toda máquina hasta una estación en la que pudieran informarnos dónde estábamos y cómo retomar]. Ese día por la tarde abandonamos el vagón cerca de la frontera rumana. Algo había ocurrido. Estaba lleno de humo. Ardía.

Todos, sin excepción, nos encogimos de hombros.

martes, 11 de marzo de 2014

Todo tiempo pasado

La placa, bastante dañada por el paso de los años, puede leerse en la pared de un viejo bar reciclado de San Telmo:
“Se ruega por razones de higiene no escupir en el suelo. Ordenanza municipal, abril 21 de 1909”
No sé el lector, pero yo nunca he visto que alguien escupiera en el piso de un bar ni recuerdo que, estando alguien dispuesto a hacerlo, éste fuera increpado por un amigo, camarero o vecino de mesa para disuadirlo. Debo pensar, en todo caso, que en 1909 no sería tan raro que eso pudiera suceder ya que, si no, no habría tenido sentido poner semejante placa. Recuerdo que en los viejos colectivos solían verse cartelitos con la leyenda: “Prohibido fumar y escupir" (también existía la versión ‘salivar’, que al parecer, sonaba más fina).
Dada la omisión de esas advertencias, debemos suponer que las personas han dejado, en general, dicho hábito, por lo cual aquello que esgrimen algunos viejos de que “la gente ya no tiene modales” sería una mentira. Arriesgo una humilde teoría: los seres humanos somos y hemos sido siempre insoportables, sólo que los modos que toman las conductas antisociales van cambiando según la época. Las quejas que despiertan los tipos despreciables que escuchan música despreciable en lugares públicos con pequeños aparatitos despreciables son tanto razonables como aparentemente novedosas. Pero en los años setenta y ochenta he visto con frecuencia personas munidas de viejas radios portátiles, escuchando transmisiones de fútbol a todo volumen en los colectivos y a tipos caminando por la calle escuchando música en enormes y ahora extintos radiograbadores. Esto último se daba poco, claro, no era muy práctico andar por la vida acarreando aparatos de semejante tamaño que, para colmo de males, solían consumir en pilas lo que una central eléctrica produce de energía en un año.
La pregunta que me surge, entonces, es un poco obvia: ¿Juzgamos el pasado por lo mejor que tuvo y el presente por lo peor que tiene?
Se suele considerar al renacimiento como una época de gran apogeo cultural, la gran era del arte y el humanismo, definición justa si se piensa en Rafael, Miguel Ángel o Leonardo Da Vinci. Sin embargo, y a propósito de Leonardo, hace un par de años descubrí sus Apuntes de cocina1  y encontré entre sus páginas, más exactamente en la sección Modales y usos en la mesa,  las siguientes joyas:

“Ningún invitado se deberá sentar encima de la mesa, ni de espaldas, ni en la falda de otro invitado”
“No deberá poner su pierna encima de la mesa”
“No colocará trozos de su propia comida masticados a medias en el plato de su vecino sin primero preguntarle”
“No limpiará su cuchillo en la ropa del vecino”
“No pondrá comida de la mesa en su bolso, ni en su bota, para comerla después”
“No escupirá frente a él2
“Ni tampoco a un costado”
“No se llevará el dedo a la nariz ni al oído mientras conversa”
“Deberá abandonar la mesa si está por vomitar”

Si esto no llama suficientemente la atención del lector, lo invito a leer los siguientes párrafos.

Acerca de cuál es el modo en que deben ubicarse en la mesa los asesinos”

“Si para la mesa hay planeado un asesinato, es claro que debe ubicarse al asesino en las cercanías de su víctima (...) dado que de este modo se interrumpirá menos la conversación, al mantenerse la acción circunscripta dentro de un pequeño sector.” “Una vez que el cadáver (y, si las hay, también las manchas de sangre) ha sido retirado por los sirvientes, lo usual es que el asesino abandone también la mesa, dado que, algunas veces, podría su presencia perturbar la digestión de aquellos que estén sentados cerca de él.”

