martes, 14 de diciembre de 2010

La dimensión del oficio

El tipo que inventó el café con leche con medialunas debe haber sido un genio. Con esta frase concluyó Oscar Agustín Alejandro Schulz Solari, más conocido como Xul Solar, su desafortunado experimento culinario. A fines de los años veinte, probablemente inspirado en el Ars Magna de Ramon Lull, Xul se había embarcado en la empresa de generar nuevos platos a partir de combinar elementos de platos existentes. De acuerdo con lo referido a mi por el maestro Lastiri, ir a cenar a la maison Solar era algo que sólo convenía hacer luego de la cena ya que lo que se servía allí era impasable.
Sabia es la conclusión de Xul, aunque no tan evidente su significado: la creatividad está sobrevaluada. Ejemplos de esto se encuentran por doquier: en el arte contemporaneo, en el diseño, en la publicidad, en el cine. Pero esto no es lo peor. Detras de la bandera de la creatividad se oculta el verdadero mal, el desprecio del oficio y de las cosas bien hechas.
El doble mecanismo funciona asociado a un tercer elemento doblemente falso: la idea de que la creatividad es algo innato, que se tiene o no, que no se enseña. Falso porque sí puede enseñarse (en cierto sentido) y porque olvida que sólo es signifcativa cuando tiene que tener un oficio detrás.
Así, la cuestión se presenta sencilla. Hay dos posibilidades, uno va a ser creativo haga lo que haga y entonces lo tiene todo, haga lo que haga; o no, en cuyo caso tampoco vale la pena esforzarse en absoluto ya que algo bien hecho pero no original no tiene valor.
Por mi parte, prefiero las cosas bien hechas. Las mismas cosas que se hacen quizas desde hace cien, mil o tres mil años. Dejo el helado de morroncino con cafelatte y kinotos, los departamentos con techos a un metro treinta de altura y sin ventanas, las latas de sopa de cienmil dolares y todo eso para la gilada. He dicho.

PS. Se agradece toda sugerencia y aceptan temas para polemizar.

7 comentarios:

Luis Colucci dijo...

Querido Narvaja:
Casualmente estuve pensando cosas similares al respecto. No tengo ninguna teoría, pero sí muchas sospechas, así que lo que voy a exponer va a ser bastante desordenado.
En principio pienso que la experimentación es deseable si se tienen en cuenta al menos dos principios:
1. Una gran experiencia previa, de modo tal que se agoten posibilidades y se conozcan innumerables caminos de los ya transitados.
2. Que la experimentación debería considerarse una fase de desarrollo y no un resultado o un fin. Es deseable probar, buscar (aunque creo más en encontrar que en buscar) pero no sé si es la mejor idea exponer a los demás a los "hallazgos" parciales de esa búsqueda.
He sido expuesto a comidas atroces realizadas por aficionados que bien podrían haberse limitado a preparar platos conocidos y habrían obtenido un buen resultado. Recuerdo una cita del chef "Gato" Dumas, que decía más o menos así: "La gente, cuando me invita a comer quiere sorprenderme cocinando platos sofisticados que no saben preparar, en vez de hacer unas milanesas, que me encantan".
Otra cita, en este caso de Abelardo Castillo: "No estoy de acuerdo con el modo de escribir de mi generación (...). Ya no se publican libros; se publican libretas de apuntes. Se manda a imprimir la primera versión de un texto y se le llama contra-literatura, o novela abierta, o antipoema. no hablo de obras como Ulises, en las que el caos y la desesperación formal son justamente eso: desesperación de la forma. Hablo de quienes no se han puesto a pensar que para llegar al desorden y al vértigo del último Joyce hay que haber empezado por la transparencia de Dublinenses; hay que haber llegado a no poder escribir de otro modo."
(Sigue)

Luis Colucci dijo...

La pregunta es, entonces, cómo se llega al estilo. Bueno, yo lo pondría en estos términos: me parece que la personalidad del autor aparece inevitablemente. Un caso a mi juicio clarísimo es Bach, quien le "robó" a Vivaldi, a Lully, a Buxtehude. No creo que buscara ser original y, sin embargo, ningún oído medianamente entrenado confundiría una suite de Bach con una de Lully. Bach llegó a la originalidad a través de el estudio de los otros.
En tal caso, lo original puede partir de explotar las propias habilidades y hasta sacar partido de las debilidades.
Tal vez sean diferentes los momentos en los que se producen cambios de paradigma, como en el paso del barroco al clasicismo o del romanticismo a la música contemporánea, pero no sé si es tan diferente. Stravinsky (más precisamente La consagración de la primavera) es impensable sin Debussy (que a su vez es impensable sin la música de Java) más Rimsky-Korsakov o Mussorgsky. Las posibilidades estaban servidas, tenía que haber alguien que las tomara. Como en toda revolución, tienen que darse las condiciones previas.
"Me convertí en un revolucionario a pesar de mí mismo"
Igor Stravinsky

Martín Narvaja dijo...

