En una reciente conversación, un hombre cuyo juicio tengo en la mayor estima sostuvo: "me parece que la cuestión compleja y que habría que entrar en consideraciones más sutiles". Esa misma noche, en una audición radial Russell repetía: "El amor es inteligencia, el odio necedad" . De allí esta modesta apología al maniqueismo, doctrina que no admite sino dos principios en pugna: el bien y el mal.
Hegel, Spinoza y, en general, los neoplatónicos cuentan con buena recepción no admitiendo sino un único principio. Los atomistas admiten dos, los átomos y el vacío. Otros, sencillamente, ni siquiera tienen principios; adhieren al nazismo, defienden los derechos de los animales pero abandonan a sus hijos, etcetera.
El punto problemático parece ser la sencillez: no importa si uno tiene dos, tres o tres docenas de principios, sino que estos sean complejos oscuros y, en conecuencia, no permitan sentencias netas. Nada de decir, esto está bien, esto mal. Este tipo es bueno, este no. Esto es amor, esto no vale nada. Es evidente la conveniencia de esta opinión para los intelectuales: se evita actuar, se evita todo deber o lo que es peor, se justifica, a fuerza de no condenar, cualquier atrocidad. Seguir pensando para no hacer, como si fuera mejor no caer en el error que vivir equivocadamente humanos.
Si alguien me dice que vive entre el cien y el quinientos de la calle Maure, es cierto que la cosa es más sutil, pero nada esto cambia la verdad o falsedad de la cuestión. Si algo está mal, está mal y, aunque otras consideraciones puedan ser relevantes, no deberían cambiar ese punto. La sencillez, no supone la reducción a lo sencillo. La sutileza, no tiene por qué serle contraria.
El numero cinco no pierde su carácter ni deja de ser lo que es porque aceptemos que es menor a siete (al igual que el seis, el uno y quién sabe cuántos más).
Se acercan tiempos electorales y buena parte del pais se empeña fingir sutilezas. Dios nos ampare de olvidar lo cierto en pos de la incertidumbre impostada.
Agregado del Lunes 23-11
Reconociendo que la reflexión resulta un tanto más abstracta de lo que hubiera deseado, intentaré redimirme explicitando el motivo contingente de lo anterior. Hace algunas semanas, la presidenta de la Nación firmó el Decreto 1602. El mismo dispone la entrega de una "asignación universal por hijo para la protección social" de 180 pesos mensuales por hijo para aquellas familias cuyos padres se encuentren desempleados, subocupados o empleados informalmente, id est, ilegalmente (en negro). El diario Clarin, que tuvo en el día de la fecha lugar en su portada para al menos cuatro errores graves de redacción, y no porque compongan mozartianamente como uno, casi no ha dado cobertura al asunto sino en lo referente a pormenores: el origen de la partida que ejecutará el Anses, las aparentes dificultades del trámite, etc. Sectores de la oposición y algunos particulares han objetado que el carácter "universal" es meramente nominal ya que no todas las familias lo cobrarían, que es compleja la cuestión de la asistencia social, Ad nauseam. ¿Es que alguien fundandose en razones de buena fe puedeestar en contra de una medida así, aun siendo, lo reconozco, perfectible? Creo que no. Más aún, admitiendo que deba discutirse la cuestión de manera más pormenorizada, mientras tanto, ¿quién puede honradamente oponerse a que los mencionados sectores reciban el beneficio? Espero que nadie. Sin embargo...
Hegel, Spinoza y, en general, los neoplatónicos cuentan con buena recepción no admitiendo sino un único principio. Los atomistas admiten dos, los átomos y el vacío. Otros, sencillamente, ni siquiera tienen principios; adhieren al nazismo, defienden los derechos de los animales pero abandonan a sus hijos, etcetera.
El punto problemático parece ser la sencillez: no importa si uno tiene dos, tres o tres docenas de principios, sino que estos sean complejos oscuros y, en conecuencia, no permitan sentencias netas. Nada de decir, esto está bien, esto mal. Este tipo es bueno, este no. Esto es amor, esto no vale nada. Es evidente la conveniencia de esta opinión para los intelectuales: se evita actuar, se evita todo deber o lo que es peor, se justifica, a fuerza de no condenar, cualquier atrocidad. Seguir pensando para no hacer, como si fuera mejor no caer en el error que vivir equivocadamente humanos.
Si alguien me dice que vive entre el cien y el quinientos de la calle Maure, es cierto que la cosa es más sutil, pero nada esto cambia la verdad o falsedad de la cuestión. Si algo está mal, está mal y, aunque otras consideraciones puedan ser relevantes, no deberían cambiar ese punto. La sencillez, no supone la reducción a lo sencillo. La sutileza, no tiene por qué serle contraria.
El numero cinco no pierde su carácter ni deja de ser lo que es porque aceptemos que es menor a siete (al igual que el seis, el uno y quién sabe cuántos más).
Se acercan tiempos electorales y buena parte del pais se empeña fingir sutilezas. Dios nos ampare de olvidar lo cierto en pos de la incertidumbre impostada.
Agregado del Lunes 23-11
Reconociendo que la reflexión resulta un tanto más abstracta de lo que hubiera deseado, intentaré redimirme explicitando el motivo contingente de lo anterior. Hace algunas semanas, la presidenta de la Nación firmó el Decreto 1602. El mismo dispone la entrega de una "asignación universal por hijo para la protección social" de 180 pesos mensuales por hijo para aquellas familias cuyos padres se encuentren desempleados, subocupados o empleados informalmente, id est, ilegalmente (en negro). El diario Clarin, que tuvo en el día de la fecha lugar en su portada para al menos cuatro errores graves de redacción, y no porque compongan mozartianamente como uno, casi no ha dado cobertura al asunto sino en lo referente a pormenores: el origen de la partida que ejecutará el Anses, las aparentes dificultades del trámite, etc. Sectores de la oposición y algunos particulares han objetado que el carácter "universal" es meramente nominal ya que no todas las familias lo cobrarían, que es compleja la cuestión de la asistencia social, Ad nauseam. ¿Es que alguien fundandose en razones de buena fe puedeestar en contra de una medida así, aun siendo, lo reconozco, perfectible? Creo que no. Más aún, admitiendo que deba discutirse la cuestión de manera más pormenorizada, mientras tanto, ¿quién puede honradamente oponerse a que los mencionados sectores reciban el beneficio? Espero que nadie. Sin embargo...