... recordé el día en que cerró la "Academia Fracassi de música" y me hice de unas partituras y un atril. Pero eso fue hace ya tiempo y esto ocurrió hace apenas unas semanas. Allí estaba, uno como tantos pero destinado a mi, uno como muchos, incluso uno no muy distinto de otros miles: un ejemplar de Cirenaica, una novela de Ermanno Cavazzoni. En la solapa constaba la siguiente sentencia:
"Este no es un libro para quinceañeros llenos de bellas esperanzas ni para señores maduros, pensantes y equilibrados. Este es un libro para todos aquellos que son unos fracasados y lo sospechan, independiente -mente de la edad y el censo, e intuyen que si tuviesen que vivir otra vez, volverían a fracasar".
Definitivamente es un libro para gente come il faut, pensé. No sólo porque haya algo bastante digno en fracasar, que supone que uno ha intentado, ni porque su carácter cíclico ejemplifica nuestra inagotable fe. Siempre me han resultado más convincentes este tipo de estrategias, en las que uno sólo necesita sentir cierta empatía con el destinatario ideal de la cosa promovida, que aquellas en las que se supone que uno se identifica con él. Pongamos un ejemplo. Hay una serie de libros que se llaman X para Ys: Filosofía para principiantes, Marketing para administradores de consorcios, Teoría política para gente inteligente (debo confesar que esa serie de "para gente inteligente" me tienta; sus volúmenes traen dibujos, esquemas y son muy coloridos). Son todos ellos menos detestables que los de la series tóxica (Gente tóxica, relaciones tóxicas, amores tóxicos, tóxicos tóxicos, etc.), pero apuestan al siguiente razonamiento del lector cliente: Soy inteligente, soy administrador de consorcios, soy marketing, soy el camino y la puerta, estos libros son para mi. Mucho mejor es vender libros para fracasados. Nadie dirá, soy un fracasado, esto es lo mio y lo comprará esperando sosiego para su incompetencia. Quizás nadie lo compre, después de todo así debe haber llegado a la mesa de saldos en que lo encontré, pero esa es otra cuestión.
El autor además ha publicado Los escritores inútiles un verdadero manual para todo literato que empieza así:
"Quien quiera ser un escritor inutil no tiene más que ejercitarse. Se recomienda el ejerciciode los pecados, que son siete; hay que insistir en cada uno de ellos hasta que pronto se obtiene una nueva visión y uno se queda allí, mudo, blando e incapaz de todo... hay escuelas para esto."
Curioso marketing y curiosas intenciones didacticas las de Cavazzoni. Innecesario es decir que me compré el libro. Y así, por asociaciones libres, siguiendo el camino que imponían los pensamientos...