Ignoro si Leonardo escribió estas frases con intención de ser irónico aunque sospecho que así fue. De todos modos, el hecho de que las haya escrito da una idea de lo que estaba mal visto en aquellos años y de lo que se suponía podía llegar a suceder en una mesa a la cual acudieran personas de malos modales. La alusión a los asesinatos habla a las claras, aunque sea en clave humorística, de los modos de los nobles de la época que, aparentemente, podían mandar a matar impunemente a quien los importunara e, incluso, tolerar que ocurriera un asesinato en su mesa (siempre y cuando fuese tramado por ellos) pero no que el asesino permaneciera sentado a ella.
Evidentemente, el hecho de que ciertos personajes notables hayan sobrevivido a través de sus obras y hayan llegado a nosotros después de siglos nos lleva a la ilusión de que éstos fueron la norma y no la excepción, como si en aquella época todos los vecinos de Florencia o de Venecia hubiesen sido artistas y no hubiesen existido los enterradores, prestamistas y ladrones. O más aún, como si todos los artistas hubiesen sido brillantes entonces y ahora fueran todos mediocres (aunque, es justo decirlo, ante la incerteza de los cánones, hoy cualquiera se considera un gran artista y es aplaudido por muchos sólo por aparecer en televisión, componer un jingle, tirarse al piso desnudo en una galería de arte o hacer una rayuela en el Palais Royal). Mientras tanto, nos quejamos de que el vecino del departamento J nunca cierra bien la puerta del ascensor o de que el del K, un adolescente, todavía no consigue, después de un año de torturarnos, tocar más o menos decentemente el riff de Satisfaction en la guitarra.





1  Da Vinci, Leonardo. Apuntes de cocina. Pensamientos, misceláneas y fábulas. Distal, Buenos Aires, 2003
2 Se refiere a Ludovico Sforza (1452-1508). Duque de Milán y mecenas de Leonardo.

lunes, 3 de marzo de 2014

CHARLA CON CATALINA LEÓN


Video de la tercera charla de nuestro Ciclo de Conferencias del Departamento de Artes Visuales del Instituto de Profesorado del Consudec.
Gracias a Catalina León por aceptar la invitación.
Todo el trabajo de producción, filmación y edición fue posible gracias a la colaboración de María Victoria Lastiri que se ocupó de la filmación, edición y del equipamiento necesario para tales tareas, de Macarena Bosch que colaboró con las filmaciones, de todos los profesores que cedieron tiempo de sus clases para poder llevar adelante el proyecto, de los alumnos y de las personas que se acercaron hasta el Consudec que participaron de cada una de las discusiones.
Agradezco la colaboración de Luis Colucci que aportó la música de su autoría y a la gente de Tanger, intérpretes de la obra.
Especialmente, gracias a María Ana Baldani y las autoridades del Consudec que dieron el apoyo institucional y material para que esto pudiera realizarse.

Para conocer más sobre Catalina León y su obra, pueden visitar su página:


También pueden visitar la página de su proyecto Vergel:


