sábado, 7 de agosto de 2010

Oh pauvre Arouet!

Luego de la conferencia del doctor Jaques Hypocrite en la Academie de Fauxidees VIII sobre la naturaleza de las otras culturas, el carácter sagrado e ineludible del otro y de cómo adaptar sus márgenes desde el punto de vista cartesiano a límites más amplios según conviniese a la vestimenta, el deseo de ensuciarse las manos o dar la espalda a terceros, un estudiante de las Antillas, que se hallaba allí en condición de becario, objetó el alcance de las tesis del Dr. Hypocrite. La respuesta incial del Dr H. sorprendido por la dudosa vestimenta del estudiante, fue:

Dr H (Académico Francés)
- Usted no comprende en absoluto mi punto: la naturaleza insuperablemente otra del otro.

Un otro (estudiante antillano)
- Creo que entiendo perfectamente. No por nada estoy realizando mi doctorado en la doctrina de Nicolás de Cusa. Lo que creo es que es una doctrina un tanto servil y un-petit-peu-post imperialista: habiendo intervenido, invadido y empobrecido a las culturas y naciones circundantes, una vez que estas se encuentran ineludiblemente atadas comercialmente a la suya, se retira y rehusa toda intervención. Su cambio de filosofía desde el siglo XVIII hasta ahora resulta sospechosamente apropiada. Una filosofía para intervenir en su momento, una filosofía para no hacerse cargo de los efectos de aquella intervención. La constante de su filosofía parece ser el sentido casi deportivo de la oportunidad.

Dr H (Académico Francés)
- No podemos hacernos cargo de las doctrinas equivocadas y totalitarias de nuestros antecesores. Lo que sí podemos hacer abandonar ese error. Si ahora hemos finalmente comprendido la otredad, en la inconclusa medida se que ella se presta a ser asida por nuestros conceptos, deberíamos celebrarlo. Y si con ello podemos olvidar Argelia, tanto mejor. Los otros son distintos y mal favor les hacemos ayudándolos con nuestros criterios unilaterales sobre los derechos individuales, la libertad, la dieta y otras ideas que nunca tuvieron realidad más allá de los sueños de los ilustrados o fuera de nuestras fronteras.

El otro tipo
(estudiante antillano)
- Pero no hay tal otredad radical, fuera de la del individuo. Digo todos son otros de uno en un punto, eso no los hace diferentes en lo esencial, en su carácter humano. Y ésto es algo que deberían saber. ¿No fue un dramaturgo inglés después de todo quien hizo decir a uno de sus personajes: I´m a jew. Hath not a jew eyes? Hath not a jew hands, organs, dimensions, senses, affections, passions? Fed with the same food, hurt by the same weapons, subject to the same diseases, healed by the same means, warmed and cooled by the same winter and summer as a Christian is? If you prick us, do we not bleed? If you tickle us, do we not laugh? If you poison us, do we not die? And if you wrong us, shall we not revenge? (Soy un judío. ¿Un judío no tiene ojos? ¿Un judío no tiene manos, organos, dimensiones, sentidos, afecciones, pasiones? No es alimentado con la misma comida, herido por las mismas armas, vícitma de las mismas enfermedades, curado por los mismos medios, calentado y enfríado por el mismo verano y el mismo invierno que un cristiano? ¿No sangramos si nos hieren? ¿No reímos si nos hacen cosquillas? ¿Si nos envenenan, no morimos? ¿Si nos maltratan, no vamos a vengarnos?).

Academico francés (un Dr. Hypocrite)
- Vamos por partes. En primer lugar, eso es y siempre fue parte de una ficción, es probable que usted no comprenda la idea de suspensión de la realidad que tiene el teatro, que le es ajena. En segundo lugar, es una idea muy antigua y que, aunque evidentemente bien intencionada, lleva al totalitarismo. En tercer lugar la historia nos muestra que ya en el siglo XX no se creia en ello.

El otro
(becario antillano)
- Le parece entonces que somos esencialmente distintos.

Académico francés
-Precisamente. Más allá de las cuestiones biológicas, que son muy generales, somos esencialmente distintos. Es una cuestión cultural.

El otro
- ¿Y considera que no hay oprimidos y marginales en otras culturas; que los parias en la India, los disidentes en China, las mujeres en el Islam, los no allegados a los caciques en las comunidades aborígenes que denomina "pueblos originarios" viven como lo hacen como parte de su cultura?
Academico francés
- Viven como viven en el contexto de su cultura. Son parte suya. Se encuentran inmersos en un marco de significado, un entramado complejo que constituye su identidad.

El otro (el mismo antillano de antes)
- Lo mismo ocurre entonces con los marginales y pobres menos favorecidos en su propia sociedad y cultura, si no entiendo mal.

Academico francés
- En nuestro caso es más complejo, ya que hay subculturas dentro de nuesta propia cultura. En un punto es cierto que los pobres constituyen su identidad en el contexto de su miseria...

El otro

- Una identidad sagrada, evidentemente.

Academico francés
- Es un punto muy difícil el de la articulación de la cultura popular y las subculturas en nuestro contexto. Difícilmente usted pueda entenderlo.

El otro
- Creo que lo entiendo. Después de todo soy un inmigrante aquí.

