La cosa fue más o menos así: después de soportar un rato la hostilidad del vagón Reggaetón, decidí cambiarme al de atrás, que resultó ser, ni más ni menos, el vagón Cumbiavillera, en el que la hostilidad era no menor. Abriéndome paso entre la muchedumbre, llegué al Meganoventayochopuntotres, donde recibí el embate de un grupo de intoxicados, cosa que me llevó a acelerar el paso, ya directamente empujando a los que me obstruían el camino, para llegar al último, que inmediatamente noté que era el Poplatino, porque me sorprendió una emboscada de Shakira, Chayanne y Ricky Martin. Atrapado, desesperado, aturdido, busqué la única salida posible y salté por la ventanilla. Menos mal que el tren justo paró en una estación porque, si no, no estaría acá para contarlo.