viernes, 21 de febrero de 2014

Doblaje apocalíptico

Lo confieso: tengo debilidad por los documentales sobre la historia del siglo XX y, fundamentalmente, sobre la segunda guerra mundial. No tengo el hábito de ver programas de TV con regularidad, por lo cual es raro que siga una serie, pero lo cierto es que he visto desordenadamente varios de los capítulos (creo que todos y, algunos de ellos, más de una vez) de Apocalipsis, una serie documental francesa sobre la segunda guerra.
No pretendo hacer aquí una crítica (y mucho menos un análisis ideológico) sobre los contenidos de la serie sino de algunas características de su realización y, en particular, de la versión en castellano.
La serie está bien realizada, debidamente contextualizada y están correctamente cubiertos todos los acontecimientos, considerando la diversidad de frentes que se abrieron en esa guerra que, además, duró nada menos que seis años. Las imágenes son, en su mayoría, filmaciones restauradas ya vistas en otras producciones similares. Lo verdaderamente novedoso aquí es, precisamente, lo que me molesta: el registro fílmico, originalmente en blanco y negro, está coloreado, lo cual desde, mi punto de vista, no sólo representa un falseamiento del material documental sino que atenta contra la misma estética de la serie. Los colores, muy lejos de realzar las imágenes, las aplanan, uniformando tanto los paisajes de fondo como los matices de, por ejemplo, los colores de la piel. Francamente, no alcanzo a entender el sentido de esto.
En cuanto a la versión en castellano, debo decir que doblar en vez de subtitular me parece una atrocidad. Puedo conceder que en el caso de un documental no sea tan grave como en las películas de ficción, puesto que la locución en off, más bien neutra e inexpresiva, se ve menos afectada que una interpretación actoral. Más allá de lo interpretativo, que no viene al caso, tengo una razón más para preferir el subtitulado al doblaje: si uno entiende, en mayor o menor medida, el idioma original, puede al menos contrastar los subtítulos con el audio, lo que a menudo revela horrores en la traducción. Con el doblaje uno no tiene más remedio que confiar en el traductor.
Pero por otro lado, y esto puede deberse a mi quisquillosidad, hay que padecer las incapacidades fonéticas -especialmente con respecto al idioma alemán- de la persona encargada de la locución. No me importa especialmente que utilice las versiones castellanizadas de los sustantivos propios alemanes, sino que invente pronunciaciones. Por Múnich (tal como se escribe y pronuncia en castellano) hay que tolerar un vocablo inexistente que se aproxima a "Miúnic", mientras que en alemán sería München, cuya pronunciación (ˈmʏnçən) no se parece ni remotamente a aquella. La Wehrmacht se convierte en "Vermach" en vez de [ˈveːɐ̯maxt] o de, al menos, "Uermacht" como se pronunciaría en castellano. ¿Por qué esa arbitrariedad? ¿Por qué pronunciar la "w" como "v" y no la "ch" como "j"? ¿Por qué no decirle "el ejército alemán"?
Los soviéticos tampoco se salvan: "Babi Yar", en Ucrania, se convierte en "Beibi Iar", como si se tratara de "baby" en inglés. ¿Será el título de un blues?
Entiendo que un locutor no debe necesariamente saber la fonética de todos los idiomas (aunque es parte de su formación conocer algunas) pero también es cierto que proyectar el doblaje de una serie de seis capítulos de casi una hora cada uno que, además, se exportará a varios países, implica, supongo, tener algún asesor que le de a aquél una idea de cómo se deben pronunciar ciertas palabras. Si no, lo mejor será decirlas directamente en castellano.
O bien se puede buscar en Internet, cosa que es escandalosamente sencilla.

martes, 21 de enero de 2014

CHARLA CON DANIEL CALLORI


Video de la segunda charla de nuestro Ciclo de Conferencias del Departamento de Artes Visuales del Instituto de Profesorado del Consudec.
Gracias a Daniel Callori por aceptar la invitación.
Todo el trabajo de producción, filmación y edición fue posible gracias a la colaboración de María Victoria Lastiri que se ocupó de la filmación, edición y del equipamiento necesario para tales tareas, de Cecilia Mariel Kranevitter que colaboró con las filmaciones, de todos los profesores que cedieron tiempo de sus clases para poder llevar adelante el proyecto, de los alumnos y de las personas que se acercaron hasta el Consudec que participaron de cada una de las discusiones.
Agradezco la colaboración de Luis Colucci que aportó la música de su autoría y a la gente de Tanger, intérpretes de la obra.
Especialmente, gracias a María Ana Baldani y las autoridades del Consudec que dieron el apoyo institucional y material para que esto pudiera realizarse.

Para conocer más sobre Daniel Callori y su obra, pueden visitar su página: http://danielcallori.com.ar/

sábado, 4 de enero de 2014

Secuencia - Álbum solista de Luis Colucci

Secuencia - Luis Colucci

Luis Colucci: Bajo, guitarras, loops, samples, secuencias y programación de batería.
Todos los temas están compuestos por Luis Colucci.
Producido, grabado, mezclado y masterizado por Luis Colucci en el estudio de su casa, Buenos Aires, Argentina, entre mayo y octubre de 2013.
Imagen de portada: Constanza Humeres.
Fotografía: Nora Spatola.
Idea de diseño: Luis Colucci.
Diseño gráfico: Felipe Abel Surkan
Sello: Viajero Inmóvil Records.

A la venta en Discover o por pedido a luiscolucci@gmail.com

http://composicionyarreglos.blogspot.com.ar/
http://luiscolucci.bandcamp.com/