El tipo que inventó el café con leche con medialunas debe haber sido un genio. Con esta frase concluyó Oscar Agustín Alejandro Schulz Solari, más conocido como Xul Solar, su desafortunado experimento culinario. A fines de los años veinte, probablemente inspirado en el Ars Magna de Ramon Lull, Xul se había embarcado en la empresa de generar nuevos platos a partir de combinar elementos de platos existentes. De acuerdo con lo referido a mi por el maestro Lastiri, ir a cenar a la maison Solar era algo que sólo convenía hacer luego de la cena ya que lo que se servía allí era impasable.
Sabia es la conclusión de Xul, aunque no tan evidente su significado: la creatividad está sobrevaluada. Ejemplos de esto se encuentran por doquier: en el arte contemporaneo, en el diseño, en la publicidad, en el cine. Pero esto no es lo peor. Detras de la bandera de la creatividad se oculta el verdadero mal, el desprecio del oficio y de las cosas bien hechas.
El doble mecanismo funciona asociado a un tercer elemento doblemente falso: la idea de que la creatividad es algo innato, que se tiene o no, que no se enseña. Falso porque sí puede enseñarse (en cierto sentido) y porque olvida que sólo es signifcativa cuando tiene que tener un oficio detrás.
Así, la cuestión se presenta sencilla. Hay dos posibilidades, uno va a ser creativo haga lo que haga y entonces lo tiene todo, haga lo que haga; o no, en cuyo caso tampoco vale la pena esforzarse en absoluto ya que algo bien hecho pero no original no tiene valor.
Por mi parte, prefiero las cosas bien hechas. Las mismas cosas que se hacen quizas desde hace cien, mil o tres mil años. Dejo el helado de morroncino con cafelatte y kinotos, los departamentos con techos a un metro treinta de altura y sin ventanas, las latas de sopa de cienmil dolares y todo eso para la gilada. He dicho.
PS. Se agradece toda sugerencia y aceptan temas para polemizar.
Sabia es la conclusión de Xul, aunque no tan evidente su significado: la creatividad está sobrevaluada. Ejemplos de esto se encuentran por doquier: en el arte contemporaneo, en el diseño, en la publicidad, en el cine. Pero esto no es lo peor. Detras de la bandera de la creatividad se oculta el verdadero mal, el desprecio del oficio y de las cosas bien hechas.
El doble mecanismo funciona asociado a un tercer elemento doblemente falso: la idea de que la creatividad es algo innato, que se tiene o no, que no se enseña. Falso porque sí puede enseñarse (en cierto sentido) y porque olvida que sólo es signifcativa cuando tiene que tener un oficio detrás.
Así, la cuestión se presenta sencilla. Hay dos posibilidades, uno va a ser creativo haga lo que haga y entonces lo tiene todo, haga lo que haga; o no, en cuyo caso tampoco vale la pena esforzarse en absoluto ya que algo bien hecho pero no original no tiene valor.
Por mi parte, prefiero las cosas bien hechas. Las mismas cosas que se hacen quizas desde hace cien, mil o tres mil años. Dejo el helado de morroncino con cafelatte y kinotos, los departamentos con techos a un metro treinta de altura y sin ventanas, las latas de sopa de cienmil dolares y todo eso para la gilada. He dicho.
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