Querido Colucci:
Qué bueno saber de usted, lamenté no poder ir el viernes, pero tuve un examen por la tarde y luego una cosa llevo a la otra y cuando me quise acordar ya era tarde. Espero que haya estado bien.
Volviendo a lo nuestro, usted habla de dos principios, yo creo que basta con el primero. La gran experiencia previa, si es la adecuada (no siempre la cantidad es la clave), es la que permite que uno aprenda el oficio (el que sea, desde carpintero hasta músico o escritor)y es justamente el oficio adquirido el que permite diferenciar una obra terminada de un experimento inconcluso. Con esto tiene que ver también la cuestiónde cómo compartir estos "hallazgos". Por lo menos en mi caso, yo comparto distintas etapas (a veces por este medio, muchas más conversando) y van madurando hasta que digo "sufciente por ahora".
Lo que quiero decir es que hay una dimensión "artesanal" que da un criterio de cosa bien hecha y cosa terminada y, auqnue obviamente ese criterio y el oficio ponen límites a la creatividad, son lo único con lo que uno cuenta para juzgar si la parte creativa valió la pena y dónde está lo de uno (las fealdades de estilo con que nos definimos, como diría Unamuno).
Lo que me parece preocupante en cualquier caso, es la gran preocupació por hacer algo original o no obvio (lo que por cierto no suele pasar)y la mínima por hacer las cosas bien hechas. Yo creo que de eso se trate, hacer algo que uno ama, hacerlo con esmero, hacerlo bien, ahi hay satisfacción posible. Creo ademas que la originalidad, luego, sale de que uno haciendo "lo mismo" que el resto hace las cosas algo distintas: Gaudí haciendo catedrales neo-góticas. Incluso con la creatividad, no es lo mismo uno siendo creativo que otra persona (incluso siendo ambos gente creativa)...
Como dijo usted, son ideas desordenadas todavía. Pero con trabajo maduraran. Palabras nuevas o no, pero bien dichas.

Luis Colucci dijo...

Estuvo bien lo del viernes, aunque se extrañó su presencia. Nos debemos un encuantro con Lastiri antes de la diáspora estival.
Es probable que tenga Ud. razón en cuanto al segundo punto. En realidad uno siempre publica (graba, edita) versiones parciales, sólo que, sospecho, uno siempre tiene un piso y sería deseable que ese piso fuese alto y que lo fuese cada vez más. Pienso en la idea de publicar bocetos involuntarios más que esperpentos producto de la desidia. También me parece bien eso de "la adecuada" más que la cantidad, aunque no está mal aventurarse al conocimiento de algunas cosas que, al menos en apariencia, no pertenecen al lenguaje que nos compete.
Pienso, eso sí, que el conocimiento del oficio es indispensable.
Seguiremos pensando y discutiendo por escrito.
Un abrazo.

Elisa dijo...

A fines de los 90'(probablemente tendría yo diecisiete años)recuerdo haber copiado textual un comentario que el gran Charly García hizo para el diario Clarín.Este decía así:"Creativo las pelotas,creativo es un insulto para mí.Los ejecutivos¿creativos?.Ja,ja,ja.Soy creativo,hago propaganda salchichas."

No sé a Uds.,pero a mí me encantó.

No fui nada creativa en mi aporte,eso sí.

Saluditos,

Hoy desde un lugar que no está por la Gral.Paz y Panamericana.(Pero soy ésa,ja)

Luis Colucci dijo...

Elisa:
Muy acertada la cita.
Charly García (más allá de su estado actual) es un claro ejemplo de músico con oficio, esto se nota en las melodías, las armonías y los arreglos de sus mejores canciones. El tipo sabe (o sabía) lo que hace (o hacía). Tal vez también fuese creativo (no creativo publicitario, claro), pero esa creatividad seguramente fue fruto de su oficio y su trabajo y también de tomar ideas del trabajo de otros y reelaborarlas.
Saludos.

Martín Narvaja dijo...

Estimados:
Mil disculpas por la ausencia pero me encuentro en Cuzco (o Cusco, aqui las s y las z son indiferentes) y no tuve tiempode conectarme a internet.
Abrazos y besos, M (intentand robar l que resta de la plata potosina y el oro incaico)