Foto: Nora Spatola (2014). Fournier Street |
En una oportunidad, un amigo
inglés me dijo que en Londres se podía comer todo tipo de comida internacional
de la mejor calidad. Cierto es que la comida londinense no goza de buena fama,
pero la internacional que allí se prepara sí. ¿El fundamento? La diversidad
cultural. Hay generaciones de
inmigrantes e hijos de inmigrantes –más de la mitad de la población- allí instaladas
que dejaron una impronta indeleble, como es el caso de la comunidad china en el famoso Chinatown,
Brick Lane es una calle del
East End, situada cerca del Tower Bridge, el puente más famoso de Londres, que
parece un barrio de Bangladesh en medio de la capital inglesa. A ambos lados
de la calle se ven restaurantes bengalíes que tienen la particularidad de que, en su mayoría, no venden alcohol porque son halal. No pueden venderlo pero sí se lo puede consumir, por lo que es bastante usual que los
clientes lleven su propia bebida alcohólica, que puede ser comprada en alguno de los mercados de los alrededores que están abiertos hasta tarde y la venden un poco más cara que otros comercios.
Hombres de origen bengalí
intentan convencer a los transeúntes de que entren en los locales que
promocionan. Uno bajito, que habla un inglés con mucho acento, nos invita a pasar
a comer. Pregunta:
-Where are you from?
-Argentina
Piensa un instante y dice lo
obvio:
-Maradona’s country!
-Yes!
Y luego, lo inesperado:
-And Victoria Ocampo’s, one of my favorite
writers!
Intenta convencernos de que
entremos y nos dice que podemos comer por diez Libras cada uno.
Le decimos que no porque esa noche ya teníamos decidido comer en el
departamento. Dice entonces:
-Tomorrow, then.
Le decimos que no estamos
solos en Londres y que tenemos que consultarlo con quienes nos acompañan.
Seguimos camino. Un hombre parado en la puerta del restaurante de al lado, que escuchó la oferta del otro,
nos dice:
-You can eat for nine Pounds and a half.
-No, thank you.
Al día siguiente, el admirador
de Victoria Ocampo nos ve desde la vereda de enfrente. Grita:
-Argentina!
Cruza la calle.
Nos recuerda que nos habíamos
comprometido a comer esa noche en el restaurante en el que él trabaja. Me hace
prometerle que vamos a ir, ofreciéndome su meñique para entrelazarlo con el mío:
-Because we are brothers.
Esa noche, finalmente, no
fuimos a comer a ese restaurante sino a otro, en el mismo barrio, que nos
habían recomendado. La comida bengalí era excelente y muy picante. Tuvimos que
apagar el fuego con cerveza india que compramos en un mercadito de la zona.
Nuestra corta estancia no nos
permitió corroborar el mito de que la comida inglesa no ofrece demasiadas
opciones al tradicional fish & chips,
aunque sería injusto ignorar al glorioso crumble
de manzana. Sin embargo, dado el cosmopolitismo de Londres, no estaría mal
incluir la comida internacional dentro de su propia tradición, así como Brick
Lane es ya una parte de la cultura de la ciudad.