Autor de En
busca del tiempo perdido, Marcel Proust supo reproducir con perfecto
detalle los tediosos pormenores del tedio de la vida burguesa
de la Belle Epoque y, con preciosista matiz, algunos de sus
puntos de tensión crucial. Aquellos lectores que ha atravesado los
siete volúmenes de su obra principal, afirma el mito, la juzgan
universal.
Marcel Proust nace en 1871 en Auteuil,
en los suburbios de París. Veinte años antes moría Balzac,
cuyo Reverso de la historia contemporánea, o al menos su
primera parte, prefiguraban la vida de nuestro autor. Su
infancia transcurre durante la consolidación de la tercera república
francesa y buena parte de su obra retrata los cambios sociales
acaecidos durante ese período: la decadencia última de la
aristocracia y el ascenso definitivo de la clase media burguesa en
los años postreros del siglo XIX. Su padre, Achille Adrien Proust
fue un epistemólogo célebre; su madre, Jeanne Clémence Weil, hija
de una familia pudiente de la región de Alsacia. Lejos de los
intereses científicos de Zola, se inscribiría plenamente en la
línea cultural materna.
Ya desde niño, Proust comenzó a
manifestar signos de debilidad y una constitución física enfermiza,
sufriendo frecuentes ataques de tos. Como consecuencia de sus
dolencias, ve interrumpidos reiteradamente sus estudios en el Liceo
Condorcet, escenario de los terribles personajes de Cocteau, que
había comenzado en 1882. Ello no le impide, sin embargo, destacar
por sus habilidades literarias, habilidades cuyo reconocimiento
pondría al servicio de sus ambiciones sociales, el camino inverso al
de Scott Fitzgerald.
Indisciplinado,
habiendo cumplido su servicio militar involuntario entre 1889 y 1890,
el joven Proust , adquiere fama de diletante, escritor de aficionado
y snob con pretensiones de hombre de sociedad. Se debía ya a su
público futuro. Esta fama y la clase de vida que la sustentaba,
serán cruciales en el derrotero de su obra. Por un lado, lo pondrán
en contacto con los círculos literarios parisinos, la ville, la
plus beau du monde, que retrataría en su obra; por otro, le traerán
dificultades para publicar el primer volumen de su gran excursión
literaria Por el camino de Swann, lo que ocurriría finalmente
en 1913.
Contra la voluntad
de su padre, pero apañado por su madre, con quien tenía una
relación extremada y casi agustinianamente cercana, Proust se niega
a aceptar ofertas laborales e insiste en vivir con sus padres y a
costa de ellos. En 1896, para calmar los reclamos paternos, acepta un
trabajo como voluntario en la Biblioteca
Mazarine. Inmediatamente pide una
licencia por motivos de salud, que extiende indefinidamente. Durante
ese período escribe algunas colaboraciones periodísticas y
literarias en periódicos diversos, especialmente en El
banquete revista de la cual había
sido fundador. En 1896, se publica Los placeres y los días,
obra cuyo título juega con el de la clásica obra de Hesíodo
(evitando la parte que le era desconocida) y que glosa muchos de sus
escritos de juventud con un prólogo de Anatole France. A la muerte
de su madre, ocurrida en 1905 y apenas dos años posterior a la de su
padre, Proust recibe una considerable herencia, que le permitirá
continuar con su vida literaria sin necesidad de distraer su tiempo
en oficio alguno.
Su nunca buena salud
se ve progresivamente deteriorada. Pasa los últimos años de su vida
dedicado a la tristeza y a la escritura afiebrada de su inabarcable
obra. Oscuro en los días, encerrado, dedica las noches a escribir.
Su carácter cambia y finalmente se entrega por completo al arte.
Pero ya era tarde. En 1919 aparece el segundo volumen de En
busca del tiempo perdido; entre 1921 y
1922, Sodoma y Gomorra. Ese mismo año, moriría a consecuencia
de una neumonía mal curada. El resto de su obra es publicada
póstumamente.
Famoso cuestionario
Existen dos
versiones sobre el célebre custionario de Proust sobre la
personalidad. Según la primera, Proust descubre el juego inglés
llamado confesiones, pergeña una versión francesa de las
preguntas y ensaya respuestas para su solaz. De acuerdo con la
segunda, él habría sido tan sólo un célebre entrevistado pero no
su creador. En uno u otro caso, el año es 1890. A la pregunta “¿Cuál
es la cualidad que prefiere en un hombre?” respondió “El encanto
femenino”. Una niñata de su época.
3 comentarios:
Sacado de una excelente película, como "Little Miss Sunshine"...
Diálogo sobre Proust:
Dwayne: I wish I could just sleep until I was eighteen and skip all this crap-high school and everything-just skip it.
Frank: Do you know who Marcel Proust is?
Dwayne: He's the guy you teach.
Frank: Yeah. French writer. Total loser. Never had a real job. Unrequited love affairs. Gay. Spent 20 years writing a book almost no one reads. But he's also probably the greatest writer since Shakespeare. Anyway, he uh... he gets down to the end of his life, and he looks back and decides that all those years he suffered, Those were the best years of his life, 'cause they made him who he was. All those years he was happy? You know, total waste. Didn't learn a thing. So, if you sleep until you're 18... Ah, think of the suffering you're gonna miss. I mean high school? High school-those are your prime suffering years. You don't get better suffering than that.
Es una película muy querible.Muy muy.
Igual dudo mucho que Proust haya tenido verdadero sufrimiento. Á la John Donne, era una vieja quejosa.
Lo cual es consistente con la afirmación, en sus años de felicidad (todos), no aprendio nada.
:P
Jajaja.... excelente observación.
Ese es el problema de la felicidad. No se aprende nada. Es el karma de los aristotélicos.
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