Hace algunos días, una amable lectora del blog me hizo un comentario no del todo injusto acerca de mi última entrada publicada en el blog, Ansia. La cuestión es que la mayor parte de las líneas de aquella no eran mias de primera mano, sino una traducción con cambios menores de una obra de la autora Sarah Kane que lleva el mismo nombre que el relato. De acuerdo.
No he de mencionar a Pierre Menard, aunque es cierto que las mismas palabras significan algo muy distinto en mi relato que en la obra original, ni al hecho de que la obra fue publicada originalmente con pseudónimo, una forma de renuncia a la propia autoria. Tampoco quisera extenderme sobre el realismo, y cómo el hecho de que ese texto sea realmente ajeno profundiza la textura del relato y el efecto producido. Tampoco sobre la presencia de obras dentro de obras, como ocurre con la presentación teatral en la escena XI del acto tercero de Hamlet.
Puedo aseverar motivos técnicos para no haber citado la referencia y haber omitido el entrecomillado. Estos son tan obvios como obvia hubiera sido la lectura del relato, de un estilo deliberadamente a lo Richard Yates, también cabe decirlo, si los hubiera introducido. Creo que el resultado no está mal y que vale la pena.
Pero es cierto, lo mejor del relato es quizas lo menos mio, aunque sea yo quien lo haya pusto ahi. Sepan disculpar aquellos lectores que se sientan engañados o decepcionados. Nobleza obliga.
No he de mencionar a Pierre Menard, aunque es cierto que las mismas palabras significan algo muy distinto en mi relato que en la obra original, ni al hecho de que la obra fue publicada originalmente con pseudónimo, una forma de renuncia a la propia autoria. Tampoco quisera extenderme sobre el realismo, y cómo el hecho de que ese texto sea realmente ajeno profundiza la textura del relato y el efecto producido. Tampoco sobre la presencia de obras dentro de obras, como ocurre con la presentación teatral en la escena XI del acto tercero de Hamlet.
Puedo aseverar motivos técnicos para no haber citado la referencia y haber omitido el entrecomillado. Estos son tan obvios como obvia hubiera sido la lectura del relato, de un estilo deliberadamente a lo Richard Yates, también cabe decirlo, si los hubiera introducido. Creo que el resultado no está mal y que vale la pena.
Pero es cierto, lo mejor del relato es quizas lo menos mio, aunque sea yo quien lo haya pusto ahi. Sepan disculpar aquellos lectores que se sientan engañados o decepcionados. Nobleza obliga.