lunes, 4 de abril de 2011

Banalidades

De qué se puede escribir en un momento como este. No lo sé. Chesterton dijo a través de Jueves que es un milagro que un tren salga de la estacion A y llegue a la estación B de acuerdo con lo previsto en lugar de acabar en cualquier otro lugar del universo. Enunciada en Bolivia, la observación sería literalmente verdadera. Aquí el determinismo adquiere formas trágicas, una locomotora que sale de la estación Constitución rumbo a una formación a la que debe socorrer no sólo la alcanza sino que choca contra ella. Mientras tanto, en A dos voces, Bonelli, incisivo, pregunta a Macri: ¿Podría decir una virtud de Larreta y una de Michetti? Son ambos tan buenos candidatos. Mientras tanto, Ricardo Alfonsín agita los brazos como un poseído en cada discurso transparentando y evidenciando su poco metafórico carácter de marioneta. ¿Y qué pasa con el Indec? ¿Y qué pasaba con el Indec antes del 2004? ¿Sabía alguien que durante el gobierno de Perón no hay más datos sobre el pleno empleo o el desempleo que los del censo nacional? ¿Y Mozart, estaba loco, era un payaso, un fiestero, se reía ta agudo como en la película? ¿Y yo qué hago en Mar del Plata hablando de cuántica y detrás de mi escritorio escribiendo una metafísica del siglo XVIII en pleno siglo XXI? Y estoy a favor de las bicicendas y en contra de la superpoblación de automóviles. ¿Eso dónde me posiciona? En la bicicenda, claro., ocupando el lugar que antes era ocupado por autos estacionados Y me pregunto por qué el mismo espacio igualmente ocupado parece ahora generar más problemas con el transito Y por qué el estado es paternalista y me impide morir de cancer en el restaurant por fumar cigarrillos pero estimula que coma comida recalentada en un microondas que no tengo y permite soja transgenica en las salchichas que no como y cómo permite el ruido y la vida sedentaria Y hago un jardincito á la Thays en un barrio aleman de estilo Le corbussier y detesto a un vecino y los monoambientes y los edificios de departamentos y las demoliciones y me encantaría vivir en el Kavanagh y detestar a otro vecino, más universalmente detestable, y quiero y puedo y no tengo y salgo y vuelvo y pinto pizarrones en las puertas y no escribo más en la pared y y y y y y y y y y y y y, pero también también también y no y no y no y no
Y me caigo y me levanto.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Bello.
Gabriel.

ladografico dijo...

Se te va empezando a filtrar la genialidad por los poros! Más dilatación por favor! Más descontracturado queda mejor. Lo espontáneo está de moda. Posta.
Beso.

Martín Narvaja dijo...

Estimados Gabriel y Ladografico:

Muchas gracias por los cumplidos. Me preocupa un poco esto de la dilatacion... (me explica?)

Besos, M.

PS. No se confunda el estilo "descontracturado" con la espontaneidad, es todo lo contrario.

Guillermo Francella dijo...

Dejá de hacerte el raro y volvé a escribir sobre las groserías que escribían los pompeyanos en las paredes de los baños

Anónimo dijo...

Opino lo mismo, hace tiempo que no escribe algo interesante, Narvaja.

Martín Narvaja dijo...

Estimado Guillermo:

Volve al uuuu, de deja esto de la critica literaria, que no es lo tuyo.

Estimado Anonimo:

Hace tiempo que no escribia por aca. Dudo mucho haber escrito alguna vez algo interesante. Ya veremos para donde me divierte llevar la pluma.

lachispademimente dijo...

genial che.