Academico francés
- Dudo que pueda hacerlo desde su punto de vista.

El otro
- Y en cuanto a la intervención. ¿Qué opina?

Academico francés
- No creo que los estados tengan derecho a intervenir en estados con una cultura diversa.

El otro

- De acuerdo. Pero no me refiero a los estados, hablo de la intervención individual.

Academico francés
- No sé si comprendo a qué se refiere.

El otro
- Pongamos un ejemplo. Suponga que se encuentra ante un grupo de personas, una mujer, o un hombre, no importa, está huyendo de un grupo numeroso que le tira piedras. Entiende usted que quieren matarlo por tal medio y que él, o ella, no ha hecho nada que usted considere un crimen desde su punto de vista. Usted está en posición de ocultar al que huye o impedir que el grupo lleve a cabo su propósito. ¿Qué hace?

Academico francés
- Depende, por supuesto. ¿Dónde estamos, a qué cultura pertenece el grupo y el hombre o la mujer perseguidos? Realmente hay que estar muy seguros para actuar e intervenir en una situación así.

El otro
- Más seguro que para no intervenir en absoluto.


Academico francés

- No sé a dónde quiere llegar con esto. Yo soy un investigador, no estoy hablando como un agente moral o como un individuo.

El otro (también conocido como Sauvage)
- De eso me doy cuenta. Desglosar esas dos cosas habla bastante de su teoría, y también de usted. Creo que después de todo he comprendido -lo que el francés tiene de florido vive de los que tiene sepultados-. Usted cree que algunos son realmente distintos, al punto de que no tiene obligaciones morales con ellos. Si no son gente como usted...

Academico francés
- Es que no son como yo.

El otro
- Es probable. Quizás sea una suerte. Adios.

7 comentarios:

Luis Colucci dijo...

Salud, Narvaja. Muy buen texto. Me tomé el atrevimiento de hacer algunas correcciones, ya que sé que a usted le desagrada ese trabajo.
Un abrazo.

Martín Narvaja dijo...

Bienvenidas ellas!
Espero no haber tendio groseros herrores hortograficos...

Lavinia dijo...

Esto podría herir muchas muchas suceptibilidades, es genial.

Martín Narvaja dijo...

Querida Lavinia:
No sé si esto ofenda a alguien, espero que no. Lo que me enoja es cierta tendencia a la irresponsabilidad absoluta. Más bien, y lo que es peor, a cierto intento por justificar nuestra indiferencia a partir de una sensibilidad hipotética por lo autentico de los otros y una teoría cretina.

Muy amable por leer. :)

Lavinia dijo...

Creo que no hubiera tenido la fuerza que tiene si no hiriese susceptibilidades. De todos modos, un gusto leer

Juan Manuel López Baio dijo...

Hola Martín. Soy Juan Manuel, el actor de la peli de Subiela que se está filmando en el Borda. No pude encontrar tu mail en el perfil, así que te escribo por acá y aprovecho para decirte que este post me encantó! Estuve leyendo otros y más adelante te voy a escribir con más tiempo (¡pasame tu mail!); pero por lo pronto quiero decirte que al leer este me acordé automáticamente de un libro que leí hace unos años y que por una de esas casualidades lo tengo a pocos centímetros, ya que quedó apilado sobre el escritorio al lado de la compu. Es "El mundo fragmentado" de Cornelius Castoriadis. El final de "Reflexiones sobre el racismo" (segundo capítulo de la primer parte" concluye de la siguiente manera (lo que está entre guiones bajos está en cursiva en la edición impresa):

"Termino con un simple ejemplo. Hace unos años se hablaba mucho -ahora menos, no sé por qué- de la excisión y de la infibulación de las niñas, practicadas como regla general en una multitud de países musulmanes africanos (creo que las poblaciones son mucho más vastas de lo que suele decirse). Todo eso sucede en África, allá, "in der Turkei", como dicen los burgueses filisteos de Fausto. Ustedes se indignan, protestan, no pueden hacer nada contra aquello. Después un día, aquí en París, descubren que su criado (u obrero, colaborador, colega) por el que sienten mucho afecto, se prepara para la ceremonia de excisión-infibulación de su niñita. Si ustedes no dicen nada, se olvidan de los derechos del hombre (el habeas corpus de la niña). Si tratan de cambiar las ideas del padre lo están apartando de su cultura original, y transgrediendo así el principio de la incomparabilidad de las culturas.
Combatir el racismo siempre será esencial. No debe servir de pretexto para dimitir ante la defensa de valores que fueron creados nosotros, que consideramos válidos _para todos_, que no tienen relación con la raza o el color de la piel y a los que queremos _convertir, sí, razonablemente, a toda la humanidad_."

Obviamente, se dimensiona más en el contexto de todo el capítulo y el libro, pero en seguida me resonó al leer el diálogo del simpático antillano y el parasimpático doctor Hypocrite :)

Martín Narvaja dijo...

Juan Manuel, maestro:
¿Cómo va? muchas gracias por leer y por los comentarios.

No tenía ese texto de Castoriadis, pero creo que tenés razón, es el mismo problema.

A mi también me resulta simpático el antillano.

Un abrazo, m.
PS: mi e-mail es martinnarvaja@hotmail.com